viernes, 16 de diciembre de 2011

El Museo de Tlatelolco abre sus puertas

 Crónica de una escenificación desbordada


Por Miguel Ángel Márez Tapia (antropólogo)

Ciudad Tlatelolco volvió a un resplandor que parecía lejano, un protocolo emulado sólo cuando en esa torre se respiraba una Secretaria de Estado, el 15 de diciembre a las seis de la tarde, Tlatelolco ya tenía su museo, el llamado Museo de Tlatelolco abrió sus puertas. Por ello, rescato las palabras en la inauguración del Dr. José Ramón Narro Robles, rector de la UNAM, cuando hizo referencia al tiempo, para vivir el presente de Tlatelolco, se vive volteando al pasado para así mirar el futuro.

Inauguración del Museo Tlatelolco
Foto: Miguel Angel Márez Tapia

La crónica que presento lo hago en primera persona, lo hago como un habitante de Tlatelolco, como un periodista que cubre un evento, como un antropólogo que no puede dejar de dirigir la mirada a esos detalles significativos que redimensionan un fenómeno social.  La narración que hago es una puesta en escena de tres actos, evoco las figuras teatrales como lo hiciera el antropólogo Víctor Turner al abordar la noción de performance (véase Antropología del ritual, INAH-ENAH, 2009). La obra está lista, sus personajes entran en escena, se encuentran los altos funcionarios de la UNAM y el INAH, invitados especiales, pero quiénes robaban miradas eran los senadores Diego Fernández de Cevallos y Francisco Labastida Ochoa, también había habitantes de Tlatelolco y quizás algún curioso que se asomó. El marco era espectacular, la inauguración fue todo un éxito, como nunca el Centro Cultural Universitario Tlatelolco había podido reunir una expectativa de esas dimensiones

Senadores Fernández de Cevallos y Labastida en su ingreso al Centro Cultural
Foto: Antonio Fonseca

Primer acto: Un evento desbordado

El “drama social”, como dijo Turner, comenzó al momento de iniciar el camino hacia la exposición, personal de Vigilancia, Protección Civil  UNAM y elementos del Centro Cultural no pudieron manejar esos mares de personas, sus oleadas desbordaron la  logística contemplada para el evento, es así cuando personal de la UNAM me impide el paso, porque dejé pasar a los guaruras de los senadores que me interrumpían dirigirme para allá.

Un mar humano desbordado al intentar entrar.
Foto: Miguel Angel Márez Tapia
Se escuchaban voces: -“Sólo entrarán grupos de veinte personas”-, nadie les hizo caso, esto implicó una medida de restringir el acceso. ¿Qué papel debo implementar en la obra? Cada uno de nosotros, tenemos distintos papeles en la vida cotidiana, estamos llenos de diferentes situaciones, el antropólogo Ulf Hannerz (véase su obra Explorando la ciudad, FCE, 1986) lo ha planteado así, no actuamos igual cuando estamos en la situación de la casa, ahí tengo el papel de hijo, cuando doy clases, soy el profesor, al estar en clases me convierto en estudiante, etc. Yo contaba con doble invitación, personal del Centro Cultural me había dado una invitación por ser miembro de la revista Vivir en Tlatelolco para cubrir el evento, pero también al ser docente y estudiante de posgrado en la escuela del INAH, contaba con otra invitación personal.

Decidí no utilizar de principio esos papeles y mejor usar la fachada, una actuación como lo dice Erving Goffman (véase el libro La presentación de la persona en la vida cotidiana, Amorrurtu, 1981), simplemente fui un habitante de Tlatelolco, me quedé parado porque ahí estaba la nota, el olfato del periodismo cultural, no es simplemente conseguir la imagen o el audio del personaje célebre. La nota se empezó a escribir cuando los distintos personajes hicieron uso de sus diferentes fachadas, las voces eran: -“Vengo con el senador Labastida, me está esperando”-, -“Soy invitada del Dr. Stavenhagen, ¿Quieres que él venga?”-, -“Soy de la prensa”. La orden para los elementos de seguridad UNAM y el personal de playera rosa del Centro Cultural, se repetía: -“nadie pasa”-. Los medios de comunicación que llegaron tarde, se les dio acceso por otra entrada, pero esas órdenes se diluyeron muy fácilmente por el “protocolo”. Las personas con algún tipo de “distinción” como lo planteó el sociólogo Pierre Bourdieu, pasaron sin ninguna dificultad. Mientras tanto, exhortaban a los que no tenían credenciales, irse formando en dos filas para ir poco a poco dejándolos ingresar a la exposición, dichas filas llegaron hasta afuera del Centro Cultural.



Segundo acto: El performance en el patio central


Performance en el patio central
Foto: Antonio Fonseca
Me dirigí al patio central, ahí se observaba una conglomeración de personas que presenciaban un performance, una actividad artística que complementó la inauguración, donde se mezclaron sonidos armoniosos, una imagen proyectada al mármol de la torre que servía como pantalla, ya que era difícil poder observar el show por la cantidad de personas.
Se introdujo la palabra RESISTENCIA en el espejo de agua que se localiza en el centro del patio, la resistencia es la noción central donde se focaliza el nuevo museo, para muchas personas esto fue el único evento que presenciaron, la actividad artística permitió ser una válvula de escape para la conglomeración que insistía ingresar a la exposición del museo.

Senador Diego Fernández de Cevallos, observando la exposición
Foto: Antonio Fonseca

Tercer acto: El escenario del poder

Regresé al punto inicial, ya en ese momento estaba en mi papel de periodista, saqué mi grabadora e inicié el registro de testimonios que se hacían en el límite donde estaba restringido el acceso, mi ingreso a la exposición se dio en unos minutos, amablemente el personal de logística me permitió la entrada, volteé y la fila se hacía inmensa mientras entraba a la exposición.

Dra. María Teresa Uriarte explica la exposición al rector de la UNAM
Foto: Antonio Fonseca
El Estado nación como lo dijo Benedict Anderson (consulte su obra Comunidades Imaginadas, FCE, 1993), encuentra en el museo un elemento central como instrumento de su poder, se legitima así mismo, remembrando esta definición ante mis ojos, contaba con la escena privilegiada: personajes celebres de dos instituciones centrales en el Estado mexicano, miembros de la élite política. La visita guiada que se le brindó al rector de la UNAM en las salas del museo de sitio, estuvo a cargo de la Dra. María Teresa Uriarte, miembro de la Junta de Gobierno e investigadora de Estéticas de la máxima casa de estudios, quién además es esposa del Senador Labastida. Uriarte con gran elocuencia hacía mención de la importante labor del arqueólogo Salvador Guilliem y Lucía Sanchez de Bustamante en la investigación de la zona arqueológica de Tlatelolco, Narro luego de escuchar ese nombre constantemente, dijo: ¿Quién es ese Salvador Guilliem, me lo pueden presentar? Un breve encuentro amigable entre esos personajes fue el colofón de ese momento. El rector estaba muy atento de las explicaciones, le pidió al director del INAH, Alfonso de María y Campos, que le dijera cuantos siglos habían pasado de la caída de la Gran Tenochtitlán, un dislate al estilo de un político cuando evoca los libros que le marcaron su vida, el funcionario dubitativamente dijo: -¡cuatro!-. Inmediatamente una suave voz femenina le corrige: “la caída de Tenochtitlán fue el 13 de agosto de 1521”, el director del INAH se da cuenta del error y voltea a ver al rector de la UNAM:  -"Ah sí claro, fue el 13 agosto de 1521"-.
Alfonso de María y Campos, director del INAH y Senador Francisco Labastida
Foto: Antonio Fonseca

Lucía Sánchez de Bustamente, en medio de blanco,
Arqlogo. Salvador Guilliem,
pensativo a la derecha en plática amena.
Foto: Antonio Fonseca
Las caras conocidas, miradas amigables se replicaban en voces cordiales, la mayoría eran para hacer felicitaciones por el museo inaugurado. Pero, también fue el momento de la pequeña charla, el intercambio de datos, algunos teléfonos y correos electrónicos, ambos senadores mantuvieron una cordial actitud con todos los presentes, las miradas sigilosas de sus cuerpos de seguridad era lo único que desentonaba de esa imagen, no importa el sector social al que perteneciera, se diluía ligeramente esa “distinción” que había dado entrada a los presentes, fotos del recuerdo con el Dr. Rodolfo Stavenhagen que se encontraba extasiado por el éxito de la inauguración, la Dra. Mercedes de la Garza, quién hizo la curación de su colección en el segundo piso de la torre, hizo la explicación del último recorrido de la visita. El tiempo pasó, fue una larga visita, varios asistentes buscaron un asiento al finalizar el recorrido, el momento de despedida y la foto del recuerdo, el rector aceleró su salida del recinto dentro de un acordonamiento por los elementos de Seguridad UNAM.

Dr. Rodolfo Stavenhagen y su señora esposa
Foto: Antonio Fonseca
El Museo de Tlatelolco, abrió sus puertas, su exposición está a nivel de las mejores muestras museográficas del mundo, esas piezas almacenadas por décadas, hoy han encontrado su morada para dejar un testimonio, una muestra que sintetiza lo que significa Tlatelolco. Felicitaciones a nombre de Vivir en Tlatelolco al equipo de trabajo del etnólogo Sergio Raúl Arroyo, director y Yuridia Rangel de educación del Centro Cultural, sobre todo a esos rostros sin nombre, pero que hicieron su mayor esfuerzo por contener e intentar ser buenos anfitriones en la manera de sus posibilidades de una marea humana desbordada que deseó estar presente en un acontecimiento de esta envergadura. 
La foto del recuerdo. Fin de recorrido
Foto: Antonio Fonseca

No hay comentarios:

Publicar un comentario