jueves, 4 de agosto de 2016

Nuevo modelo educativo: ¿Una educación integral?

Decía Iván Ilich, el controvertido filósofo austriaco, también tachado de anarquista, que “por definición, los niños son alumnos y el aprendizaje es una actividad humana que no necesita que la manipulen los demás. El aprendizaje no se basa tanto en la enseñanza, como en la libre participación en un entorno significativo”.
La cita es perturbadora y la traigo a colación, porque el “nuevo” modelo educativo del probable delfín de Peña Nieto, Aurelio Nuño Mayer,  pareciera apostarle casi todo a lo que hacen los maestros, no  lo que hacen los estudiantes.
Si algo aprendí a lo largo de mi vida académica y valla que han sido muchos años, fue que el aprendizaje lo determina lo que hace el alumno, no lo que hace el profesor. Cheque usted todo el sainete: carrera académica, evaluaciones, puntos, cursos de actualización, más puntos, estímulos por cumplimiento y un largo etcétera. ¿Y los estudiantes?

Una verdadera educación tiene que ver con lo que haga el alumno.

Está bien, yo no digo que se deje a los maestros a su libre albedrío, qué bueno que se les estimule y se les premie cuando hacen su trabajo, pero ¿qué está pasando con los niños, con los jóvenes? ¿Cuál es su situación específica, se alimentan bien? ¿Cómo está su familia, su barrio? ¿Cuáles son sus actividades extra escolares? ¿Quiénes son sus amigos? ¿Cómo se divierten? Y otro largo etcétera.

Educación integral

Todo esto viene a cuento, porque en las sociedades  vernáculas, es decir domésticas, nativas,  propias del país, como las que tenemos en Oaxaca, en Chiapas, en Guerrero… la educación no es más que otra manera de denominar la socialización, un proceso por el que el niño nacido con la posibilidad de convertirse en miembro de cualquier familia, comunidad o sociedad, aprende a convertirse en un miembro de una familia, una comunidad o una sociedad y un ecosistema determinados. 
Todo esto significa, desde el punto de vista de la propia sociedad, renovarse o reproducirse progresivamente integrando sucesivas generaciones. Las primeras etapas son la clave, ya que determinan los aspectos generales del modelo de conducta del niño, y es por ello que los padres son los educadores más importantes y la calidad del entorno familiar el factor más significativo para determinar el carácter y las capacidades del niño.

Otro aspecto clave, importante, es que los procesos de conducta son secuenciales, sus diferentes etapas se suceden en un orden específico. Si se omite una, las siguientes no podrán darse o sucederán de modo imperfecto. Es por eso que lo que aprende el niño durante su educación en la escuela no puede suplir ninguna deficiencia de sus previas fases de crianza.
Todo lo que he dicho hasta aquí, son las conclusiones a las que llegó un estudio muy serio que se hizo hace medio siglo, en el que se observaron 600 mil niños, seis mil maestros y cuatro mil escuelas (Coleman, 1968). En suma, la gran conclusión es que “las diferencias en la educación familiar inciden más en la diferencia de rendimiento que las diferencias de los colegios.

¿Qué sucede en casa?

Ya para rematar, por si no ha quedado claro, otro estudio, financiado por el gobierno de los Estados Unidos en 1964, que se llamó Igualdad de oportunidades en la educación, concluyó que “las diferencias en los medios y el programa de las escuelas influyen relativamente poco en el rendimiento del alumno, mientras que el factor más importante es la educación recibida en casa”.

Y otra vez, en suma, la gran conclusiones es que “si su educación es deficiente es probable que aumente proporcionalmente la incidencia de los síntomas de una socialización deficiente: inestabilidad emocional, delincuencia, drogadicción y alcoholismo. (U.S. Seot if Education, 1964).
Estimado lector, con todo lo que he dicho hasta aquí, de ninguna manera quiero decir que el “nuevo” modelo educativo de la SEP no vaya a servir para nada. Lo que el gobierno, en sus diferentes órdenes, debe hacer, es articular el modelo con una atención integral a las familias: empleos dignos, salarios dignos, salud en serio, programas de nutrición; en suma, programas de bienestar social serios y efectivos, no limitarse a repartir mochilas, uniformes y útiles escolares. ¿Qué no hay dinero para todo esto? ¿Cómo no? ¿Y todo lo que se fuga por corrupción e impunidad?

Las citas que utilicé las tomé del capítulo 54 del texto El Tao de la ecología; de Edward Goldsmith; Icaria; 1999.

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