domingo, 16 de octubre de 2016

“Gracias, Pepe”

Visita de José Mujica a México

Por Mónica Vázquez Delgado

15 de octubre de 2016

El silencio también es una forma de comunicarnos, que quizás, estamos diciendo más de lo que podemos expresar con palabras. A modo de metáfora, el silencio ese ese “sonido” que ambienta la reflexión, pensamientos y emociones que resguardamos en el diálogo interno.
En estos tiempos donde todo queremos grabar y de todo queremos tener fotografía, a veces se pierde el disfrute del silencio, pero hoy, José Mujica fue responsable de acallar el auditorio de la Biblioteca Vasconcelos. Sí, tal vez como dijo él, muchos estábamos ahí porque aún creemos que esto (este mundo) puede cambiar.

José Mujica en México
Andrés Ganza y Ernesto Tulvobitz, periodistas uruguayos, presentaron su libro: Una oveja negra al poder, en el cual, brevemente explicaron que recorrieron la vida política de Mujica desde antes de su llegada a la presidencia. “Bueno, mejor termino, porque al que quieren escuchar es a Pepe”, dijo Tulvobitz.

“México lindo y querido, que le diste asilo a muchos de mis compatriotas”, comenzó Mujica.
Se podía oír estruendosamente el crujir del piso de madera cuando algún personal de logística de la biblioteca caminaba. El silencio inundó el recinto. Queríamos oírlo decir, como dice en su libro, que “otra política es posible”.
Era el único de los ponentes que no tenía agua embotellada, prefirió una taza de café. Su cabello canoso y ojos pequeños se focalizaron en cada uno de los asistentes, nos estaba diciendo que este mundo enseña a consumir y tirar (hasta los sentimientos).
“Pertenecemos a una generación que queremos cambiar el mundo y nuestra mayor fortaleza es estar convencidos, sólo seremos perdedores cuando ya no creamos en nada”, continuó el expresidente uruguayo. Cada frase que soltaba hacia el público, era una sonata más para el silencio. Estábamos presenciado un concierto de palabras de esperanza.

Criticó la cultura económica en la vivimos, donde en la rutina del día, olvidamos el afecto y contabilizamos el amor de acuerdo a cuántas cosas poseemos. Confesó que sí hemos tenido como mundo, progreso económico, pero hay más soledad y más suicidios.
“Gasten parte de su vida en luchar por los demás, en dar afecto. El mejor amor que encontrarán, proviene de casa”, expresó y su mirada nos señaló.

Para Mujica, el concepto de libertad yace en ocupar el tiempo en lo que uno más quiere. Darse la oportunidad de escribir, leer, pintar o como dijo con su acento uruguayo: “jugar el fútbol”.
“Los únicos derrotados en esta vida son los que dejan de luchar, el triunfo no está en ganar, más bien en volver a empezar. Los que van a la universidad, cuando salgan, tienen que saber que servirán a la vida humanamente, porque la vida es un milagro”.

De repente se veía al mismo tiempo las cabezas asentir. Sonrisas, aplausos y silencio: así fue la respuesta del público mexicano ante cada oración de Mujica. Y es que en tiempos donde hemos dejado de creer en partidos, en la política y nos hemos encerrado en casa ante el temor de ser violentados, el discurso de Mujica le hizo bien a México.
Comentó que la democracia y la igualdad viven en un amor platónico y sentenció que los políticos que “sólo quieren plata, que se vayan a otro lado a conseguirla”.  Es verdad, como dijo, que los partidos y las personas en el poder se enferman, y es también de sabios saberse retirar antes de que se infecten la ética e ideología.

“La verdadera felicidad está en tener siempre esperanza, no olvidar nuestras ideas juveniles. Vivir como se piensa”, concluyó en los primeros 30 minutos. Aplausos al unísono rompieron el silencio tajantemente. Minutos en que las palmas de las manos chocaron. Mujica sonrió.

Se pasó al momento de preguntas y respuestas. A la entrada del auditorio repartieron tarjetas blancas para que pudieras escribir tus cuestionamientos. Muchas dudas, así que se dividieron en temas: Colombia y el pacto de paz y la legalización de la mariguana.

“El día en que tomemos la guerra como único recurso de solución, hemos perdido nuestra parte humana”, respondió respecto al tema de Colombia.

Explicó que el proceso de la legalización fue arduo, pero lo que los convenció fue que lo prohibido siempre hará negocio. “El narcotráfico usa el lenguaje de la plata y bala. La droga es plaga, no es una prosa de la libertad humana, decir eso, es caer en una poesía barata”.

Después de 10 horas de vuelo, de dar conferencias de prensa y estar presente en la presentación del libro, se retiró, no sin antes, dar el último mensaje:
“Están en una etapa de juventud donde deciden su camino, tracen hacia dónde quieran ir. Para los papás, su más difícil tarea es luchar contra el miedo de saber qué mundo le van a dejar a sus hijos. Luchemos por una civilización más generosa”.

De pie, nos levantamos, aplaudimos, mientras Mujica bajaba de la tarima y caminó del lado de los asistentes, hacia la salida.

“¡Gracias, Pepe!”, se oyó varias veces en el auditorio. Caminó al lado de su esposa, respondiendo en silencio bajo la sonrisa que ha cargado durante 81 años para dar testimonio que otro mundo, otra vida, otra política sí son posibles.

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