domingo, 25 de junio de 2017

La condición humana y su circunstancia

Por Alejandro Mario Fonseca

 “La condición humana es una obra maestra, digna de ser citada junto a las que escribieron Joyce, Proust, Faulkner, Thomas Mann o Kafka, como una de las más fulgurantes creaciones de nuestra época”.
Esto lo dijo Vargas Llosa en el 2010. Confieso que yo no he leído la novela de André Malraux, pero si vi la película. Bueno, en realidad fue una serie de tres películas. El mismo autor nos ofrece la siguiente reseña:
La condición humana está basada en una revolución real, que tuvo lugar en 1927, en Shanghái, del Partido Comunista chino y su aliado, el Kuomintang, contra “Los Señores de la Guerra”, como se llamaba a los autócratas militares que gobernaban esa China descuartizada, en la que las potencias occidentales habían obtenido, por la fuerza o la corrupción, enclaves coloniales.
Esta revolución fue dirigida por un enviado de Mao, Chou-En-Lai, en quien está inspirado, en parte, el personaje de Kyo. Pero, a diferencia de éste, Chou-En-Lai no murió cuando, luego de derrotar al gobierno militar, el Kuomintang de Chang Kai-Shek se volvió contra sus aliados comunistas y, como describe la novela, los reprimió con salvajismo; consiguió huir y reunirse con Mao, a quien acompañaría en la Gran Marcha y secundaría como lugarteniente el resto de su vida. La condición humana es procomunista, sin la menor ambigüedad.
Vargas Llosa concluye: Más que una novela, el lector asiste a una tragedia clásica, incrustada en el mundo moderno. Un grupo de hombres venidos de diversos horizontes, combaten contra un enemigo superior para —lo dice Kyo— “devolver la dignidad” a aquellos por quienes combaten: los miserables, los humillados, los explotados, los esclavos rurales e industriales.
En esta lucha, a la vez que son derrotados y perecen, Kyo, Tchen, Katow, alcanzan una valencia moral más elevada, una grandeza que expresa, en su más alta instancia, “la condición humana”. (Cfr. Revista Vuelta 30-XI-2010).

Condición Humana derivada de la filosofía pos-moderna

Yo soy yo y mi circunstancia
Con la frase “Yo soy yo y mi circunstancia…”, aparecida en Meditaciones del Quijote, otro autor, el filósofo español José Ortega y Gasset, insiste en lo que está en torno al hombre, todo lo que lo rodea, no sólo lo inmediato, sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual.
El hombre, según Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida algo concreto, incomparable, único: “la vida es lo individual”; es decir, yo en el mundo; y ese mundo no es propiamente una cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas.
Vivir es tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. En otros términos, la realidad circundante “forma la otra mitad de mi persona”. Y la reimpresión de lo circundante es el destino radical y concreto de la persona humana.
El hombre es un ser que se encuentra inmerso, sumergido en una circunstancia (o naturaleza), la cual le presenta distintas concepciones de su estado físico y mental. Por tanto, deja al hombre la misión de satisfacerlas. (Cfr. Wikipedia).

El corazón humano está ávido de héroes perfectos
El filósofo español da en el clavo, no es lo mismo la historia novelada que la circunstancia histórica real. Es más, las historias nacionalistas oficiales tienden a idealizar a sus héroes. Y todo se complica todavía más porque los historiadores interpretan la realidad según la ideología a la que son afines.
La condición humana de Malraux es una novela histórica que en su esencia dista mucho de la realidad de la Revolución China. Vargas Llosa nos aclara “en verdad, ni las revoluciones son tan limpias, ni los revolucionarios lucen tan puros, coherentes, valientes y sacrificados como en las turbulentas páginas de la novela”.
 Y se pregunta ¿por qué nos sugestionan tanto, entonces? ¿Por qué nos admiramos y sufrimos cuando Katow, encallecido aventurero, acepta una muerte atroz por su acción generosa, o cuando volamos hechos pedazos, con Tchen, debajo del auto en el que no estaba Chang Kai-Shek?
Vargas Llosa concluye: ¿Por qué, si esos personajes son mentiras? Porque ellos encarnan un ideal universal, la aspiración suprema de la perfección y el absoluto que anida en el corazón humano.
 Y abunda, “pero, todavía más, porque la destreza del narrador es tan consumada que logra persuadirnos de la verosimilitud íntima de esos ángeles laicos, de esos santos a los que ha bajado del cielo y convertido en mortales del común, héroes que parecen nada más y nada menos que cualquiera de nosotros”.

Los mexicanos estamos ávidos de héroes, aunque sean imperfectos
Estimado lector, le comparto estas reflexiones porque estoy intentando racionalizar, comprender cabalmente la encrucijada en la que se encuentra la transición política mexicana hacia el 2018.
Estamos asistiendo literalmente a un “bombardeo noticioso” in crescendo que intenta denostar la imagen de Andrés Manuel López Obrador, el líder del Movimiento por la Regeneración Nacional.
Estamos asistiendo también a un martilleo constante y cada vez más duro y tupido contra un personaje que ni suda ni se acongoja; es más, está reaccionando a la inversa de lo que pudiera esperarse de acuerdo a lo que nos tiene acostumbrados: con calma y hasta con bromas y sonrisas.

Todos en su contra, los rojos, los azules, los amarillos y sus comparsas, la chiquillada. La lista es muy larga, Peña, Anaya, Ochoa, Calderón, Zavala, Fox y un largo etcétera; los de antes y los de ahora, todos envalentonados le salen al paso y él ni se inmuta.
Además, algunos de sus correligionarios caen en trampas o cometen errores y la prensa lo magnifica. Sin embargo, pareciera que toda esta circunstancia tan compleja lo fortalece. ¿Por qué?
Porque así es la condición humana. Necesitamos héroes, necesitamos esperanza. México ya no puede estar peor. Y Andrés Manuel López Obrador está resultando ser una alternativa real para empezar a enderezar el entuerto.

Con todos sus defectos, con todos sus errores, el líder de Morena aparece ante los ojos y el corazón de muchos mexicanos, como un ser humano común y corriente, pero con capacidad real de cambio, de justicia y responsabilidad. ¿Qué le parece?

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