jueves, 14 de septiembre de 2017

La partidocracia mexicana

Alejandro Mario Fonseca
Los partidos políticos son grupos de interesados. La noción de partido, por su parte, tiene múltiples significados. Uno de ellos es aquel que refiere al grupo de personas que defienden una misma causa u opinión.
Estas dos definiciones nos permiten acercarnos a la idea de partido político, que es el conjunto de individuos que se reúnen y trabajan en con el objetivo de acceder al poder y concretar sus propuestas para la organización social.
Los partidos políticos se rigen por doctrinas y teorías que explican su modo de interpretar la realidad. Un partido político de tendencia liberal, por ejemplo, nunca propondrá la abolición de la propiedad privada, ya que eso iría en contra de sus creencias.
Más allá de lo ideológico, los partidos políticos tienen estatutos o reglamentos que sus afiliados deben respetar. Solo de ese modo podrán proponerse como candidatos del partido en un proceso de elecciones o participar de la toma de decisiones del partido.
Y sí amable lector, eso es lo que dice la teoría (Cfr. Definición.de) pero en la realidad, como dije al principio no son otra cosa más que grupos de interesados en los que los más astutos se convierten en mandamases, en caciques, en oligarcas.

Partidocracia contra la democracia 

La ley de hierro de la oligarquía
Robert Michels el sociólogo amigo de Max Weber estudió el comportamiento de los partidos políticos y de los sindicatos,  en los años treinta del siglo pasado.
En su obra Los partidos políticos, formula la "ley de hierro de la oligarquía", con la que afirmaba que "tanto en autocracia como en democracia siempre gobernará una minoría"; la idea básica es que toda organización se vuelve oligárquica.
Los líderes, aunque en principio se guíen por la voluntad de la masa y se digan revolucionarios, pronto se emancipan de esta y se vuelven conservadores. Siempre el líder buscará incrementar o mantener su poder a cualquier precio, incluso olvidando sus viejos ideales.
Por eso, las organizaciones políticas dejan de ser un medio para alcanzar determinados objetivos socioeconómicos y se transforman en un fin en sí mismas. Pero si además, como en el caso mexicano, los partidos son financiados por el Estado, se convierten en verdaderas minas de oro, muy codiciadas por todo tipo de oportunistas.
Mientras más grandes se hacen los partidos, más se burocratizan. Muy pronto requieren de especialistas que sepan tomar decisiones complejas rápidamente: se vuelven imprescindibles y se forman élites. Dicho de otra manera, para que un partido sea eficiente va requiriendo de liderazgos fuertes, lo que demerita la democracia interna.

Los partidos políticos en México
El caso mexicano requiere un estudio aparte. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) es sui generis porque es único en su tipo ya que no fue creado para competir por el poder, sino para mantenerse en él.
Desde que el general Calles lo creó en 1929, el PRI  es una especie de secretaría política dependiente del presidente en turno. Además de fungir como una auténtica “máquina chupa votos”, su principal función ha sido la de darle legitimidad al candidato designado por el presidente saliente: si, legitimidad a una especie de “monarca sexenal”
Y así en cascada, con agencias políticas estatales y municipales, siempre el presidente en turno designando a los candidatos a gobernadores, a presidentes municipales y a senadores y diputados: se trata del famoso palomeo de listas. También y ahí ya cambió la cosa,  tenía control absoluto sobre los medios de comunicación.
De todo esto lo que surgió fue una burocracia electoral especializada en darle funcionalidad a las farsas electorales. Durante muchos años el PRI gobernó México, además de gobernar los 32 estados, siempre tuvo una mayoría absoluta en el senado y la cámara de diputados; nunca hubo alcaldes de oposición.
Algunos estudiosos han caracterizado el caso mexicano como una “monarquía sexenal”. Y sí, fue algo así, nada más que hay que matizar el término. En las monarquías clásicas el rey ya era dueño de todo incluso antes de nacer, se trataba del patrimonialismo puro. En cambio en la “monarquía sexenal” mexicana el nuevo presidente, con algunas excepciones,  llega al poder para adueñarse de lo que más pueda: su única limitación son seis años.

Los oligarcas de la clase política mexicana
Por falta de espacio no voy a entrar aquí al tema de la “transición democrática”. El hecho es que por diversas razones la plutocracia del PRI gobierno se vio obligada a compartir el poder a finales del siglo XX. Y así fue cómo surgió una clase política ampliada.
Poco a poco, casi a cuenta gotas, el PRI tuvo que ir cediendo espacios al PAN, un viejo partido de derecha y de vocación democrática que siempre ha representado a los empresarios excluidos del PRI y a las clases medias conservadoras y católicas.
También el PRI tuvo desgajamientos de personajes importantes como Cuauhtémoc Cárdenas, Muñoz ledo y el mismísimo López Obrador; que aliados con la vieja izquierda y con intelectuales universitarios, fundaron organizaciones políticas que dieron lugar a lo que hoy son el PRD y Morena.
Tampoco tengo espacio aquí para meterme con la historia del PAN y de la izquierda mexicana. Me voy directo a lo que está sucediendo en la escena política actual.
En el año 2000 el PAN llegó a la presidencia de la República con Vicente Fox y después repitió con Felipe Calderón. Los mexicanos no sentimos el cambio, fue como si el PRI hubiera seguido gobernando. Sencillamente no pasó nada. Pero al interior del PAN sí que se han puesto feas las cosas.
Ahora el PAN está profundamente dividido y ya se parece tanto al PRI que hasta tiene su propio partido verde pelele: el PRD. Fue víctima de la “ley de hierro” de Michels. A sus dirigentes ya les gustó el poder y el dinero, y ahora se disputan los puestos, y  las candidaturas como perros y gatos.
Algo parecido le pasó al PRD después de la separación de López Obrador y la fundación de Morena. Pero sobre todo porque se trata de un partido ya muy desgastado por sus malos gobiernos en algunos estados y en el Distrito Federal.
 También los “chuchos” se engolosinaron con el poder y el dinero. Lo han hecho muy mal y el abuso y la corrupción,  los equipara más con la cultura priista que con sus supuestas viejas tradiciones democráticas. Y ahora están anclados al PAN para salvar el pellejo.
¿Y Morena? Bueno el Peje se cuece aparte, pero de que también es un oligarca al interior de su partido, nadie lo duda. Ya lo comentaré con detalle en mi próxima entrega.

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