domingo, 19 de noviembre de 2017

El oscuro dedazo del gran elector

Alejandro Mario Fonseca
Veo con tristeza como los precandidatos a los puestos de elección popular que elegiremos el año que viene se destrozan unos a otros de la peor manera posible.
Los más aguerridos son los priistas y los morenistas, sobre todo los morenistas de origen priista. Pareciera que se les va la vida insultándose los unos a los otros. Hasta los panistas que en general son los más recatados empiezan a entrarle a la refriega.
Se acusan de todo, desde lo más evidente que es mal uso y abuso de los recursos públicos, en suma la corrupción; hasta acusaciones viles y mezquinas relativas a la vida privada, tales como homosexualismo y demás “vicios”.
Si así están las precampañas, qué nos espera ya en las campañas. Desde esta columna hago una humilde exhortación a todos los involucrados en la transición política hacia el 2018 a que guarden la calma y no caigan en provocaciones.
Hay que hacerles vacío a los malos contendientes, lo único que están logrando con su política sucia es alejar todavía más a la ciudadanía de la participación política. ¡Di NO a la guerra sucia en política!
Así que a todos los aspirantes a una candidatura los invito a actuar de manera civilizada, guardando las reglas mínimas de respeto y urbanismo: hay que organizar foros públicos donde se discutan con seriedad y respeto los problemas que nos aquejan y cómo resolverlos. Fabián Jiménez en la Casa del Puente ya nos puso el ejemplo aquí en San Pedro Cholula.
Lo que urgen son propuestas positivas para resolver los múltiples problemas que padecemos. ¿Cómo? Pues empezando por entender qué es un Plan de Desarrollo.

El oscuro dedazo del gran elector

Lo primero que necesitamos son conceptos claros
Está de moda hablar de desarrollo sustentable. Hoy en día casi todo el mundo se dice ecologista sin saber bien a bien de qué hablan. Incluso hay quienes viven del discurso ecologista y son los peores detractores de la ecología; es más viven de  la mentira y del abuzo, están aliados con la caricatura que queda del ogro filantrópico; además son “exitosos”, gozan de riquezas e impunidad: pertenecen al clan del niño verde.
Dicho lo anterior, entro en materia. Lo primero que hay que decir, es que el término “sustentable” es erróneo, no existe en español. Lo correcto es decir sostenible. Sustentable es aquello que se puede defender con razones. En cambio sostenible es aquella cosa o acción que se puede mantener, sostener, a lo largo de un tiempo razonable.
Y para poder entender qué es el desarrollo sostenible, también hay que aclarar qué es el desarrollo. Y resulta que el desarrollo no es un simple crecimiento como muchos economistas neoliberales creen. El desarrollo económico si es el incremento en la producción de bienes y servicios, pero no nada más, también debe incluir el incremento en bienestar social; es decir debe incluir inversión en salud y en educación, por lo menos.
Además, el desarrollo sostenible es aquel que no daña el medio ambiente, pero no nada más en el futuro inmediato o en el mediano plazo, sino en el tiempo largo.

¿Qué es el desarrollo sostenible?
En suma, el desarrollo sostenible es aquel en el que se logra crecimiento económico con la creación de nuevas empresas,  públicas y privadas, manteniendo un medio ambiente limpio, en una sociedad en la que se garantiza el bienestar mediante servicios educativos y de salud de calidad,  y todo esto en el tiempo largo.
Otro error grave de conceptualización es creer que este tipo de políticas solo las puede implementar el gobierno federal y de allí bajarlas a los estados y finalmente a los municipios.
 Entonces si el gobierno federal no hace nada concreto, nada serio sobre el tema, si se queda en la retórica y la demagogia,  los acuerdos mundiales como el que se dio recientemente en Paris sobre el cambio climático, serán un rotundo fracaso.
 Por no hablar del abuzo en cuanto a los salarios de los funcionarios involucrados en los programas, de las escaleras de moches y en general del despilfarro.
Es exactamente al revés, son los municipios los que deben impulsar proyectos de desarrollo sostenible en función de sus propias capacidades, su potencial y sus condiciones sociales concretas y específicas.
Algunos municipios cuentan con una vocación hacia el desarrollo industrial y comercial; otros como el de Cholula, más enfocada hacia el turismo, la agricultura y la producción artesanal.
Como ya hemos constatado en éste último sexenio, los programas de desarrollo regional anunciados por la presidencia de la república no han podido llegar a buen puerto debido a que los estados y municipios no rompen con los vicios de corrupción heredados.

Transparencia
Lo que se requiere son tres cosas, buenos proyectos de desarrollo sostenible, viables, en los que participe la ciudadanía;  buenas relaciones con los gobiernos estatal y federal para bajar recursos; y todo realizado en un marco de total transparencia, en el que participe la ciudadanía organizadamente vigilando, supervisando y auditando  todo el proceso.
Pero la transparencia no se debe quedar allí, también debe incluir las actividades de los grupos políticos y las de sus principales dirigentes, líderes y candidatos. Es decir la transparencia también debe incluir las actividades de los políticos previas a su elección.
Así que lo que los ciudadanos queremos escuchar de los políticos en campaña, son propuestas claras para resolver problemas y sobre todo cómo le van hacer para resolverlos. Y todo esto en un ambiente de total transparencia, de cara a la sociedad.
Los rumores, los chismes, calumnias y demás no ayudan en nada: lo que provocan es un ambiente tenso y repulsivo. La impresión que me da es que los mecanismos de selección de los candidatos son los que están propiciando este caldo de cultivo autodestructivo.
No es casual, que sea precisamente entre priistas y morenistas, donde se está tensando más el ambiente preelectoral. ¿Por qué? pues porque es precisamente en estos partidos en los que más oscura es la designación de candidatos: el oscuro dedazo del gran elector.
Pero todo esto no quiere decir que los demás partidos escapen a está calamidad: son los dirigentes, los que están en las cúpulas de los partidos, los que se reparten el poder. Urge la democracia hacia el interior de los propios partidos.

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