viernes, 23 de febrero de 2018

Leer a Octavio Paz

Alejandro Mario Fonseca

A mi amigo Alejandro Oaxaca

Octavio Paz el poeta, el político, el sabio, es uno de esos grandes hombres de la literatura universal que brillaron y seguirán brillando por muchos años; además es mexicano.
Para mí fue muy importante ya que gracias a la lectura, primero de sus poemas y después de sus ensayos políticos, pude acercarme a la comprensión cabal de las razones, las causas, las limitaciones, los abusos, la abundancia, la escasez, en suma la enorme complejidad de la vida económica, política y social de nuestro México.
Mi primer acercamiento a la obra de Paz fue en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM. Conocí su poesía gracias a algunos compañeros de la prepa 6 de Coyoacán.
Recuerdo a Darsel Salinas, a su hermano Edmar y a algunos otros que eran hijos de intelectuales, profesores y periodistas: estaban al día de las novedades culturales de México y del mundo, sobre todo de Francia.
En aquella época leí El cántaro roto, un poema que anticipa uno de sus más grandes libros: El arco y la lira. Publicado en 1956 fue la obra con la que Paz obtiene el premio Xavier Villaurrutia, el mayor reconocimiento literario de México.

Octavio Paz recibe el Premio Nobel 1990-

El arco y la lira
El arco y la lira es un texto obligado para cualquier estudiante de literatura y humanidades en México y en cualquier parte del mundo. Querido lector ¿quiere usted leer poesía? ¿Quiere usted entenderla? ¿Disfrutarla? Lea El arco y la lira.
Paz se pregunta ¿qué dicen los poemas? ¿Hay un decir poético irreductible a todo otro decir? ¿Cómo se comunica el decir poético? Es un texto que nos acerca al mundo de la revelación poética, a la inspiración y al viaje a la “otra orilla” para vivir la experiencia poética.
También responde a su preocupación sobre las relaciones entre la poesía y la historia. Como dice Alberto Ruy Sánchez, uno de sus más lúcidos biógrafos: “…su pregunta eterna sobre las maneras en las que el acto irreductible de la poesía se inserta en el mundo”.
Para Octavio Paz la poesía no debe cantarle a la historia sino ser historia, la experiencia poética es un regreso a sí mismo, a los deseos más profundos y auténticos de uno mismo.

Los signos de la rotación
Sigo a Ruy Sánchez: A partir de la segunda edición (1967) de El arco y la lira, un texto llamado “Los signos de rotación” substituiría al antiguo epílogo. Se trata de un nuevo manifiesto de poética que sostiene y explica que la poesía moderna no es, como se ha dicho, poema de la poesía, sino que actualmente la forma más alta de poesía está en la negación de la poesía, en la crítica del lenguaje, de la experiencia poética misma.
Signo de los tiempos: en el poema mismo estará su lectura, pero nunca deberá ser una lectura definitiva, cerrada. Por otra parte, la poesía debe ser, no invención sino descubrimiento de los otros, de la otredad que nos rodea. En este sentido la poesía es la búsqueda misteriosa y auténtica de un aquí y un ahora.
El tema de la poesía y la revolución, de la poesía y la sociedad, es revisado y de nuevo puesto entre paréntesis, identificado en su parte de impertinencia. Según Paz, la misión del poeta era, antes, dar un sentido más puro a las palabras de la tribu; hoy es una pregunta sobre ese sentido. Al mismo tiempo, la poesía es intento por recuperar la unión de lo que fue separado.

El cántaro roto
El cántaro roto es un poema escrito por Paz en 1955 en el que anticipa con toda claridad los conceptos que plasmaría ya en su texto didáctico del 56 El arco y la lira. Eran los años del “alemanismo”, ya la “última gran oleada” de la Revolución Mexicana” del cardenismo había pasado. Iniciaba la era de la plutocracia del PRI gobierno.
La Revolución había fracasado, iniciaban los grandes negocios presidenciales: la raíz de la corrupción y  la impunidad que todavía padecemos.
El cántaro roto despliega una mirada indignada sobre la seca miseria de México, y clama por una nueva síntesis de lo desunido, veamos algunos párrafos:
Dime, sequía, dime, tierra quemada, tierra de huesos remolidos,  dime, luna agónica, ¿no hay agua, hay sólo sangre, sólo hay polvo, sólo pisadas de pies desnudos sobre la espina, sólo andrajos y comida de insectos y sopor bajo el mediodía impío como un cacique de oro?
¿No hay relinchos de caballos a la orilla del río, entre las grandes piedras redondas y relucientes, en el remanso, bajo la luz verde de las hojas y los gritos de los hombres y las mujeres bañándose al alba?
El dios-maíz, el dios-flor, el dios-agua, el dios-sangre, la Virgen, ¿todos se han muerto, se han ido, cántaros rotos al borde de la fuente cegada? ¿Sólo está vivo el sapo, sólo reluce y brilla en la noche de México el sapo verduzco, sólo el cacique gordo de Cempoala es inmortal?
Tendido al pie del divino árbol de jade regado con sangre, mientras dos esclavos jóvenes lo abanican, en los días de las grandes procesiones al frente del pueblo, apoyado en la cruz: arma y bastón, en traje de batalla, el esculpido rostro de sílex aspirando como un incienso precioso el humo de los fusilamientos, los fines de semana en su casa blindada junto al mar, al lado de su querida cubierta de joyas de gas neón, ¿sólo el sapo es inmortal?
  

Ensayos políticos
Y ya para finalizar este breve comentario sobre la obra de Octavio Paz, le comparto que también considero una gran suerte no sólo haber tenido la oportunidad de leer su poesía desde joven, sino la de seguirla leyendo ahora de viejo.
 Resulta muy reconfortante en estos tiempos aciagos en los que nuestro país parece hundirse en la mediocridad,  la violencia y la corrupción, abrir un texto de Paz y releer por ejemplo El cántaro roto o Piedra del Sol, o alguna otra de sus colecciones de versos.
 O si usted prefiere, lea alguno de sus ensayos políticos. Y si hace esto último, estoy seguro que le va a ser de mucha utilidad, sobre todo ahora que estamos a punto de vivir una nueva oportunidad para corregir el rumbo económico, político y social de nuestro país.
Lea por ejemplo  El ogro filantrópico, Las ilusiones y las convicciones, o El espejo indiscreto. O mejor lea y estudie los tres. En el primero va a encontrar una explicación clara y concisa de la historia política de México.
En cuanto a Las ilusiones y  las convicciones, se trata de un ensayo que Paz dedica a Don Daniel Cosío Villegas y resulta de suma utilidad para entender por qué nuestro país no ha podido convertirse en una nación moderna.
Finalmente si usted lee El espejo indiscreto podrá comprender las claves de la compleja relación de nuestro país con el imperio norteamericano.
Pero además, insisto estoy seguro de que el estudio de estos tres ensayos lo ayudaran a votar con responsabilidad en el gran evento electoral que los mexicanos estamos por vivir.
Bibliografía: Una introducción a Octavio Paz; Alberto Ruy Sánchez; Fondo de Cultura Económica; México, 2014.

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