martes, 1 de mayo de 2018

Además de mentirosos montoneros

Alejandro Mario Fonseca
Hace 8 días, el pasado domingo 22 de abril, muchos mexicanos estábamos con una gran expectativa por el debate entre los candidatos a la presidencia. Yo intencionalmente había escrito mi colaboración periodística unas horas antes.
Y después del evento ya no quise modificarle una sola coma. Ya que en esencia sucedió lo que había vaticinado. Sin embargo, después de verlo de nuevo e incluso de estudiarlo, mi percepción cambió. Pero en lo esencial no me equivoqué.
Decía yo que lo que veríamos sería una pugna entre demagogos, que a base de verdades a medias, de mentiras e incluso de infamias, intentarían defender sus canonjías y sus fortunas mal habidas.
También explicaba que la demagogia es una estrategia, muy utilizada en la actualidad, para conseguir el poder político, que consiste además de mentiras, en apelar a prejuicios, emociones, miedos y perspectivas de la sociedad.
Para mí quedó muy claro que Anaya es un gran demagogo que abusa de la ignorancia, de la desinformación y de la propaganda política. Y en consecuencia, lo que pudo haber sido un gran debate devino en un acto vulgar, sucio e indigno. De verdad, nunca esperé que cayera tan bajo.

Pellicer y AMLO, humanismo y raíz política. REGENERACIÒN .MX.
 ¿Qué le pasa a Ricardo Anaya?
Ricardo Anaya está demostrando que carece de formación política sustentada en valores filosóficos sólidos. Yo esperaba que se atreviera a utilizar por lo menos los principios básicos de su partido Acción Nacional, aquellos que hablan de justicia social, el bien común, la dignidad de la persona, la subsidiaridad y la solidaridad.
La temática del debate se prestaba muy bien para hablar de estos conceptos, que por lo demás son principios filosóficos que provienen de a Doctrina Social Cristiana, que le hubieran servido a Anaya para presentar una propuesta alternativa a la que viene sosteniendo AMLO desde hace ya rato.
¿Por qué no lo hizo? Se me ocurren varias hipótesis, la primera ya la mencioné: Anaya carece de formación filosófica sólida. Entonces enfrentar a AMLO en su propio terreno hubiera significado perder el debate de antemano.
La otra hipótesis es la que habla del gran desprecio hacia los mexicanos que guarda Anaya en el fondo de su corazón. Nos cree tontos, ignorantes, incapaces de comprender principios y valores, que siendo una especie de “propiedad privada” de los panistas, ni siquiera somos dignos de escuchar.
Pero las dos hipótesis se complementan. En cuanto a formación filosófica Anaya no le llega ni a los talones a AMLO. Y además siente un profundo desprecio por los mexicanos y por nuestras instituciones. Así que prefirió el camino fácil, el de las mentiras, los prejuicios y el miedo, en suma, el de la demagogia.

¿Quién ganó el debate?
Así que sucedió lo  que yo había previsto, el debate resultó muy malo. Es más, ni siquiera hubo debate. A primera vista Anaya resultaría él ganador y AMLO él perdedor, porque “no supo ni siquiera defenderse”.
Pero ya viéndolo con calma y estudiándolo, resultó una verdadera torre de Babel en chiquito: cada loco con su tema. Y como todos se le fueron encima al “Peje”, este reaccionó con una gran habilidad histriónica: no les dio gran importancia y se mostró hasta aburrido.
Así que el tabasqueño ganó el debate sin debatir, por la sencilla razón de que no hubo debate. Además, Margarita y el Bronco demostraron que nada tienen que hacer allí, claramente fueron como provocadores. Y de Meade ya mejor ni hablo: ya causa más pena que risa.
Yo esperaba un Ricardo Anaya más serio, que intentara perfilarse como el estadista, como el presidente que nuestro país necesita. Que aprovechando su juventud, arrojo e inteligencia se enfrentara en serio con AMLO: resultó decepcionante.
Así que no se confunda estimado lector, pero tampoco me crea a mí todo lo que digo, mejor investigue por su cuenta y descubra quién es AMLO. ¿No le parece que sí todo lo que dicen de él sus detractores, fuera cierto, ya estaría en la cárcel desde hace rato?
Un político perseverante
El 13 de noviembre de 1953 nació en Tepetitán, un pueblo del municipio de Macuspana, Tabasco, Andrés Manuel López Obrador. Se trata de uno de los políticos más aguerridos y controvertidos de la izquierda mexicana.
Durante su carrera política, se desempeñó como presidente estatal del PRI en Tabasco, presidente nacional del PRD, Jefe de Gobierno del Distrito Federal y candidato a la Presidencia de México por la Coalición Por el Bien de Todos en las elecciones federales de México de 2006 y por la Coalición Movimiento Progresista en las elecciones de 2012. Desde 2014 es el máximo líder del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Este rápido vistazo a su biografía nos habla de perseverancia: de un político de formación y de profesión. El único dato “oscuro” que encontré fue que se tardó en estudiar la licenciatura en Ciencias Políticas en la UNAM, nada menos que trece años: de 1973 a 1986. 
Y si, se tardó 13 años, pero porque trabajó y estudió al mismo tiempo, ya que fue delegado del Instituto Nacional Indigenista (INI) en Tabasco, entre 1977 y 1982. Y además ya había trabajado en la campaña, nada menos que del poeta Carlos Pellicer, para senador de la república, como candidato externo del PRI. Y aquí viene lo más interesante,
La influencia de Carlos Pellicer
Fue precisamente la influencia de Carlos Pellicer la que marcaría a AMLO para el resto de su vida. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria de México y, posteriormente, hizo estudios en Bogotá, Colombia.
Pellicer fue profesor de literatura y de historia en escuelas secundarias,  un excelente periodista y un fino y agudo crítico literario. Como promotor cultural, fue museógrafo e impulsor de las artes plásticas, y en su faceta política ejerció la diplomacia y fue senador de la República.
Integrante del círculo de creadores formado en torno a la revista Contemporáneos (Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen y otros), a diferencia de ellos no se inclinó por una poesía metafísica, centrada en la conciencia.
Carlos Pellicer se interesó más bien en la exuberancia del paisaje natural y los elementos que lo integran (el aire, el viento, el fuego). De ahí que la crítica no considere racionalista su poesía, sino más bien un canto que celebra el mundo.
AMLO ha reconocido en varias ocasiones su deuda intelectual con el poeta Pellicer. Y digo que lo marcó para toda la vida porque para Pellicer la política era una “tarea evangelizadora”.
Y esa es la gran diferencia del Peje con sus contrincantes. En el núcleo duro de su Proyecto Alternativo de Nación, está la revolución de las conciencias, para impedir en el futuro, el predominio del dinero, del engaño y de la corrupción, y la imposición del afán de lucro sobre la dignidad, la moral y el amor al prójimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario