lunes, 14 de mayo de 2018

¿Cómo corregir el populismo?

Alejandro Mario Fonseca
Andrés Manuel López Obrador se perfila como el virtual ganador en las próximas elecciones. Ya estamos a 6 semanas del acontecimiento y si todo transcurre con normalidad, lo más probable es que Andrés Manuel gane la presidencia de la República con relativa facilidad.
Ricardo Anaya y José Antonio Meade han ensayado una gran gama de trucos, que van desde el desparpajo y las pantomimas divertidas; hasta la mentira, la intimidación velada y los ofrecimientos populistas de todo tipo.
Acusan a Andrés Manuel de populista, pero ante la adversidad de las encuestas, caen en la misma trampa de la manipulación del electorado, ofreciendo lo mismo que aquél al que critican: el resultado es que ya pocos les creen.
Y es que las propuestas de campaña de Peña Nieto fueron un gran engaño. No obstante que las “firmó ante notario público”, no llegó a cumplir ni la mitad de lo que prometió. Y por su parte el panismo carga con 12 años de desprestigio, que Fox y Calderón se ganaron a pulso.
Así que veo el triunfo del tabasqueño como algo inminente. Y precisamente por ello, porque muchos mexicanos le creemos, y vemos en él una alternativa real a la debacle económica, política y social, es que debemos adoptar una postura de apoyo, pero no por ello menos crítica.

"Todos los partidos son populistas en Mèxico"

¿Los tres son populistas?
Y finalmente lo que tenemos, por un lado es a un Ricardo Anaya que carga con la herencia panista maldita de dos ineptos que despilfarraron un prestigio democrático y una filosofía ganados por el PAN a lo largo de más de medio siglo.
Y por el otro a un José Antonio Meade que a su vez carga con el  fracaso del regreso del “orden y la buena administración” que prometió Peña Nieto, pero que en la realidad significó la profundización de la corrupción y demás lacras.
Pero lo grave es que a primera vista, los tres candidatos, Andrés Manuel, Anaya y Meade resultan populistas. No, como que no, a ver veamos ¿qué es el populismo? Ya lo he comentado, pero no está por demás recordar el concepto.
El populismo es un movimiento doctrinal que pretende defender e interpretar los intereses populares, y moviliza grandes masas de composición heterogénea (pequeños empresarios, campesinos, asalariados y sectores marginales de diversa procedencia).
Ideológicamente es una mezcla de sentimientos y actitudes de variada índole (nacionalismo, antiimperialismo, justicia social, dogmatismo, demagogia, orden y disciplina), a los que se añade el caudillismo.
Desde sus orígenes el tipo ideal de populismo mexicano está representado por el PRI. Su principal oferta, la justicia social, salvo en la primera etapa  posrevolucionaria hasta el cardenismo, fue más una promesa incumplida que una realidad.

El populismo desesperado de Anaya
¿Y los panistas, también ahora resultan populistas? Pues claro, y si no dígame usted amable lector, ¿cómo es que están aliados con  lo peor de nuestra izquierda? Con los “chuchos” y demás oportunistas.
Se trata del regalo de año nuevo que nos dio Ricardo Anaya. El 2 de enero, tras haber tomado protesta como candidato frentista, hizo una muy relevante propuesta, que bien podría conducir a millones de ciudadanos en nuestro país a un mejor nivel  en su dinámica económica.
Se trata del Ingreso Básico Universal (IBU), y consiste en que el gobierno entregue una cierta cantidad de dinero en efectivo a cada mexicano, sin condiciones, para proporcionarle un piso estable, una plataforma sobre la cual edificar su libertad económica, su presente y futuro, y para combatir la pobreza, de forma radical.
Ya no ha insistido sobre el tema, seguramente su padrino el jefe Diego le jaló las orejas, pero ante la urgencia por destacar, no me extrañaría que volviera a insistir en ese ofrecimiento que deja a Andrés Manuel prácticamente desarmado.
Pero no nos dejemos engañar, querido lector. Desde luego que el populismo de Meade resulta más que hipócrita después de casi un siglo de PRI gobierno; y el populismo de Anaya es claramente producto de su ansia de poder,  oportunismo y  desesperación.

Y el populismo de AMLO ¿dónde quedó?
Entonces ¿el populismo de AMLO aparece como el único legítimo? Sí, porque ha sido consistente en sus propuestas y además porque ya demostró que son viables cuando fue jefe de gobierno del Distrito Federal.
Desde luego que no se trata de un populismo necio, irracional, desmedido como el de los gobiernos castrenses de Venezuela. No, el populismo de AMLO es moderado, se parece más al de Lula en Brasil, al menos eso quiero creer.
Y es que, como ciudadanos debemos exigirle al Peje que especifique de qué se trata, que detalle bien sus propuestas. Están bien las pensiones para los adultos mayores, siempre y cuando realmente las necesiten, no para todos indiscriminadamente; están bien las becas para los jóvenes, pero sólo para aquellos que realmente estudien o se capaciten; están bien los subsidios a los campesinos y los precios de garantía, siempre y cuando tengan un sustento racional; etcétera.
En suma, de lo que estamos hablando es de un populismo acotado por la razón, por la inteligencia, por la responsabilidad. A los que estén realmente en el desamparo sí hay que apoyarlos. Pero a los que todavía pueden valerse por sí mismos, lo que hay que hacer es reencausarlos.
Y todo esto vale no solamente para Andrés Manuel como futuro presidente de la República, sino para todos aquellos candidatos a gobernadores o a presidencias municipales del partido Morena, y para otros que sigan su ejemplo.

¿Qué es la subsidiaridad?
Y como la izquierda carece de conceptos apropiados, les recomiendo que estudien un poco la Doctrina Social Cristiana del PAN. Por lo menos que retomen el concepto de subsidiaridad, desdeñado hoy por los neo panistas de Anaya.
La Subsidiaridad tiene como fundamento el reconocimiento de la desigualdad entre los hombres. Es el principio que rige la relación entre pobres y ricos, por el que el uno debe de hacer lo más posible y el otro ayudarle sólo en lo necesario.  
El principio de Subsidiaridad implica: el derecho de los entes individuales o colectivos menores a ser respetados por los mayores para poder alcanzar su plenitud.
El derecho de los entes individuales y colectivos mayores de liberarse de las actividades que sean propias o posibles de ser ejecutadas por  los menores, para dedicarse a otras más elevadas, complejas o fructíferas.
¿AMLO retomando la Doctrina Social Cristiana del PAN? Sí, ¿por qué no? Hay que recordarle que el cristianismo está en el núcleo duro de sus propuestas.
Nuestra tarea como ciudadanos y como analistas del quehacer político es acotar mediante la crítica razonada los excesos de nuestros políticos.

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