martes, 26 de junio de 2018

La política y las Tres Joyas del Buda

Alejandro Mario Fonseca
Las Tres Joyas hacen referencia a las cosas en las que una persona budista toma refugio para ser seguidor de las enseñanzas de Buda Gautama. Son la herencia que nos legó el Buda.
Las Tres Joyas son: vivir en la verdad, el entendimiento correcto y la comunidad. Se trata de una herencia que no pertenece exclusivamente a los budistas; todos los seres humanos podemos disfrutar de ella, lo único que tenemos que hacer es entenderla y vivirla.
La primera joya es el concepto mismo de Buda, que significa el iluminado. De lo que se trata es de abrir bien los ojos, de “despertar” y observar la esencia de las cosas. Se trata de vivir lo más cerca posible de la verdad.
La segunda joya es el Dharma, que para los budistas significa el entendimiento correcto. Tiene varios significados, y el que más me gusta es el de conducta correcta. Es lo opuesto del Karma, de tal manera que aquel que hace el bien será recompensado con creces sin proponérselo.
Y la tercera joya es el Sangha, la comunidad de los budistas, que generalizando sería aquel grupo de seres humanos que decide despertar y que viviendo en la verdad, actúa correctamente: la comunidad fortalece la acción. Yo añadiría que la comunidad es la razón de ser de las primeras dos joyas.
Buda


Las Tres Joyas y el quehacer político
Pude haber buscado estas Tres Joyas en el Nuevo Testamento, recurriendo a las enseñanzas del Maestro Jesús; también pude haberlo hecho basándome en las enseñanzas del Maestro Mahoma, contenidas a su vez en el Corán.
Pero me basé en los Sutras o sermones budistas, porque me parecen muy claros y fáciles de entender; y aun cuando resultan esquemáticos, ganan terreno en didáctica ya que facilitan el aprendizaje.
Y lo que hoy quiero compartir con usted, amable lector, es el ejercicio de llevar estas Tres Joyas a la vida cotidiana de nuestros días. Y por qué no, también llevarlas a la valoración del quehacer político tan complicado que nos tocó vivir.
Y es que las Tres Joyas pueden ser vistas también como  un  refugio o como un camino, que  viene a significar que una vez que la persona ha comprendido su sentido de liberación, actuará en la vida cotidiana, incluida la política, de manera asertiva.
De lo que se trataría es de tomarnos en serio el concepto de democracia. Y más allá de la democracia de los antiguos que significaba el gobierno del pueblo, en el que la democracia directa era posible; en las sociedades modernas la democracia es esencialmente indirecta: es elección.

El núcleo duro de la democracia: diálogo ciudadano
A lo más que podemos aspirar es a elegir correctamente a aquellos que nos van a gobernar, a aquellos que van ejercer el poder ejecutivo (presidente, gobernadores y alcaldes) y a los que van a legislar por nosotros, nuestros representantes populares, el poder legislativo (regidores, diputados y senadores).
De lo que estamos hablando, es de democracia representativa.  Es decir, en las sociedades modernas el gobierno del pueblo es imposible, por ello se vuelve muy delicada la elección de nuestros representantes. El pionero de la propuesta es John Stuart Mill, para quien el núcleo duro del concepto está en el diálogo ciudadano.
Pero ¿cómo elegir correctamente en medio de la gran confusión que significa la llamada “guerra sucia” electoral? Por quién votar si todos se acusan unos a otros de las peores prácticas, de abusos, despilfarro y corrupción; incluso de las peores inmoralidades en  la vida privada.
Y si, es mediante el diálogo ciudadano como podemos tomar las mejores decisiones. Pero de nueva cuenta el diálogo ciudadano también se complica mucho. No es posible que todos los ciudadanos  platiquemos “cara a cara” con todos los candidatos.

¿Por quién votar?
Por eso es que los “conocemos” a partir de sus discursos en los mítines, de sus declaraciones a la prensa, de sus spots en la radio y la televisión; y ya un poco más a fondo en las entrevistas y los análisis que nos presentan los especialistas, también en los medios.
Pero, insisto, ¿a quién creerle? Si todos se acusan entre sí de las peores cosas. Entonces ¿les creemos a las encuestas, a los debates? Y bueno, ya estamos entrando al punto fino del fenómeno electoral: ¿qué candidato se acerca más a la verdad? ¿Quién de los comentaristas y analistas es el más serio y riguroso? ¿Cuál de las encuestadoras es la más honorable?
Por eso es, amable lector, que le propongo utilizar la Tres Joyas del budismo como una guía heurística para decidir por quién votar. Necesitamos abrir bien los ojos, investigar y acercarnos lo más posible a la verdad. Descubrir quién de los candidatos es el más congruente entre lo que dice y  lo que hace.
Investigar su vida, de dónde viene, qué ha hecho, qué cargos ha ocupado, etcétera. Muy poco nos ayudan los medios para saber todo esto. Sin embargo, hay de medios a medios. No es lo mismo el canal 11 o CNN que Televisa o T V Azteca; tampoco es lo mismo el Diario Reforma que El Sol de México.
Y cuidado con las redes sociales de Internet, no se deje llevar con la finta, están llenas de chayoteros despiadados que se venden al mejor postor. No es difícil descubrirlos.

Despierte, actúe correctamente, piense en el bien de su comunidad
Tomar decisiones de la manera más objetiva posible es muy difícil, sobre todo en la esfera de la política, pero no es imposible. Hay que leer, investigar, dialogar… si, es difícil. Pero algo tenemos que hacer.
Por lo pronto no nos dejarnos engañar. Los que van a intentar comprarle su voto, esos son los malos: denúncielos. Además ya sabemos quiénes son, en las pasadas elecciones ya lo han hecho, llego el momento de ponerles un alto. Esta vez estamos obligados a decir ¡ya basta!
Observemos con cuidado quién es quién. No es lo mismo necedad que perseverancia. El político necio jamás corrige y casi siempre cae en la violencia y la corrupción, es escurridizo, no dialoga.  En cambio el político perseverante es horado, trabaja, corrige, lo intenta y vuelve a intentarlo.
 Está en juego el futuro de nuestra patria, es ahora o nunca. Llegó el momento en que los mexicanos estamos obligados a despertar, a actuar correctamente y a tomar decisiones que realmente beneficien a nuestra comunidad.

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