lunes, 9 de julio de 2018

MX: ¿Quitarle a los ricos para darle a los pobres?

Alejandro Mario Fonseca
La escena sucedió dos semanas antes de las elecciones del pasado 1 de julio. Se festejaba el cumpleaños del patriarca de una familia adinerada. Él, hombre de negocios sin educación formal había amasado una gran fortuna en la industria de la construcción.
Sus dos hijos varones aunque habían estudiado en universidades privadas, carecían de vocación empresarial, pero gozaban de buenos puestos en las empresas de su padre y en el gobierno, también por recomendación de su padre.
También tenía dos hijas, una casada con un ingeniero de familia modesta pero muy trabajador, era el brazo derecho del patriarca y mantenía sus empresas con muy buenos resultados financieros. La segunda hija era divorciada con dos hijos y vivía con sus padres.
En la sobre mesa de la fiesta salió a colación el tema de las elecciones. Tanto los hijos como las hijas hablaron del peligro de que López Obrador llegara a la presidencia. La hija menor hasta lloró y le rogó a su padre que si ganaba AMLO se fueran a vivir al extranjero porque perderían la fortuna familiar.
Hasta el final el patriarca habló con calma y los tranquilizó. Les explico a sus hijos que si AMLO ganaba iba a haber más proyectos de construcción y más trabajo, que no había nada que temer. Además de rico era un hombre sabio.

Pluto de Aristófanes
Esta escena me recordó una obra de teatro que vi hace muchos años creo que en el Foro Isabelino de la UNAM. Acabo de releerla para escribir esta nota: Pluto una comedia escrita hacia el 380 a. C. por el autor griego Aristófanes.
Pluto es el dios ciego de la riqueza, y como la mayoría de sus obras, Aristófanes hace una sátira política de la Atenas de la época que incluye un maestro ingenuo, un esclavo insubordinado y muchos ataques a la moral de entonces.
El maestro Cremilo es un anciano ciudadano ateniense que se ve a sí mismo y a su familia como virtuosos pero pobres. Está preocupado por ello y pide consejo a un oráculo. El oráculo le recomienda seguir al primer hombre con el que se encuentre y convencerle de que le acompañe a su casa. Este hombre resulta ser el dios Pluto.
La primera parte de la obra examina cómo la riqueza no es repartida entre los virtuosos, ni necesariamente entre los no virtuosos, sino que es distribuida al azar. Cremilo está convencido de que si se restituyera la vista a Pluto, estos errores podrían rectificarse y el mundo sería un lugar mejor.
La segunda parte presenta alegóricamente a la diosa Pobreza, quien refuta el razonamiento de Cremilo de que es mejor ser rico, argumentando que sin pobreza no habría esclavos (pues todos ellos podrían comprar su libertad) ni tampoco comidas o bienes lujosos (pues nadie trabajaría si todos fueran ricos).
Finalmente, se muestra a Pluto con su vista sanada. Pluto da riquezas a algunos y se las quita a los que ve que no son virtuosos. Esto hace que surjan comentarios rencorosos y clamores de injusticia por parte de los que han perdido sus riquezas: todo se vuelve un caos.

Aristófanes el poeta de la política
El autor griego nos proporciona, en clave de comedia, los elementos necesarios para entender la sociedad ateniense del siglo V y el proceso político que se está produciendo en la Atenas de Pericles.
El siglo V antes  de Cristo, es el Siglo de Pericles, término acuñado al período de la historia de Atenas  en el que alcanzaron su apogeo diversas manifestaciones culturales. 
Pericles, el estratega, el político y el orador  ateniense, supo rodearse de las personalidades más destacadas de su tiempo: políticos, filósofos, arquitectos, historiadores, poetas, etc.
Fomentó las artes y las letras y dio a Atenas un esplendor que no se repitió a lo largo de su historia. Realizó también grandes obras públicas y mejoró la calidad de vida de sus ciudadanos.
Pero regresando a Pluto, la obra se habría representado ante los dirigentes atenienses de la época. Casi todos ellos habrían sido ricos, y muchos nada virtuosos. Aristófanes guarda deliberadamente para ellos sus más mordaces ataques.
Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época.
Aristófanes era conservador, defendía la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. A Sócrates lo veía como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes.

El dios Pluto mexicano
Sin embargo Pluto de Aristófanes resulta sumamente esclarecedor de lo que sucede en la actual transición política que estamos viviendo los mexicanos.  No, no necesitamos que el dios de la riqueza recupere completamente la vista, con que recupere un sólo ojo nos daremos por bien servidos.
Y es que en México desde hace más de 40 años Pluto además de perder la vista, también perdió la razón. Desde el gobierno de Echeverría, pero sobre todo desde el de López Portillo, la riqueza ha beneficiado a los que menos se la merecen.
No digo que todos, pero sí muchos empresarios se han enriquecido gracias a sus vínculos con los malos gobiernos. Y la situación se agravó con el neoliberalismo de Salinas de Gortari. De manera irracional se desmanteló el raquítico Estado de Bienestar a la mexicana que tanto tiempo y sacrificios había costado construir.
Además los más beneficiados han resultado ser los malos gobernantes y políticos que de la noche a la mañana amasaron inmensas fortunas; incluidos líderes sindicales y jefes de clientelas de todo tipo, permisionarios, ambulantes, taxistas, chayoteros de los medios de comunicación y un largo etcétera. Con la irrupción del crimen organizado en la política, todo empeoró.
Así que los mexicanos no le pedimos al dios Pluto que recupere completamente la vista, pero sí que recupere la razón. Hay que devolverle racionalidad al sistema político mexicano, pero no para que todos los mexicanos nos volvamos ricos, sería una estúpida ilusión, sino para que haya trabajo digno bien remunerado y para que desaparezca la pobreza extrema, es decir la miseria.
Los juniors y los pirrurris mexicanos no tienen nada de qué asustarse, no van a tener que huir del país con sus grandes fortunas. Lo que sí van a tener que hacer es ponerse a estudiar y a trabajar para convertirse en buenos empresarios: en empresarios modernos.
Los que votamos por hartazgo debemos dar paso a la esperanza. Esperemos que por lo menos se revierta la corrupción y se terminen la impunidad, la violencia y la miseria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario