lunes, 23 de julio de 2018

Óptica Ciudadana ¿O VOLVER AL ANTEPASADO?

Por José Luís Hernández Jiménez
En la forma, la nueva distribución del poder político en México, se parece a la que había en el pasado reciente, cuando nos mal gobernaba un “Partido de Estado”.
Dicho Partido se denominaba PRI (Partido Revolucionario Institucional; aún se llama así, pero desde hace lustros dejó de ser Partido de Estado), era todopoderoso, muchos le apodaban “la aplanadora” y en los comicios ganaba  el “carro completo”. O casi. Y estaba comandado por un Presidente, que todo lo podía, pues su palabra era la ley, y todo lo sabía, como un Tlatoani o un cuasi dios.
Dicho ente tenia amplia mayoría en las Cámaras federales, la de Senadores y la de Diputados, y dominaba la mayoría del poder político en las entidades federativas, pues casi todos los gobernadores y Congresos locales eran como de su propiedad, incluso la capital de la República era administrada por 17 subordinados suyos, 16 de ellos se llamaban “Delegados” y al coordinador le decían “Regente”.

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La oposición estaba dividida, era ninguneada y, casi siempre, reprimida.
Aquel Partido de Estado nació fuerte, desde el poder, en 1929, como Partido Nacional Revolucionario (PNR), como una gran coalición promovida  por el Presidente Plutarco Elías Calles, para dar cauce al fin, y a los reclamos, del movimiento armado iniciado en 1910; Luego, en 1934, bajo los auspicios del Presidente Lázaro Cárdenas, fue transformado en Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y fortalecido con organización corporativa, pero organización al fin de cuentas  y, claro, de nuevo desde el poder; A otro Presidente, Miguel Alemán Valdez, le tocó “institucionalizar” a ese Partido de Estado, le llamó PRI.
Dicho Partido, a través del Presidente de la República, todo lo controlaba. Era el país de un solo hombre. Por ello, se creía que todo lo resolvía. Decía representar a todos los mexicanos, y que por ello, todos estaban contentos, eufóricos, satisfechos. De 1952 a 1970, aplicó un modelo económico, que fue conocido como Desarrollo Estabilizador; con su aplicación se empezó a abandonar el campo, para dar paso a la industria y a las urbes. La economía creció 6 % en promedio, durante muchos años.   
Pero algo no checaba. La riqueza creada no se distribuía equitativamente. La cantidad de pobres no dejaba de aumentar. Y las inconformidades  sociales empezaron a multiplicarse. En 1958-59, ese Partido de Estado sufrió un primer gran descalabro a su credibilidad. Para acallar los reclamos que le paralizaron el país, reprimió brutalmente a muchos movimientos sindicales, de telegrafistas, maestros, médicos, agraristas, y principalmente, a los ferrocarrileros encabezados por  Demetrio Vallejo. De estos movimientos reprimidos, surgieron guerrillas.
Veinte años después, o sea, ¡hace 50!, el Partido de Estado, PRI, sufrió otro gran descalabro y sacudida, con el Movimiento Estudiantil Popular, al cual reprimió, de nuevo brutalmente, en Tlatelolco principalmente. Esa ocasión, el desprestigio de dicho régimen, también fue internacional.  Surgieron más movimientos guerrilleros, pues además de que la cerrazón política se había consolidado, suprimiendo en los hechos, las libertades democráticas (los medios de comunicación, como la Tv y la radio, estaban cerrados a la oposición, en los diarios no se permitía criticar al gobierno, y menos al Presidente, se obstaculizaba el ejercicio de los derechos de reunión, asociación, manifestación) y  la pobreza siguió  aumentando.
 La guerrilla seguía operando y desde el régimen, se le reprimía con algo que el pueblo denominó la “guerra sucia”, pues oficialmente no había guerra pero los disidentes eran torturados, encarcelados, reprimidos de otras formas y desaparecidos sistemáticamente. A veces aparecían sus cadáveres, a veces ni eso.  Entonces surgieron más Partidos independientes, sin registro electoral, por supuesto.
La presión interna y externa para que hubiera libertad política y menos desigualdad económica, aumentó a tal grado que aquel Partido de Estado, controlador de casi todo, empezó a ceder espacios a otras expresiones políticas. En 1976, se flexibilizó la Constitución General y la Ley Electoral, para dar espacio formal a las oposiciones. Para  el régimen, ello significó abrir un poco la olla exprés que parecía el país.
Pero ni en el seno de aquel Partido de Estado, soportaban la cerrazón política. Y en el extranjero se burlaban, diciendo que en México privaba la “dictadura perfecta”. Entonces gran parte de las fuerzas inconformes, socialistas, liberales, democráticas y progresistas, incluidos grupos del propio PRI, se juntaron electoral y políticamente y en 1988, propinaron un fuerte susto al Partido de Estado. Quedó algo desquebrajado. Entonces, por primera vez, en la segunda mitad del siglo XX, se dijo  - con pruebas en la mano, ya que oficialmente, no se contabilizaron miles de casillas - que ese Partido de Estado había perdido las elecciones. Al régimen le dio un soponcio, casi un infarto.
Desde entonces fue perdiendo poder.
En 1997, luego de más reformas electorales, que incluyó la ciudadanización de la autoridad electoral, aquel régimen de Partido de Estado, empezó a “morir”, ya que ese año perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y su bastión principal. La capital del país quedó en manos de una de las oposiciones. Y el año 2000 perdió la Presidencia de la República a manos de otra de las oposiciones.  Así inició la alternancia de Partidos en el poder. Aparte, el control del Congreso ya no fue solo del Presidente en turno. Éste y su Partido estaban obligados a negociar con las demás fuerzas políticas.
En esa dinámica, tres tendencias partidarias se fortalecieron. ¿La derecha, la izquierda y el centro? No necesariamente, pues su quehacer político, era y es, actuar como semejantes entre sí. A la vista apareció el verdadero problema de la democracia mexicana: la cultura política, era – y es - la misma de aquel viejo Partido de Estado.  El Presidencialismo, el caudillismo, el clientelismo, el corporativismo, el patrimonialismo, el nepotismo, la corrupción, la cargada, predominan en la vida política del país.     
Pero la sociedad civil, fue arrebatando espacios de poder, conformando e institucionalizando a diversas instituciones autónomas: Banco de México, CNDH, IFE/INE, CONEVAL, INEGI, IFAI, INAIP,…Y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con la creación de un Tribunal Electoral, ganó cada vez más independencia.  Como dichos cambios también hicieron eco en los Estados, estos también ganaron autonomía.
Con dichos avances – o sea, el Presidente y su Partido dejaron de controlar casi todo - el país se estaba acercando al ideal de los Liberales del siglo XIX, (quienes habían derrotado a los Conservadores que deseaban un país centralista, gobernado por un ente fuerte, como un  emperador), hacer de México una República Federal, democrática, representativa, laica, en el cual el Supremo Poder de la Federación,  se dividiese, para su ejercicio, en tres Poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, en donde no se puedan reunir, dos o más de esos Poderes, en una sola persona o corporación, ni depositarse el Legislativo en un solo individuo.
Sí, hay pendientes importantes a resolver: el Partido de Estado había desaparecido pero su cultura política, ya había permeado a todos los entes políticos; la distribución de la riqueza, injusta e inequitativa, sigue siendo el principal problema del país y la inseguridad generalizada y lacerante, se ha convertido en otro pendiente importante.  
En 2006, la derecha formal volvió a ganar la Presidencia de la República. Y en 2012, lo que quedaba del viejo Partido de Estado, volvió a la Presidencia, logrando con alianzas inéditas, la aprobación en el Congreso de las pendientes reformas estructurales del modelo  económico  vigente desde 1982.  
Y este 2018 se resolvió otro “pendiente” de la democracia mexicana, el acceso a la Presidencia de la República, de la otra tendencia política. “La izquierda” – no necesariamente, repito, pues la cultura política que practica, es la misma del viejo Partido de Estado – agrupada en el Morena, gana con gran respaldo electoral, la Presidencia de la República. Pero también obtiene el control mayoritario de las Cámaras de Diputados y de Senadores, y la mayoría de los Congresos Estatales (y en los hechos también, las gubernaturas de dichos Estados) y la capital del país.
El nuevo Presidente (salvo detalles legales) electo, don Andrés Manuel López Obrador, con lo ganado en buena lid (y la ayudadita que le diera la “mafia del poder”) tiene ya, un poder descomunal…. ¿cómo en el pasado del ex Partido de Estado? ¿Será el Morena, el nuevo Partido de Estado, el nuevo PRI? ¿O de plano, ocurrirá lo que querían en el antepasado los Conservadores, un país centralista…....con todos los males que ello conlleva?  
La respuesta se tendrá con el paso del tiempo y los acontecimientos que en él se den. Las tentaciones del poder absoluto son muchas. De por si, como solía explicar don Demetrio Vallejo Martínez,  sobre el porqué de las malas tentaciones del poder, “el poder es bonito, aunque sea chiquito”
Por lo pronto, aún sin tomar posesión formal como 1er. Mandatario, AMLO anunció que habrá 32 encargados de parte de su Morena, uno por entidad federativa, de administrar los fondos económicos federales, para el desarrollo. Es decir, aunque en el campo de la forma se anuncia, una descentralización administrativa, en el terreno de lo importante, se inicia una centralización política/económica, pues las entidades federativas, salvo la capital, dependen en un 50 % de los recursos federales. En los hechos, los “32 Delegados federales” serán una especie de 32 vicegobernadores. O futuros gobernadores.
Alguna de estas reflexiones y preocupaciones, intenté explicar el lunes 9 de julio, en el programa de radio por internet “Ventana Pública”, de la periodista Miriam Cruz, a quien agradezco su gentileza. Y… (Seguiré)

Notitas. Una.- Que en casi todos los países, cuando son visitados por el Presidente norteamericano o por sus allegados, se desatan las protestas multitudinarias. Algo así ocurrió cuando Donald Trump, visitó el año pasado, al Presidente Peña Nieto.  Pero recién vinieron cuatro de los funcionarios más poderosos de EU, para conocer a nuestro futuro Presidente Constitucional. Y fueron recibidos con apapachos. Curiosidades de la política. Dos.- Que otra curiosidad de las mismas, es que en uno de sus Twitter, el Presidente gringo recién anunció que “le dará gusto conocer en persona a “Johny  Trump”, nuevo Presidente de México”. Le preguntaron por qué lo llamaba así y respondió que porque tenía el mismo estilo de hacer política que el mismo. Y nadie dijo algo contra esa falta de respeto a don AMLO. Tres.- Que ninguna de las doce iniciativas legales anunciadas recientemente por  el virtual Presidente electo, parecen ser las “reformas profundas”, anunciadas en su discurso del 1 de julio pasado. Cuatro.- Que en el Campeonato Mundial de Futbol, recién clausurado con la coronación de Francia sobre Croacia, predominó el trabajo en equipo sobre el de las individualidades. Y nosotros le hacemos al revés, en casi en todo. Quizá por eso nuestros fracasos, igual en casi todo. Cinco.- Que por eso hay que hacer ejercicio diario, esto es algo de lo que se aprende, que es mejor trabajar en equipo. Y de paso sugiero, leer y leer. Pueden empezar con mi libro, “Cuando correteábamos utopías”. O, también les sugiero otro, de tema muy actual “Decidiendo juntos…frente a las drogas”, editado por el GDF.          
Hernandez-jimenez2012@hotmail.com     México, CDMX, a 12 de julio del 2018.  

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