miércoles, 11 de septiembre de 2019

Austeridad

Alejandro Mario Fonseca
Como ustedes, mis pocos pero valiosos lectores saben, tengo en la ciudad de México un hermano, Antonio, con el que comparto mi pasión por la política. Él vive en Tlatelolco y tiene a bien leer mis artículos, criticarme y publicarlos en su página: Vivir en Tlatelolco.

Últimamente hemos tenido algunas diferencias con relación a las políticas de nuestro Presidente AMLO. Sin dejar de ser crítico defiende con cautela casi todo lo que el tabasqueño se propone. Yo estoy en contra del rescate petrolero y del proyecto del Tren Maya, él no.


Hemos tenido muchas discusiones al respecto y debo reconocer que me ha hecho entrar en razón y ahora entiendo (ya lo sospechaba) la esencia de la Cuarta Transformación: la clave de todo está en la austeridad como valor primordial.
Austeridad
La ciudad de México sigue siendo el centro neurálgico del acontecer político, económico y social de nuestro país. Así lo ha sido siempre, desde la dominación de los Aztecas, pasando por la Colonia, hasta nuestros días.

Por ello es que los chilangos nos llevan siempre delantera a los provincianos, aunque ya no tanto gracias a los modernos medios de comunicación. Y gracias a Toño me enteré de que para entender cabalmente la 4 T hay que aceptar su núcleo duro: la austeridad.

Sí, la austeridad es la clave, somos un país pobre. Pero rico en historia, en recursos humanos y culturales; rico en la sabiduría de nuestros ancianos, en la belleza de nuestras mujeres y en el vigor y alegría de nuestros niños y jóvenes; sí, pero empobrecido materialmente por los abusos de los malos gobiernos y de los malos empresarios.


El consumismo nos aísla y nos enferma
Al glotón le dan ganas de dormir y el  sueño de la razón produce monstruos, esta es una de las frases más célebres de Jean Baudrillard, filósofo y politólogo francés que escribió El espejo de la producción en 1975.

Ya desde los años 60 sostenía que el marxismo había quedado desactualizado: según su pensamiento, la nueva base del orden social era el consumo y no la producción.

En su libro Crítica a la economía política del signo se propuso explicar el surgimiento de la sociedad de consumo y la economía a través de la aplicación de las Teorías del Signo.

 Así, en esta obra, Baudrillard atiende a las dinámicas de aislamiento y privatización del consumo que suponen la supremacía del sistema de dominación.

A su vez, defiende que el marxismo se había convertido en  “una corriente de pensamiento demasiado ocupada en cuestiones de economía política y demasiado alejada del análisis de la significación de la cultura”.

 Las fuentes de Baudrillard son Louis Althusser y Guy Debord. Del primero (estructuralista) acepta la enajenación del sujeto por la acción de la ideología y su crítica al humanismo; y del segundo, asumirá la exigencia de una política de vanguardia y heterodoxa: la crítica del efecto simulador que produce el exceso de mensajes, híper codificados y ajenos a la vida cotidiana.

Traigo a colación esta reflexión filosófica de Jean Baudrillard, porque su crítica da justo en el blanco: el problema de fondo que nos ayuda a entender la 4 T e AMLO: México debe alejarse lo antes posible del american way of life: del consumismo.


La sociedad de consumo
Otro libro de Jean Baudrillard, La sociedad de consumo, es una contribución magistral a la sociología contemporánea en la que nuestro autor analiza las sociedades occidentales contemporáneas, incluida la de los Estados Unidos, y se concentra en el fenómeno del consumo de objetos.

En la conclusión del texto puede leerse: Hay que plantear claramente desde el comienzo que el consumo es un modo activo de relacionarse (no sólo con los objetos, sino con la comunidad y con el mundo), un modo de actividad sistemática y de respuesta global en el cual se funda todo nuestro sistema cultural.

La sociedad de consumo, escrito en un estilo conciso, es un libro que las jóvenes generaciones deberían estudiar cuidadosamente pues posiblemente les inculque la misión de quebrar este mundo monstruoso de la abundancia de objetos tan extraordinariamente sostenido por los medios de comunicación de masas y, sobre todo, por la televisión y el Internet, un mundo que nos amenaza a todos.

Así como la sociedad de la Edad Media encontraba su equilibrio apoyándose en Dios y en el diablo, la nuestra se equilibra buscando apoyo en el consumo y su denuncia.

 Probablemente estamos viviendo la última fase del capitalismo salvaje: el consumo del imperio  a toda costa, no importa que media humanidad padezca hambre, no importan los miles y miles de muertos por la desnutrición, por las guerras de intervención, por el narcotráfico y por las epidemias inducidas.


Austeridad: el núcleo duro de la 4 T
Por otra parte, no creo que el tabasqueño AMLO haya leído a Max Weber, el padre de la sociología moderna, pero muy bien pudiera ser una de las inspiraciones de su proyecto.

A principios del siglo XX Weber escribió una serie de ensayos, que después se convertirían en un libro importantísimo para comprender los avatares de la vida moderna: La ética protestante y el espíritu del capitalismo.

Lo que hace Weber, es investigar los orígenes del capitalismo. Y lo que encontró, es sorprendente, sobre todo para nosotros los mexicanos que estamos acostumbrados a la corrupción.

Muchos de los primeros capitalistas no fueron aventureros que lo arriesgaban todo en empresas inciertas; todo lo contrario, fueron hombres racionales que planeaban lo que hacían. Además, llevaban libros de contabilidad, que si bien primitivos, les daban certidumbre sobre el futuro de sus empresas.

Pero lo más importante, y es lo que quiero subrayar aquí, es que sus acciones tenían una base ética: eran protestantes y seguían a Lutero y sobre todo a Calvino.


Los más interesantes son los presbiterianos, que creían en una doble predestinación; creían que estaban predestinados a la vida eterna en el reino de los cielos, pero además creían que esa predestinación valía también para lo que hacían aquí en el mundo terrenal. Lo que les exigía llevar una vida ejemplar: eran radicalmente austeros.

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