Alejandro Mario Fonseca
Ya he hablado en esta columna del surgimiento del Tercer Sector como una respuesta al
creciente desempleo mundial causado por la robótica, la computación y las
telecomunicaciones.
Al disponer los trabajadores de más tiempo libre y
encontrarse los desempleados sin nada que hacer, existe la oportunidad de
aprovechar el trabajo no empleado de millones de personas en tareas
constructivas fuera de los sectores público y privado.
Los talentos y la energía pueden dirigirse a la
reconstrucción de miles de comunidades locales y a la creación de una tercera
fuerza que florezca la sociedad independientemente del mercado y del sector
público.
Un Tercer Sector
que ya se ha abierto paso en la sociedad norteamericana, europea y japonesa, en
actividades que van desde los servicios sociales hasta la salud, la educación e
investigación, las artes, los grupos de auto ayuda, la religión y la abogacía.
Parce obvio, pero hay que aclarar que se le llama Tercer
Sector porque es independiente tanto
de los gobiernos como de las empresas privadas. A dichas instituciones en la
actualidad les llamamos Organizaciones no Gubernamentales (ONG).