|
Luis Manuel Navarro Hernández |
Barrio vecino
Se reunieron habitantes de esta colonia –delimitada por Insurgentes, Vallejo y Manuel González- en la biblioteca Parque San Simón, para compartir sus vivencias personales del lugar. Guillermo González Herrera, Luis Manuel Navarro Hernández y Marco Antonio Ríos Manzano externaron tales anécdotas, que consignamos aquí, buscando alimentar el interés por la historia del barrio.
(Ante todo, apuntamos que el entonces pueblo ya aparece en planos del siglo 18, como el anexo; ojalá que alguien nos informara de cuándo y cómo nació).
Por el tiempo que evocan los vecinos –de casi 70 años a la fecha-, resalta primero, que buena parte del San Simón actual, de Guerrero a Insurgentes, no estaba aún urbanizada: “habían sólo árboles, maleza y magueyes, adonde los niños íbamos a jugar, y las familias hacían día de campo”. Hacia este lado de la colonia, recuerdan que sólo existían fábricas –chiclera y de chocolates-, y el redondel donde se guardaba el ganado bajado del ferrocarril, camino al rastro.
|
Profr. Guillermo González Herrera |
No registran el apelativo “Tolnáhuac” para la colonia, sino siempre “San Simón las Trancas” –recuérdese que al cruce de Guerrero con Nonoalco se le llamaba “Las Trancas de Guerrero”-, y aquel apelativo dicen, lo habría adquirido más recientemente (¿?). También, que “Insurgentes estaba lleno de palmeras, de las que se traían ramas para la fiesta patronal del 28 de octubre”. Acerca de la iglesia, la rememoran de adobe sin recubrir, y aseguran que su imagen del Cristo, es una de las que trajo consigo Hernán Cortés: “otra está –comentan- en Santiago Tlaltelolco”.
Está muy presente la imagen del cercano Río Consulado, cuando aún lo era. “Las señoras lavaban la ropa ahí, y los niños nadábamos, entretenidos con los pescaditos”. Seguramente más tarde, cuando el río se volvió canal de aguas negras, recuerdan a “campesinos ataviados de calzón blanco, que recolectaban en un tompiate cargado desde la frente con mecapal, los excrementos humanos flotantes en el agua, para abonar con ello los chilares…”
Curiosidades de la charla: “El Gran Susto”, “Las Glorias Nacionales”, “Toña la Negra”, entre las pulquerías ya desaparecidas; alfalfares que iban de aquí hasta Azcapotzalco; la hoy calle Zoltán Kodali, que era zanja; a la escuela de Vallejo esquina Eje Central, la siguen llamando “La Garita”, en recuerdo de la que ahí mismo existió; la calle Rojas debe su nombre, a un excéntrico charro y criador de toros de lidia del rumbo…
En cuanto a pobladores y oficios, comentan que aquí habita un buen número de ex ferrocarrileros, quienes incluso al vértice norte de la colonia, le llaman “La Ferrocarrilera”. Asimismo, que no hay un tipo de actividad económica predominante, pero siempre existieron “obradores”, donde se sacrificaba y expendía todo tipo de ganado.
|
Marco Antonio Ríos Manzano |
Dicen por último, que el temblor de 1985 no afectó gran cosa a San Simón, y sin embargo se demolieron muchas de sus construcciones tradicionales, de adobe y tepetate (¿No debiera el INAH nos preguntamos, proteger la existencia de las casas de este material aún en pie, como un testimonio histórico?). Y concluyen con el inevitable tema de la inseguridad: que si el tianguis de la calle Zoltán Kodaly se ha venido reduciendo, se debe a que los delincuentes locales les cobran por “protección”. Realmente ilustrativa la plática…