Alejandro Mario Fonseca
¿Qué clase de farsa, de espectáculo,
de burla, de cinismo, de frivolidad, de abuso,… estamos viviendo los poblanos
en esta contienda electoral? Y que digo poblanos, en todo México la contienda
electoral se está convirtiendo en un verdadero circo.
Los últimos escándalos se dieron al
interior de MORENA y no pasó nada. A diestra y siniestra los operadores
nombrados por el Peje impusieron candidatos de otros partidos menos del propio.
Ya es vox
populi (por lo menos en Puebla con relación a Barbosa) que hasta vendieron
las candidaturas, espero que no haya sido así. Gabriel Zaid le llama al
fenómeno: “chapulinato”. Lo sorprendente es que el Peje sigue firme en las
encuestas; así está ya el hartazgo de los mexicanos.
Y al “chapulinato” hay que agregarle
la guerra de lodo, por decirlo con suavidad, que está tomando rumbos
insospechados que presagian violencia. O quizá exagero y no se trata sino de un
escarceo, a ratos soso, a ratos grosero, a ratos rabioso; con el que
precisamente se evita la violencia.
Esto último lo explican muy bien los psicólogos
sociales. La farsa electoral encubre una situación de control extremo por parte
de grupos con una gran influencia en los diferentes protagonistas tanto del
Estado, como de las instituciones ciudadanas de todo tipo, incluidas el
Instituto Nacional Electoral, y hasta el mismísimo Congreso (y no se diga los
congresos estatales).
Y es que no se puede pensar de otra
manera cuando los candidatos del PRI José Antonio Meade y del PAN, Ricardo
Anaya, desde hace rato se están “dando hasta con la cubeta”, como dice mi amigo
Octavio Rodríguez, y no pasa nada. Y al Peje también le toca, aunque, como ya
he comentado, se están reservando para un final entre dos.
La civilización del espectáculo |