Aurelio
Cuevas (Sociólogo)
En
medio de un ambiente cimbrado por la devaluación del 20% frente al dólar en lo que
va del gobierno actual, la reciente caída del precio internacional del
petróleo, y los cuestionamientos sociales al manejo oficial del “caso
Ayotzinapa” y a las maniobras del gobierno dirigidas a la privatización del
suministro de agua, se desenvuelve una ruidosa campaña mediática con vistas a
las elecciones de mediados de año.
Resalta
el abrumador bombardeo publicitario al que el Partido Verde (PV) ha sometido a
la sociedad desde fines del 2014, a través del cual se vanagloria de logros que
dista de haber realizado. Citamos uno: “La eliminación de las cuotas obligatorias en
las escuelas” (públicas). Antes de que esto se aprobara ¿a cuántos alumnos (as)
se les impidió el acceso a un plantel por no haber cubierto tal cuota? ¿Existe
alguna información de este tipo?
Otro
“logro” del PV es la ley que prohíbe los
circos con animales pero sin aludir a que está circunscrita al D.F., ni tampoco
a la forma en que se evitaría que estos últimos sigan siendo explotados (en
fecha reciente sus propietarios han anunciado la posibilidad de sacrificarlos
ante la dificultad de venderlos o devolverlos a su ambiente natural). En cuanto
a la aprobación de la ley que prohíbe a las empresas inmobiliarias construir
durante varios años en terrenos sometidos a la tala forestal, cabe preguntar ¿por
qué el PV no impulsó una ley que frenase la destrucción de los bosques
mexicanos (una propuesta auténticamente ecológica)?
La
denuncia hecha por varios partidos contra la “falta de equidad” en la
publicidad electoral derivó en una multa de casi 70 millones de pesos al PV; a
partir de ahí su mercadotecnia varió: “Nos importa lo que a ti te importa” es
la frase que aparece al final de sus mensajes alusivos al desempleo de los
jóvenes o a la incapacidad de la mayor parte de la gente para afrontar gastos
médicos mayores. En este sentido se emparenta con el slogan del Partido
Revolucionario Institucional: “Queremos lo que tú quieres”. Tal semejanza de
lenguaje se corresponde con el hecho de que ambos partidos van a lanzar
candidaturas comunes en el D.F., que desde 1997 es el bastión más importante de
un Partido de la Revolución Democrática cada vez más sumido en la corrupción y
el nepotismo. El PV se ha convertido así en el comparsa principal del PRI.
La
publicidad del Partido Nueva Alianza se distingue porque sus adherentes
postulan su interés como maestros(as) por la educación de las nuevas generaciones,
pero sin aludir a la manipulación mediática que al someterlas destruye las
bases culturales de nuestra nación. La forma en que las mujeres enfrentan sus
problemas cotidianos (doble jornada, madres solteras…) es vista como un mérito
individual y no como un cuadro de injusticia social. En síntesis un gremialismo
y feminismo lights estarían detrás de lo que pomposamente se asume como
identidad “turquesa”.
¿Y
qué decir del partido que persigue “cambiar la situación con la creación de
nuevas ideas”? Estas últimas no aparecen por ningún lado en la boca de sus
promotores, los cuales empiezan a denunciar que “México no está contento, no
hay nada que festejar…” para aparecer a continuación riendo y bailando sin
saberse que “nuevas ideas” provocaron tal contento. En este sentido hubiera
sido genial que en la propaganda blanquiazul apareciera junto con su condena al
salario mínimo deprimido (algo que no les importó modificar en sus 12 años de
gobierno) la imagen y voz del hombre publicitada en otro contexto por el
partido tricolor: “No me hagan recordar porque vuelvo a llorar”.
En
síntesis un alud de “spots” cursis, calibrados para penetrar en la mentalidad
de la clase media urbana, y con escasa o ninguna alusión a los problemas
sustantivos del país, constituyen las características básicas de la publicidad
electoral. En este sentido también la propaganda y las acciones de los llamados
“partidos de izquierda” (Movimiento de Renovación Nacional, del Trabajo o de la
Revolución Democrática) refuerzan el adoctrinamiento al que están sometidos los
gobernados para que estos sean indiferentes a las cuestiones públicas. ¿El
resultado?: una ciudadanía fragmentada o una sociedad despolitizada.
Falta
de un proyecto serio de reconstrucción nacional: se alude al combate a la
corrupción, al fin del fuero para acabar
con la impunidad de la clase política, a la implantación de un “salario mínimo
remunerador”, a la necesidad de “seguridad y justicia”, entre otras cosas. Cada
uno de estos puntos es indispensable para apuntalar dicho proyecto pero ante la
ausencia del mismo las elecciones solo son y seguirán siendo una burda danza de
espejismos políticos.
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