Alejandro
Mario Fonseca
Alberto
Palmeros era un vecino de Tlatelolco que trabajaba en una empresa alemana, creo
que en la Bayer. Era amante de la cultura alemana y viajaba a Alemania cada que
podía. Siempre tenía algún consejo o proverbio
que darme.
Muchos
idiomas como el alemán cuentan con proverbios que forman parte de la cultura
popular del país. Con ellos se expresa un pensamiento moral, un consejo o una
enseñanza. Tienen un significado literal y otro que se sugiere. A veces son muy
similares en español.
De los que decía Palmeros me acuerdo
especialmente de uno: Aller Anfang ist schwer (Todo comienzo es difícil). Significa que los inicios no son
fáciles, por eso el consejo de este proverbio va dirigido al esfuerzo para
sacar las cosas adelante.
Se trata del proverbio alemán más
popular. Si usted le pregunta a un alemán de los que trabajan en la Volkwagen
no me dejará mentir. Y si gusta pregúntele a Google y va encontrar la misma
respuesta.
Los proverbios alemanes son
pragmáticos, es decir se refieren a la práctica, la ejecución o la realización
de las acciones y no a la teoría o a la especulación.
Cholula Puebla. www.alarmy.com |
Los
proverbios orientales
Por su parte, los proverbios chinos y
japoneses se caracterizan por su
elegancia. También por su poética y su capacidad para simbolizar la realidad.
No por nada han sobrevivido al tiempo y se han extendido por todas las culturas
del planeta.
Por ejemplo, un proverbio chino de
los más famosos es “El que ha
desplazado la montaña es el que comenzó por quitar las pequeñas piedras”.
La montaña es una metáfora que se emplea en muchos de los proverbios chinos,
representa la dificultad, el obstáculo.
Hace no mucho aquí en mi columna
comenté este último proverbio citando un poema de Mao Tse Tung, El viejo tonto de las montañas. Lo que
intenté fue una analogía con Andrés Manuel López Obrador y su Proyecto
Alternatio de Nación.
Y ahora en esta columna quise retomar
la metáfora pero utilizando como título el proverbio alemán Todo principio es difícil, porque es más
claro y directo, pragmático como ya dije. Y lo hago para referirme al inicio
del gobierno municipal de Luis Alberto Arriaga en Cholula.
Pero ahora lo utilizo no nada más
como una metáfora, sino como una ironía basada en la decepción. Y es que
Arriaga me decepcionó en su discurso del pasado lunes 15 de octubre: yo
esperaba sorpresas importantes en cuanto al cuidado del medio ambiente y a la seguridad
por lo menos.
Seguridad:
el gran reto
Pero la primera crítica que quiero
hacer es en cuanto a las formas. Su primer acto de gobiernó aún cuando cuidó
las formas, con gran sobriedad, la tan cacareada austeridad quedó de lado: se
montó un gran y “costoso” tinglado y el discurso se apoyó en alta tecnología
digital.
No creo que haya salido muy caro el
evento, comparado con los que hacían los priistas, pero lo que si denotó
claramente es una concepción industrialista del progreso: se le apuesta a la
modernización a base de ciencia y tecnología.
Es la herencia tecnocrática del
salinato, ya regresaré sobre este punto al final. Lo que quiero destacar
primero es que Arriaga había anunciado que habría grandes sorpresas el primer
día de su gobierno. Y sí las hubo, pero limitadas.
La gran noticia es que en ese su
primer día entregó 16 nuevas patrullas, una para cada una de las juntas
auxiliares y 3 para el centro de Cholula. Y sí, es una buena noticia, que bueno
que va haber más vigilancia motorizada en la ciudad. Pero ¿nada más? Lo que
muchos esperábamos era una nueva definición de la misión y la estrategia de
nuestra policía.
Para algunos lo más destacado de su
mensaje fue el anuncio de que se sentarán las bases para hacer de Cholula una Smart City, una ciudad amigable, segura,
productiva, en la que se brinden servicios que satisfagan las necesidades de la
población.
¿Qué es una
Smart City?
La expresión “ciudad inteligente” es la traducción y adaptación del término
en idioma inglés smart city. Es un concepto nuevo, y por tanto
sus acepciones en español y en otros idiomas, e incluso en inglés, están
sujetas a revisión.
Es también un término actual, que se
está utilizando como un concepto de marketing (mercadotecnia) en el
ámbito empresarial, en relación a políticas de desarrollo, y en lo concerniente
a diversas especialidades y temáticas.
La “ciudad inteligente” también llamada “ciudad eficiente” se refiere a un tipo de desarrollo urbano basado
en la sostenibilidad, que es capaz de responder adecuadamente a las
necesidades básicas de instituciones, empresas, y de los propios habitantes,
tanto en el plano económico, como en los aspectos operativos, sociales y
ambientales.
El concepto Smart City surge de la evolución de las llamadas “Ciudades Digitales”, que en el año
2004 nacen en España a partir del uso intenso de las Tecnologías de la
Información y Comunicación (TIC) en prestación de servicios públicos de alta
calidad, seguridad, productividad, competitividad, innovación, emprendimiento,
participación, formación y capacitación.
En suma, se trata de la aplicación
rápida y masiva de ciencia y tecnología a las distintas esferas de la vida
social.
También Arriaga presentó el proyecto Xelhua, consistente en el uso del
teléfono celular para reportar cualquier falla de los servicios públicos, con
respuesta inmediata y garantía de la solución del problema. El término Xelhua en náhuatl debe ser para compensar lo de Smart, pero está bien, que bueno que se
tengan buenas intenciones.
¿Dónde está
la trampa?
Sin embargo, el problema que yo veo
en está ambición modernizadora, es el de las consecuencias sobre la población
marginada, sobre aquellos que viven en la pobreza, y todavía peor, en aquellos
que viven en la miseria.
El problema de fondo es el grave
desequilibrio social, económico y político en que vive nuestra sociedad. Smart City es viable para sociedades
homogéneas como las europeas del norte, ni en España ha funcionado bien.
Probablemente Arriaga no se ha dado
cuenta, pero la Smart City no es otra
cosa más que la profundización del proyecto modernizador del salinato. El TLC y
todas las reformas privatizadoras sí funcionaron, pero beneficiando sólo a unos
cuantos sectores productivos, y eso a medias.
Las consecuencias fueron devastadoras para la
gran mayoría de la población mexicana: más pobreza, desempleo, informalidad,
desnutrición, pésimos servicios educativos y de salud; además la violencia
e inseguridad. Revertir todo esto
requiere imaginación creativa y responsabilidad.
¿Dónde quedó el proyecto alternativo
de nación de AMLO?
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