domingo, 21 de octubre de 2018

Todo principio es difícil

Alejandro Mario Fonseca
Alberto Palmeros era un vecino de Tlatelolco que trabajaba en una empresa alemana, creo que en la Bayer. Era amante de la cultura alemana y viajaba a Alemania cada que podía. Siempre tenía algún consejo o proverbio  que darme.
Muchos idiomas como el alemán cuentan con proverbios que forman parte de la cultura popular del país. Con ellos se expresa un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza. Tienen un significado literal y otro que se sugiere. A veces son muy similares en español.
De los que decía Palmeros me acuerdo especialmente de uno: Aller Anfang ist schwer (Todo comienzo es difícil). Significa que los inicios no son fáciles, por eso el consejo de este proverbio va dirigido al esfuerzo para sacar las cosas adelante.
Se trata del proverbio alemán más popular. Si usted le pregunta a un alemán de los que trabajan en la Volkwagen no me dejará mentir. Y si gusta pregúntele a Google y va encontrar la misma respuesta.
Los proverbios alemanes son pragmáticos, es decir se refieren a la práctica, la ejecución o la realización de las acciones y no a la teoría o a la especulación.

Cholula Puebla. www.alarmy.com

Los proverbios orientales
Por su parte, los proverbios chinos y japoneses se caracterizan por su elegancia. También por su poética y su capacidad para simbolizar la realidad. No por nada han sobrevivido al tiempo y se han extendido por todas las culturas del planeta.

Por ejemplo, un proverbio chino de los más famosos es “El que ha desplazado la montaña es el que comenzó por quitar las pequeñas piedras”. La montaña es una metáfora que se emplea en muchos de los proverbios chinos, representa la dificultad, el obstáculo.
Hace no mucho aquí en mi columna comenté este último proverbio citando un poema de Mao Tse Tung, El viejo tonto de las montañas. Lo que intenté fue una analogía con Andrés Manuel López Obrador y su Proyecto Alternatio de Nación.
Y ahora en esta columna quise retomar la metáfora pero utilizando como título el proverbio alemán Todo principio es difícil, porque es más claro y directo, pragmático como ya dije. Y lo hago para referirme al inicio del gobierno municipal de Luis Alberto Arriaga en Cholula.
Pero ahora lo utilizo no nada más como una metáfora, sino como una ironía basada en la decepción. Y es que Arriaga me decepcionó en su discurso del pasado lunes 15 de octubre: yo esperaba sorpresas importantes en cuanto al cuidado del medio ambiente y a la seguridad por lo menos.

Seguridad: el gran reto
Pero la primera crítica que quiero hacer es en cuanto a las formas. Su primer acto de gobiernó aún cuando cuidó las formas, con gran sobriedad, la tan cacareada austeridad quedó de lado: se montó un gran y “costoso” tinglado y el discurso se apoyó en alta tecnología digital.
No creo que haya salido muy caro el evento, comparado con los que hacían los priistas, pero lo que si denotó claramente es una concepción industrialista del progreso: se le apuesta a la modernización a base de ciencia y tecnología.
Es la herencia tecnocrática del salinato, ya regresaré sobre este punto al final. Lo que quiero destacar primero es que Arriaga había anunciado que habría grandes sorpresas el primer día de su gobierno. Y sí las hubo, pero limitadas.
La gran noticia es que en ese su primer día entregó 16 nuevas patrullas, una para cada una de las juntas auxiliares y 3 para el centro de Cholula. Y sí, es una buena noticia, que bueno que va haber más vigilancia motorizada en la ciudad. Pero ¿nada más? Lo que muchos esperábamos era una nueva definición de la misión y la estrategia de nuestra policía.
Para algunos lo más destacado de su mensaje fue el anuncio de que se sentarán las bases para hacer de Cholula una Smart City, una ciudad amigable, segura, productiva, en la que se brinden servicios que satisfagan las necesidades de la población.

¿Qué es una Smart City?
La expresión “ciudad inteligente” es la traducción y adaptación del término en idioma inglés smart city. Es un concepto nuevo, y por tanto sus acepciones en español y en otros idiomas, e incluso en inglés, están sujetas a  revisión.
Es también un término actual, que se está utilizando como un concepto de marketing (mercadotecnia) en el ámbito empresarial, en relación a políticas de desarrollo, y en lo concerniente a diversas especialidades y temáticas.
La “ciudad inteligente” también llamada “ciudad eficiente” se refiere a un tipo de desarrollo urbano basado en la sostenibilidad,​ que es capaz de responder adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones, empresas, y de los propios habitantes, tanto en el plano económico, como en los aspectos operativos, sociales y ambientales.
El concepto Smart City surge de la evolución de las llamadas “Ciudades Digitales”, que en el año 2004 nacen en España a partir del uso intenso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en prestación de servicios públicos de alta calidad, seguridad, productividad, competitividad, innovación, emprendimiento, participación, formación y capacitación.
En suma, se trata de la aplicación rápida y masiva de ciencia y tecnología a las distintas esferas de la vida social.
También Arriaga presentó el proyecto Xelhua, consistente en el uso del teléfono celular para reportar cualquier falla de los servicios públicos, con respuesta inmediata y garantía de la solución del problema. El término Xelhua en náhuatl  debe ser para compensar lo de Smart, pero está bien, que bueno que se tengan buenas intenciones.

¿Dónde está la trampa?
Sin embargo, el problema que yo veo en está ambición modernizadora, es el de las consecuencias sobre la población marginada, sobre aquellos que viven en la pobreza, y todavía peor, en aquellos que viven en la miseria.
El problema de fondo es el grave desequilibrio social, económico y político en que vive nuestra sociedad. Smart City es viable para sociedades homogéneas como las europeas del norte, ni en España ha funcionado bien.
Probablemente Arriaga no se ha dado cuenta, pero la Smart City no es otra cosa más que la profundización del proyecto modernizador del salinato. El TLC y todas las reformas privatizadoras sí funcionaron, pero beneficiando sólo a unos cuantos sectores productivos, y eso a medias.
 Las consecuencias fueron devastadoras para la gran mayoría de la población mexicana: más pobreza, desempleo, informalidad, desnutrición, pésimos servicios educativos y de salud; además la violencia e  inseguridad. Revertir todo esto requiere imaginación creativa y responsabilidad.
¿Dónde quedó el proyecto alternativo de nación de AMLO?

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