lunes, 20 de enero de 2020

¿Taparle el ojo al macho? ¡Nunca más!

Alejandro Mario Fonseca
La principal responsabilidad de cualquier gobierno es la seguridad. El hecho de que hace ya casi un año AMLO, el Presidente de México haya pedido el apoyo del ejército para reforzar la seguridad, creando  la Guardia Nacional ¿fue una mala señal, o una buena señal? Muchos lo vimos mal.

Desde luego que la seguridad no sólo depende de lo que haga el gobierno, sino también de lo que hagamos los ciudadanos. Veamos primero qué se puede hacer con nuestro destacamento policiaco. Lo razonable sería que primero estudiáramos algunos casos exitosos que hoy son modelos de seguridad en el mundo.

Un ejemplo paradigmático es el de Lee Brown,  Jefe de la policía de Houston, que a principios de los años 80 estaba acusada de racismo y brutalidad. Este caso resulta muy importante y cargado de lecciones para nosotros ya que Brown decidió implementar una policía dirigida a la comunidad.
Méxoco integra la policía rural a las autodefensas

¿Qué significaba eso? Que la policía no sólo debería responder ante los actos delictivos, sino también ayudar a los ciudadanos a resolver problemas relacionados o no con el delito: un policía comunitario.

 El estudio de caso está ampliamente documentado en el libro Gestión estratégica y creación de valor en el sector público, de Mark Moore (editorial Paidós, 1998). Lo que propongo es que lo estudiemos y  tratemos de adaptar las ideas innovadoras de Lee Brown a la situación específica que se vive actualmente nuestro país.


Desarrollo de una carrera policiaca
Como tarea inicial deberíamos poner atención en cuál es la misión de nuestra policía (Guardia Nacional o como se le llame), y si está basada en objetivos de ejecución claros y en propósitos de dirección concretos; conocer sus procedimientos de operación y la consistencia de sus actuaciones.
Y lo más importante, saber si cuentan con sistemas de gestión en áreas de trabajo como planificación, presupuestos, desarrollo de la carrera policiaca, comunicaciones internas, etcétera. Toda esta información debería ser pública.
Si las autoridades en sus tres órdenes de gobierno se toman todo esto en serio, tienen dos tareas. Primero definir el perfil del policía comunitario o de proximidad que necesitamos, y segundo, probablemente la tarea más difícil: ¿cómo implementar este nuevo cuerpo de policía? 
No estoy proponiendo correr a nadie, sino profesionalizar el cuerpo policiaco con el que los estados y municipios cuentan, en suma modernizarlo, y lo más importante, pagarles bien.

Y digo todo esto porque, por ejemplo, aquí en Cholula la violencia y la inseguridad están a la orden del día, aunque el alcalde haga como que no pasa nada.  Además desde la administración de J. J. Espinosa se ha hablado en varias ocasiones del “policía de barrio” y muchos nos preguntamos ¿dónde está?

 Espero que todo esto que estoy proponiendo salga sobrando, que tan sólo se trate de un problema de mala comunicación entre autoridades y ciudadanos, y que  ya hayan tomado cartas en el asunto.


La estrategia Italiana
Y vuelvo a insistir, el otro tema es el de la participación ciudadana. ¿Qué tan bien organizados estamos en nuestras calles, manzanas y barrios? ¿Cómo colaboramos con nuestras autoridades para garantizar la seguridad?

Y todavía más a fondo, ¿qué hacemos los ciudadanos, organizados o no, para monitorear los niveles de satisfacción social sobre cuán bien o mal la policía investiga las quejas y denuncias que hacemos?

Pero no basta con ello. Entre otros, ya desde el 2010 Edgardo Buscaglia, el especialista y académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México decía que el ataque a los carteles no podía ser únicamente policiaca o militar.

Su propuesta era similar a la aplicada en Italia contra la mafia, e incluía atacar la protección política al narcotráfico; desmantelar sus redes financieras y fomentar empleos y becas educativas para los jóvenes.

Por su parte Martín Barrón, del Instituto Nacional de Ciencia Penales, proponía además que se investigara el entorno social de los sicarios, para conocer las razones que les llevan a actuar con violencia.

Y es que desde el calderonato, en el 2006 las acciones de las autoridades se habían limitaron a un perfil militar, con el despliegue de 45.000 soldados en todo el país. La estrategia fue cuestionada por todos los especialistas, que reclamaban la ausencia de una política social que acompañara las operaciones policíacas y militares.


AMLO va en serio
La mayoría de los analistas que estábamos pendientes del problema vimos con tristeza como la “estrategia” de Calderón no fue otra cosa más que “taparle el ojo al macho”, como decimos los mexicanos.

Taparle el ojo al macho es una expresión popular originada en la práctica de los arrieros que cubren los ojos de las mulas para que no se espanten mientras las cargan. Se usa para indicar que algo será engañoso o habrá que disimularlo.

Los que necesitan que les destapen los ojos son algunos panistas y demás ignorantes que todavía creen en Calderón. AMLO sabe que los mexicanos no somos ni mulas ni ciegos y  lo está haciendo bien, aunque poco a poco, con cuidado, como debe ser. Los cambios abruptos siempre fracasan.

Ya lo dije en un artículo anterior con relación a la estrategia italiana: La mafia no es una pandilla de ladrones, es un sistema en el que participan políticos, empresarios y delincuencia transnacional. Es un sistema de poder y de ganancia.

La mafia es el crimen organizado que hace alianza con todos los poderes, ya sean legales, ilegales o fácticos. La mafia hace uso de la comunicación de masas, de la economía, con las empresas y sobre todo usa a la política y a las instituciones.

El Presidente López Obrador lo entiende muy bien y su estrategia ya empieza a dar frutos. Me atrevo a pronosticar que tras la detención de Genaro García Luna si no pronto, a mediano plazo veremos tras las rejas por lo menos a un ex presidente: hay que tener paciencia. ¿Usted qué opina? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario