Crónica reflexiva.
Por Alejandro Castillo
Edificio Coahuila la tarde del incendio Fotografía: Antonio Fonseca |
Suena el teléfono, contesta Fabiola, me mira y me
dice: “¡Se está quemando el Coahuila!”
Me asomo por la ventana del quinto piso del
edificio Tamaulipas; frente a mis ojos, se alza una columna de humo, a ratos
negro, a ratos gris.
Buscamos en los canales del televisor y vemos en la
pantalla las llamas, los cristales cayendo desde el piso veinte, el incendio se
mira impresionante, llegan los policías, bomberos, ambulancias, trabajadores de
Protección Civil. Son las 11:25 del día 17 de octubre. La televisión reporta
“saldo blanco, sólo pérdidas materiales”.
Camino hacia el lugar del incendio, hay mucha
gente, en los andadores se percibe el olor a material quemado.
Frente al Coahuila, aislado por cintas de plástico,
está la Directora Territorial de Tlatelolco, Leti, con cara de “deber
cumplido”.
Los reporteros buscan al entrevistado que les dé la
nota. Una vecina, vestida con uniforme azul claro, cometa que vive en el piso
17: esto debió sonar a música celestial en los oídos de un reportero que,
Tableta en mano, le lanza las primeras preguntas…
La vecina, mirándole de reojo le dice: “No le voy a
contestar nada, ustedes los medios todo lo distorsionan”.