Por Jorge Moheller
Hermosas mestizas mexicanas. |
Tradicionalmente
se ha hecho, confrontando nuestras raíces europea–mestiza
de celtas, iberos, alemanes, moros y demás- con la indígena – igualmente mestiza, de nahuas, otomís, cahitas
etcétera-; e ignorando la evidente herencianegra–también
cruce de familias africanas-. Es decir,
se hanegado entre sía las culturas que nos dieron origen.
Por años se afirmó que había
“descubierto” Anahuac –o América como
la nombraron-, un grupo de mercachifles, con Colón a la cabeza; ¡como si los
anahuacanos no se auto-miraran a diario en su cultura! Y últimamente por
reacción, cada 12 de octubre se ha venido denostando la inegable herencia
hispánica, por un indigenismo que tiene más de “pose” que de convicción.
Ante ello, propongo que los mexicanos
celebremos asumiendo en lo individual, la riqueza ideológicaque dejaron 100 o
más mestizajes. Que nos veamos por ejemplo –como es-, en un “amar como árabe,
filosofar como náhuatl, bailar como bantú, guerrear como visigodo: vestir
coloridamente como otomí…”
Y que asumiendo tales raíces, sin
sobreponer una a la otra, definamos nuestra particularidad; o personalidad
colectiva de lo mexicano a la que dieron
origen.
Celebrar el Día de la Raza ello es,
como si la mexicanidad fuera un guiso exquisito, donde se saborea éste en sí, y
ningún ingrediente resulta más importante que los otros, para logrartextura y sabor…
(Porque de seguir pensando que una raíz
es más importante que la otra, estaremos con el ser nacional –e individual-
roto, dividido entre absurdas jerarquías de origen;y sin nacionalidad).
Por lo anterior, ¡Que viva la Raza!
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