Aurelio Cuevas
(Sociólogo)
Resistencia magisterial |
Tras
poco más de 3 semanas de haber ocupado el Zócalo de la ciudad de México los
maestros de Oaxaca, Chiapas y Guerrero (adheridos a la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación) fueron desalojados el 13 de septiembre por la
Policía Federal Preventiva; similares acciones hubo en otras entidades del país
donde los maestros de escuelas públicas habían ocupado palacios municipales
(Oaxaca y Guerrero) u otros espacios públicos (Xalapa o Campeche).
Al
iniciar el actual gobierno el presidente del país y los representantes de los
tres principales partidos: Cristina Díaz (PRI), Gustavo Madero (PAN) y Jesús
Zambrano (PRD) firmaron el “Pacto por México”, que contiene estos “ejes rectores”:
Fortalecimiento del Estado Mexicano, Democratización de la economía y la
política, y Participación ciudadana en la conducción de las políticas públicas.
También se subrayan estos acuerdos: Sociedad de Derechos; Crecimiento
económico, empleo y competitividad; Seguridad y Justicia; Transparencia y
Rendición de Cuentas; y Gobernabilidad Democrática.
En
la práctica el citado pacto ha servido más bien como fundamento para aplicar
las llamadas reformas estructurales, dentro de las cuales la “reforma educativa”
se ha convertido en punto de litigio entre el gobierno y un nutrido sector del
magisterio nacional. Así, el 10 de septiembre Enrique Peña Nieto promulgó tres
leyes secundarias vinculadas a tal reforma: la Ley General de la Educación, la de
creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, y la de Servicio
Profesional Docente. Tales disposiciones no fueron producto de una discusión
democrática y abierta con el gremio magisterial, sino que fueron aprobadas
acatando la línea procedente de Los Pinos.
Lo
anterior expresa un retorno hacia un centralismo político donde el “estado de
derecho” opera solo en interés del gobierno en turno. Pero debe considerarse que
tales reformas proceden más allá de nuestra frontera: los organismos
financieros internacionales, los gigantes corporativos y el gobierno
norteamericano; tanto el régimen peñista como las empresas mediáticas que le
sirven de comparsas son solo peones de tal ajedrez global.
En
este contexto los maestros de las tres entidades citadas (con el más alto nivel
de exclusión social en México) coincidieron en trasladarse a la ciudad de
México para hacer más fuerte su reclamo. Sin embargo, tras sostener mesas de
diálogo con diputados federales y senadores los dirigentes de la CNTE
externaron:”No se nos consideró actores relevantes en el momento que decidieron
votar una ley (en referencia a las leyes secundarias) que incluso ellos
desconocían” (La Jornada, 08/09/2013).
Lo
más preocupante de los últimos sucesos nacionales es el creciente divorcio
entre lo que quiere, siente y piensa la sociedad, y lo que planean y llevan a
cabo los personeros de la vida pública. Así, el discurso de “disposición al
diálogo” manejado por estos últimos es una mera mascarada que esconde su
soberbia e intolerancia hacia todo lo que se oponga a sus proyectos. El mensaje
de fondo para la población es: “nosotros sabemos lo que les conviene, ustedes son
niños chiquitos que, hayan o no votado, solo deben obedecer”. Esta mentalidad
patriarcal nada tiene que ver con el respeto a los derechos ciudadanos que
acompañan a una real democracia.
Como
telón de fondo está el avance acelerado de la privatización de las riquezas del
país: explotación de mantos acuíferos y de la riqueza minera por parte de
emporios transnacionales con la consecuencia de graves daños ecológicos,
aprobación de leyes para legalizar la posesión de playas por extranjeros,
facilidades a compañías españolas para explotar nuevas fuentes de energía como
la eólica o solar en el Sureste, etc. Y si a esto se añade la fuga de capitales
(cerca de 20 mil millones de dólares de enero a septiembre de este año), así
como la falta de empleo y los bajos salarios que padece una gran parte de la
población el balance final es poco halagüeño.
¿Hasta
dónde llegará el límite de tolerancia de nuestra sociedad para sacudirse la mentira
y manipulación de quienes son representantes de todo menos de sus auténticos
intereses y anhelos? ¿Cuántos movimientos de protesta más serán necesarios para
provocar un cambio de timón al rumbo seguido por el país? Si algo positivo nos enseña
el presente conflicto magisterial es que no debemos ser impasibles ante el
creciente deterioro social que presenciamos día con día.
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