Alejandro Mario Fonseca
Cuando yo era todavía un niño conocí
los viajes en tren. Mi mamá era de Marín, un pueblo de Nuevo León que está
pegado a Monterrey. Se encuentra hacia el nororiente, pasando el aeropuerto
internacional.
Hoy es una zona conurbana de
Monterrey, pero en los años 50 era un pueblito típico, todavía agrícola y
ganadero. Estaba en decadencia porque muchos hombres, habían emigrado a los
Estados Unidos buscando oportunidades de trabajo.
Todos mis tíos y primos mayores se
fueron como braceros e hicieron fortuna en Houston que en aquella época vivía
un boom petrolero. Unos más que otros pero todos lograron salir adelante. Así
que Marín era un pueblo de mujeres.
Íbamos a Monterrey de vacaciones de
fin de año, que en aquél entonces eran vacaciones largas, de 2 meses. Y sí,
viajábamos en tren. A mi papá le gustaba alquilar un compartimento en pullmán y
viajar de noche. Nunca fuimos en avión, era muy caro.
Hoy en día todavía existen viajes
recreativos por tren, está el Tren El
Chepe con la ruta Chihuahua-Pacífico, y el Tren José Cuervo Express que va al pueblo mágico de Tequila. Existen
algunos otros que ofrecen viajes para ejecutivos de negocios.
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