Raúl de la Torre
¿Solo vemos la punta del iceberg? |
Al juzgar a un
candidato –o funcionario-, nos guiamos sólo por la moral, y casi nunca por el
aspecto político; lo que limita el juicio a lo superficial. Expliquémoslo.
En lo moral, censuramos
estrictamente lo corrupto- con base o sin ella, aunque acertando. (Y es que en
verdad la mayoría ya lo son, o van en
camino de serlo, del partido que provengan).
Pero ése es sólo el efecto –la
deshonestidad del llamado “político”-,
y no la causa que produce tal
descomposición; causa que es –esta sí- política, aunque poco se alude a
ella:
Lo –realmente- político, contempla
el control de la sociedad en todos sus ámbitos; desde la propiedad y el poder.
Es decir, discurre sobre cómo el dinero vuelto Capital, decidirá finalmente los
destinos de la sociedad, en lo material y espiritual. Nada escapa a este poder.
De tal forma que un juicio ciertamente
político, a los candidatos –y funcionarios-, iría más allá del enriquecimiento; para explicar qué sectores de
la propiedad y el poder lo financiaron, para beneficiarse de la “acción legislativa” del así corrompido.
Con ello, ya no sólo diríamos “tal
candidato adquirió residencias de la noche a la mañana”. Diríamos que
“promulgando tal acción, ley o decreto, benefició a los coyotes de tal
inmobiliaria, o a la cadena comercial tal, o a tal agrupación de ambulantes…”
Podríamos así enjuiciar en lo político,
y ya no sólo moralmente; a los pseudo-representantes de
la nación.
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