Alejandro Mario Fonseca
Tendría yo 21 años a principios de los años 70 participé en un grupo de
teatro experimental. La experiencia del Movimiento Estudiantil del 68 nos había
convertido en activistas culturales prematuros.
Nos llamábamos Grupo Cultural Independiente y entre otras cosas hicimos
teatro experimental. Montamos varias obritas en las que combinábamos teatro,
poesía y música. Nuestra mejor realización fue una pequeña y humilde puesta en
escena que llamamos Los mendigos.
Se trataba de una adaptación libre de una gran obra que ya había
causado una gran acogida en el mundo intelectual de la posguerra: Esperando
a Godot.
Esperando a Godot (en francés: En
attendant Godot), a veces subtitulada Tragicomedia en dos actos,
es una obra perteneciente al teatro del absurdo, escrita a finales de los
años 1940 por Samuel Beckett y publicada en 1952 por Éditions de
Minuit.
Beckett escribió la obra
originalmente en francés, su segunda lengua. La traducción
al inglés fue realizada por el mismo Beckett y publicada en 1955.
Usted puede encontrar una muy buena traducción al español, editada por Tusquets
en 1995.
La obra se divide en dos actos, y en
ambos aparecen dos vagabundos llamados Vladimir y Estragon que esperan en vano
junto a un camino a un tal Godot, con quien (quizás) tienen alguna cita.
El público nunca llega a saber quién
es Godot, o qué tipo de asunto han de tratar con él. En cada acto, aparecen el
cruel Pozzo y su esclavo Lucky (en inglés, «afortunado»), seguidos de un
muchacho que hace llegar el mensaje a Vladimir y Estragon de que Godot no
vendrá hoy, “pero mañana seguro que sí”.
Esta trama, que intencionalmente no
tiene ningún hecho relevante y es altamente repetitiva, simboliza el tedio y la
carencia de significado de la vida humana, tema recurrente
del existencialismo.
Una interpretación extendida del
misteriosamente ausente Godot es que representa a Dios, aunque Beckett
siempre negó esto. Beckett afirmó que derivaba de godillot, que en
jerga francesa significa bota.
El título podría entonces sugerir que
los personajes están esperando «a la bota». Como nombre propio, Godot también
puede ser un derivado de diferentes verbos franceses.
Resumen de
la obra
Siguiendo la sinopsis de la Wikipedia, la obra está dividida en dos
actos. La trama trata de Vladimir (también llamado Didi) y Estragon (también
llamado Gogo), quienes llegan a un lugar junto a un camino, al lado de un
árbol, para esperar la llegada de Godot.
Vladimir y Estragon parecen ser
vagabundos: su ropa es andrajosa y no les viene bien; otra teoría es que
podrían ser refugiados o soldados desplazados de un conflicto, como
la Segunda Guerra Mundial, que acababa de terminar y que inspiró mucho la
dramaturgia de Beckett. Pasan el tiempo conversando y a veces discutiendo.
Estragon se queja de que los zapatos
no le quedan, y Vladimir presume de piernas agarrotadas debido a un doloroso
problema de vejiga.
Hacen vagas alusiones sobre la
naturaleza de sus circunstancias, y sobre las razones para encontrarse con
Godot (pero el público nunca llega a saber quién es Godot o por qué es tan
importante).
Pronto les interrumpe la llegada de
Pozzo, un hombre cruel pero lírico que afirma ser el dueño de la tierra donde
se encuentran, junto con su criado Lucky, a quien parece controlar por medio de
una larga cuerda. Pozzo se sienta para darse un festín de pollo, y más tarde
tira los huesos a los dos vagabundos.
Los entretiene haciendo a Lucky
bailar animadamente, y entonces les da un sermón improvisado sobre las teorías
de George Berkeley.
Tras la partida de Pozzo y Lucky, un
niño llega con un mensaje de Godot: "aparentemente, no vendrá hoy, pero
vendrá mañana por la tarde".
El muchacho también confiesa que
Godot castiga a su hermano y que él y su hermano duermen en la buhardilla de un
granero.
El segundo acto sigue un patrón
similar al del primero, pero cuando Pozzo y Lucky llegan, Pozzo se ha vuelto
inexplicablemente ciego, y Lucky, mudo.
De nuevo el chico llega para anunciar
que Godot no vendrá, si bien el muchacho afirma no ser el mismo niño que el día
anterior había traído el mismo mensaje.
El celebérrimo final de la obra
resume con claridad su falta de acción:
-Vladimir: ¡Qué! ¿Nos vamos? -Estragon: Sí, vámonos.
No se mueven.
Los
mexicanos seguimos esperando
Uno de los comentarios más lúcidos
que he leído sobre la obra es el de Nicolás Cabral que publicó en Letras Libres en 2003.
Beckett obligado por las
circunstancias (la guerra) a aislarse con su pareja en una comunidad rural, se ejercitó en el acto
insoportable de esperar: el mundo detenido, suspendido, una
extensión interminable de hastío, de aburrimiento.
En El castillo, Kafka
habló de la espera en estos términos: Ese
estar allí en vano, aguardando un cambio día tras día, y una y otra vez de
nuevo y sin esperanza alguna, agota y hace dudar y, finalmente, incapacita
incluso tanto para cualquier otra cosa como para este mismo estar desesperado.
Cabral cita una pintura de Caspar
David Friedrich (Dos hombres contemplando la luna 1819), que
tiempo antes impresionaría a Beckett y que al fusionarse con la de la pareja
que espera la liberación de París, sería la motivación del
dramaturgo.
Una pieza
teatral que, a estas alturas, ha producido tantos exégetas como Hamlet. Aunque se han estudiado todos
sus posibles significados, cada uno de sus recovecos, en Esperando
a Godot se impone una asombrosa simplicidad escénica atravesada
por la reflexión sobre la espera, que se despliega como una metáfora de la
agonía.
Y así estamos los mexicanos de hoy,
esperando la Cuarta Transformación del gobierno Andrés Manuel López Obrador,
que amenaza en convertirse en agonía. De todo lo que ha dicho y hecho el
tabasqueño en estos cuatro meses de su gobierno, lo más grave es la traición a
los pueblos de Morelos*.
Y esto a cien años de la muerte
a traición de Emiliano Zapata. Es un mal presagio, pero
lo que a mí me está quedando claro es que seguir esperando es como la muerte en
vida.
*Leer mi artículo: “Los límites del
populismo de AMLO”.
https://vivirtlatelolco.blogspot.com/2019/03/los-limites-del-populismo-de-amlo.html
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