lunes, 22 de abril de 2019

EL TREN MAYA: UNA CONFRONTACIÓN ENTRE AMLO Y EL ZAPATISMO

Aurelio Cuevas
Tras las elecciones del 1º de julio de 2018 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional declaró que el triunfo de López Obrador como presidente significaba “solo un cambio de capataz de la finca pero no de su propietario”, aludiendo a que su gobierno continuaría –al igual que los anteriores- supeditado al capitalismo global. Pero cuando a fines de noviembre en la consulta pública organizada por AMLO se avaló la construcción del Tren Maya la posición zapatista desglosó más su postura hacia este y otros planes económicos abanderados por MORENA y su líder.

Tren Maya

Junto con su crítica hacia el Tren Maya el movimiento zapatista aludió a otros 3 grandes megaproyectos de inversión transnacional en el Sureste: el Corredor Industrial y Logístico del Istmo de Tehuantepec, las extensas áreas de explotación forestal y minera, y las Zonas Económicas Especiales donde el “libre comercio”, una brutal explotación laboral y exenciones fiscales de todo tipo atraerán la instalación de plantas maquiladoras en las mismas (“El EZLN no es un grupo provocador, es una fuerza política”, de Nora Rodríguez A., en SIEMPRE, 13/01/2019, N° 3422, pág. 14-17 ).

De concretarse su operación el Tren Maya promoverá el turismo internacional- o de “alto impacto ecológico”- , a costa de invadir espacios habitados por diversas comunidades indígenas  y de desplazarlas a lugares recónditos en condiciones de mayor privación y pobreza. Tal situación se acompañará de daños inimaginables al medio ambiente y la biodiversidad.

En síntesis, la activación de los planes gubernamentales en la península de Yucatán, el Istmo de Tehuantepec y una parte del estado de Chiapas, propiciará el despojo de los recursos naturales pertenecientes a las comunidades ejidales y pueblos originarios de tales regiones por parte de empresas transnacionales que serán las beneficiadas reales de los megaproyectos en cuestión.

Es necesario que el EZLN convoque a formar una Coordinadora de Pueblos Originarios y de Comunidades Campesinas radicadas en el Sureste para  analizar la situación expuesta y proponer acciones conjuntas para enfrentarla. Las leyes internacionales sobre derechos de las comunidades indígenas –avaladas por el Estado mexicano- aprobadas por la Organización Internacional del Trabajo en 1989 (Ginebra, Suiza) pueden servir para instrumentar una consulta directa a los pueblos indios del Sureste de México; en efecto tales leyes postulan la obligación de los gobiernos nacionales de consultar a las poblaciones indígenas sobre las medidas estatales que las afecten directamente, siendo el resultado de dicha consulta –favorable o no a las mismas-  de carácter vinculante para el gobierno. Solo conjugando elementos domésticos e internacionales será posible que los zapatistas y otras organizaciones populares consigan que el nuevo gobierno retire su espaldarazo a los proyectos citados.

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