En las culturas mesoamericanas los árboles, al igual que los demás elementos de la naturaleza, eran considerados seres animados con características propias, míticas y sagradas, que vinculaban la vida presente con el origen de los tiempos y el devenir de la humanidad. Para los aztecas el árbol era una metáfora de la soberanía, se hacía referencia al soberano como “el gran pochtl”, el ahuehuetl, que en náhuatl quiere decir “el viejo del agua” (Martínez y Chacalo, 1994).
Ahuehuete |
En Tlatelolco tenemos ahuehuetes en los andadores como referencia están los ahuehuetes ubicados a un costado de la clínica 27 del Seguro social y actualmente sus raíces están expuestas debido al deterioro y degradación del suelo.
La historia indica que desde el siglo XII los antiguos mexicanos establecieron jardines de tipo botánico con una organización definida, un enfoque médico y ecológico. Las plantas ornamentales también fueron objeto de gran atención, sobresaliendo el notable manejo y arreglo de sus jardines.
En el año 1357 en la región de Texcoco, el rey Netzahualcóyotl fundó en Tetzcotzinco, el que puede considerarse el primer jardín botánico del Anáhuac, que aunque ya existía como casa de descanso, fue reorganizado, embellecido y convertido en el máximo centro botánico del México antiguo y que funcionó hasta la conquista, a principios de la época Colonial. Otros jardines fundados por Netzahualcóyotl, donde se cultivaban plantas de regiones muy remotas fueron los de Tollantzinco (Tulancingo), Cuahuchinanco (Guachinango), Quahunahuac (Cuernavaca), Xichitepetl (Villa Juárez), el bosque de Chapultepetl (Chapultepec), Cuahuyacac, Tzinacanoztoc, Cozcacaunanhco y Tlateitec (Granados y Mendoza, 1992).
"El Ángel" en Paseo de la Reforma. |
Una vez consumada la conquista se realizaron importantes trabajos que alteraron el entorno de las ciudades bajo el dominio español, especialmente en la Ciudad de México, donde la desecación de los lagos circundantes impulsó el uso del caballo como medio de transporte, lo que implicó la introducción de hileras de árboles para delimitar los caminos, los cuales pasaron a ser nuevos elementos decorativos y de uso en el área urbana. En 1788 el virrey De Bucareli introdujo el concepto de las avenidas arboladas como paseos peatonales, además de vías de comunicación, por lo que la presencia de árboles proporcionaba sombra y frescura (Martínez y Chacalo, 1994).
Durante la época de la Intervención Francesa, al igual que en el Porfiriato, México recibió uno de los mayores impulsos en esta actividad; se enarbolaron muchas calzadas y se crearon numerosos parques y jardines (Granados y Mendoza, 1992), como la Avenida del Imperio o Paseo de la Emperatriz, conocido hoy en día como Paseo de la Reforma.
I.A. Minerva Chávez Germán
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