Por Arq. Mishell Altamirano
Foto Arq. Michell Altamirano |
1991. Año de cambios a nivel mundial. La URSS, la máxima representación del poder comunista en Europa, herencia de Lenin, se separa; culmina la corta guerra del Golfo, entre Irak y EUA; hubo una pequeña transición hacia la paz en el mundo. En México, inició un periodo de transición hacia un bienestar económico; se privatizaban empresas como TELMEX e iniciaban las gestiones para la adquisición privada del Instituto Mexicano de la Televisión (canales 7 y 13 IMEVISION), ambos a manos del gobierno, con la finalidad de reducir la deuda externa, cosa que nunca se hizo y desestabilizó a la economía nacional; se construían autopistas en todo el país para mejorar la comunicación entre dos puntos, gracias al Programa Nacional de Solidaridad impulsado por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. El país se preparaba para observar un eclipse solar, que obscurecería un cielo matutino durante un pequeño lapso el día 11 de julio. Durante ese gran año, en un día de perfección (10), de un mes que tiene una cifra de suerte (7, julio), nací, en esta unidad habitacional.
En este complejo habitacional tuve la oportunidad de crecer durante los primeros años de mi vida, y de disfrutar algo perdido actualmente… el concepto original la Unidad: se disfrutaba de paz, de limpieza, todavía me tocó ver jardines bonitos, verdes y con pasto recortado, jugar en los columpios y en las resbaladillas que hoy no funcionan, edificios impecables y recién remodelados. Me toco ver hasta 1994 como se afinaban los últimos detalles para finalizar las tareas de reconstrucción de Tlatelolco.
Sin embargo, el gusto por la arquitectura la retomo por un simple concepto: aún recuerdo, casi con memoria fotográfica, la demolición de las torres Atizapán y Tecpan II; me llamó demasiado la atención. Aún recuerdo que, antes de que comenzaran a demoler la torre Atizapán, que era la que me quedaba más cerca, ya cuando la estructura estaba desnuda, entre a uno de los locales, los recuerdo llenos de vidrios y cascajo de cemento; posteriormente, comenzaron a desmantelar la torre, e iba desapareciendo de la visión de la ventana del departamento en el que habitábamos en el edificio Sinaloa. A comparación del terreno que ocupaban las torres Tecpan, que fue acondicionado como jardín, el predio de la torre Atizapán nunca fue acondicionado, se dejó en el abandono, y en ese espacio la hierba comenzó a crecer por naturaleza propia, hasta que en 2005 se construyó el gimnasio, que mas bien actualmente parece, junto con las canchas deportivas que se ubican en el terreno sobre lo que fue el edificio Guelatao, nunca se terminaron de acondicionar perfectamente, ya que hay huellas de concreto sobre lo que fue el edificio Churubusco, recubiertas con tezontle, de lo que iba a ser una explanada, guarida de delincuentes, y punto de reunión de pandillas, cuando su función es alejar a los jóvenes de la violencia y la vagancia.
Me acuerdo del paso del tren sobre el eje 2 norte que llegaba a una harinera que hasta esos años se encontraba enfrente del metro Tlatelolco, en el terreno en que ahora se levantan unos departamentos de SARE. Recuerdo visitar el Videocentro en la esquina de Flores Magón y el Eje Central, que actualmente y desde mediados de los años 90, opera como Blockbuster; en ese Videocentro que no alquilamos: la película de Batman, la de Tonto y Retonto… en aquellos años donde se podían hacer compras compulsivas, en un local de alquiler que siempre estaba a reventar de gente.
En 1994 visité la antigua tienda de Conasupo, que en esos años operaba como bodega de juguetes de la Comercial Mexicana, y me tocó ver como la demolían para iniciar a construir el nuevo conjunto de la tienda Auchan, que durante su obra, no se sabía como ni que iba a ser. Cuando se inauguró en 1996, era un conjunto nuevo, con una arquitectura vanguardista para su época, impecabilidad en los pisos, y fue el primero en la ciudad en contar con rampas eléctricas que comunicaban al cliente con su carro de autoservicio hacia los estacionamientos inferior y superior. El día de la inauguración, que concordó con el inicio de las olimpiadas Atlanta 96, recuerdo como se interrumpió la señal de televisión para pasar un comercial que anunciaba la inauguración de la tienda. En el verano de 1997, la tienda canadiense del pájaro verde, que en México opero con varias sucursales (Miguel Ángel de Quevedo, Gran Sur, Satélite, Mario Colín) en alianza con Comercial Mexicana, se convierte en Mega Comercial Mexicana. Actualmente, esa tienda ha cambiado mucho: primero se cerró el estacionamiento superior, porque no era muy ocupado y eso propicio que la delincuencia lo invadiera, las rampas de acceso actualmente están bloqueadas por carritos de autoservicio, a parte de que se redujo el número de terminales de cobro, de 44 a un aproximado de 20; aún recuerdo como las cajas tenían dos bandas corredizas: una sobre donde normalmente colocas los productos para que sean cobrados, y la otra para conducir los productos hacia el chavo cerillo. El estacionamiento inferior era gratuito hasta hace unos cuantos años, actualmente cobran. A mi no me gusta la Comercial, porque quieres comprar algo, y hay que desplazarse de un lado a otro de la gran tienda para conseguirlo, y a veces no hay las cosas que necesitas, por ello recurro seguido a Walmart de Buenavista, que hasta 2001 operó como Aurrera; fue cerrada un tiempo durante las ampliaciones hechas a finales de los 90, en que la tienda fue ampliada hacia adelante, y por ello se construyó el estacionamiento de dos niveles. he ido en carro solamente cuando es indispensable, porque se me hace complicado el acceso, por ello prefiero ir en Metrobús y regresar en Taxi.
Claro que visite aún el cine Tlatelolco, funcionaba con regularidad en 1997, lo frecuentábamos seguido, en la temporada en la cual nos fuimos a residir hacia los rumbos de Canal del Norte, y era operado por la cadena Multicinemas. Recuerdo el mural del lobby, de mosaico veneciano, realizado por Carlos Mérida, que era completamente brillante; el cine tenía tres salas, y la salida de la función era por la puerta trasera, que da hacia el estacionamiento junto al edificio Mariano Escobedo. En esos años las tiendas circundantes funcionaban regularmente, recuerdo que había un local lleno de famosas maquinitas. Actualmente el cine esta abandonado, el GDF quiere expropiarlo, pero no han iniciado las gestiones; la salida de las funciones actualmente es guarida de desválidos, y los locales están abandonados y son escondite de delincuentes.
Mis primeras escuelas fueron en Tlatelolco: el kínder lo hice en la escuela Erasmo Castellanos Quinto, y dentro de las actividades que hicimos, salimos a un día de campo al Jardín de Santiago, donde nos encontramos con José Ángel Espinoza Ferrusquilla, quién nos recitó un poema, pero recuerdo verlo seguido en una cocina económica que había o hay en la planta baja de la torre 5 de febrero; hicimos un paseo en bicicleta y recorrimos la tercera sección; un compañero nos invitó a conocer su departamento en el edificio Chihuahua; salimos a conocer la tienda de Auchan; salimos a brigadas para evitar que la gente fumara, y recuerdo haber visto a unos jardineros (cuando aún había) fumando. Claro que recuerdo al señor Roberto, un excelente fotógrafo, vecino del edificio Chihuahua, que era la persona que retrataba a los niños del kínder.
La primaria la inicié en la escuela Francisco Medina Ascencio, pero a los cuantos meses, después de un cambio de domicilio, la concluí en la escuela República Española, en la colonia Viaducto Piedad.
Hay muchas cosas que recuerdo de una unidad aún bonita, son largas historias, me dio gusto compartir un pequeño segmento con ustedes, y es bueno hacerlo aún cuando puedo recordar todo, quien sabe si mañana pueda. Si gustan establecer contacto con un servidor mi correo es mishell0309@gmail.com. Es un gusto platicar con ustedes estimables lectores.
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