(Como en la antigua Grecia: la guerra
entre los dioses)
Por Alejandro
Mario Fonseca
Qué si el muro
“lo vamos a pagar los mexicanos”; que no, que “no lo pagaremos”. ¡Ajá y qué
más! ¿Por qué no nos damos cuenta? ¿Realmente ese es el tema? ¿Esa es la
discusión de alto nivel político? Estoy consternado, no tenemos estadistas, lo
que tenemos son fanfarrones que viven en el auto engaño y de paso abusan del
erario público.
Sin darnos cuenta
todos caímos en el garlito. La discusión no debería ser quién va a pagar el muro, sino ¡por qué el
muro! ¿De verdad el muro va a detener a los migrantes? Pero qué ¿los migrantes
no están ya en sus más bajas tasas históricas? El muro es un símbolo, un símbolo
del capitalismo autoritario y depredador.
Peña-Trup |
El verdadero problema
El problema
serio no es el muro, sino la amenaza de deportación de esos, no sé cuántos
millones de mexicanos indocumentados, ¿cinco, diez, veinte? Cualquiera que sea
el número, ese sí que sería un verdadero problema. Pero no va a suceder. Y no
va a suceder porqué allá nos necesitan: necesitan quién haga el trabajo duro,
honrado y a “buen precio”.
Y entonces ¿qué
es lo qué pasa? Pues nada que estamos ante un gran embustero, un fanfarrón de
esos que al estilo fascista engañan a los más ilusos, aquella gran masa de
norteamericanos, no sé si de clase baja o media (porque allá la clase baja vive
como la media alta de acá), o si son esos “palurdos”, toscos y rústicos que lo
único que desean es su comodidad, su seguridad.
Trump el fanfarrón
Y es que la
seguridad es precisamente lo que está ofreciendo Trump en su campaña. La
prepotencia, el racismo, la burla, en suma, la fanfarronería, no son otra cosa
más que poses teatrales que buscan hipnotizar al que se deje. Su oferta es
eliminar las “amenazas” a su nicho de confort: que no les toquen su televisor,
su futbol, sus palomitas y sus cervezas. ¿Y quiénes encarnan esas “amenazas”?
Pues los inmigrantes mexicanos que llegan con todas sus “pestes”.
Trump es un engaño y por eso no va a ganar. Y
no va a ganar porque la sociedad norteamericana es mucho más compleja. Porque
no están nada más los “palurdos”, sino también los que estudian, los que tienen
religión, ética y principios ciudadanos. Son siglos de educación democrática.
Europa es la cuna de la democracia pero los Estados Unidos son su
consolidación.
También está el
hecho de que la sociedad norteamericana es un verdadero mosaico racial. Y como
van las cosas, el voto de los negros, de los latinos, los musulmanes,
orientales y demás, va a ser por Hilari Clinton, es decir, por la libertad, por
su reconocimiento, por un bienestar social para todos.
Dos dioses se
disputan el poder del imperio: la libertad y la seguridad. Paradójicamente la
libertad que ofrece la Sra. Clinton significa la conservación del establishment
modernizador, globalizador; mientras que la seguridad que promete Trump
significaría una regresión histórica, sino al esclavismo, si hacia algo muy
parecido: menos impuestos al gran capital y manos libres al capital financiero.
Para muros los mexicanos
Pero mientras
tanto, ¿qué es lo que pasa de este lado, de nuestro lado? Pues al parecer pasa
todo lo malo. No hemos aprendido a vivir en la democracia: no nos gobiernan los
mejores. No hemos sabido aprovechar el poder del voto. También tenemos nuestros
“palurdos”, los que votan inducidos por la televisión, por la limosna, por la
ignorancia.
Sin embargo las
cosas están cambiando. La gran cloaca está abierta y ahora todo se sabe
(Krauze). El abuso, el despilfarro, la corrupción, la impunidad, la
inseguridad,… son los grandes muros internos que empezamos a ver los mexicanos
con toda claridad. Son muros que impiden el desarrollo, la buena educación, la
sana convivencia.
Sobre el sainete
del presidente mexicano, “invitando a la bestia para calmarla”, son muchas las
hipótesis explicativas: la falta de oficio político, la desesperación, la
ingenuidad, la mala asesoría, el síndrome de hybris, etcétera. Pero de todo
esto lo que más me inquieta es que huele a un profundo desprecio y desdén hacia
lo mexicano, hacia nuestros valores, nuestra historia, en suma nuestra dignidad
nacional.
En la ante sala
de las fiestas patrias nuestra máxima autoridad se deja humillar ante el
público global por el “tirano en ciernes”. Lo que urge es corregir el rumbo,
dejar a un lado la cauda de escándalos y con un golpe de timón iniciar
programas serios de seguridad, educación,
salud y trabajo; en un ambiente de verdadera transparencia y democracia.
Lo veo difícil, ¿acaso los dioses de la libertad y la seguridad nos han
abandonado?
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