domingo, 4 de septiembre de 2016

Peña- Trump: Seguridad vs Libertad

(Como en la antigua Grecia: la guerra entre los dioses)

Por Alejandro Mario Fonseca

Qué si el muro “lo vamos a pagar los mexicanos”; que no, que “no lo pagaremos”. ¡Ajá y qué más! ¿Por qué no nos damos cuenta? ¿Realmente ese es el tema? ¿Esa es la discusión de alto nivel político? Estoy consternado, no tenemos estadistas, lo que tenemos son fanfarrones que viven en el auto engaño y de paso abusan del erario público.
Sin darnos cuenta todos caímos en el garlito. La discusión no debería ser  quién va a pagar el muro, sino ¡por qué el muro! ¿De verdad el muro va a detener a los migrantes? Pero qué ¿los migrantes no están ya en sus más bajas tasas históricas? El muro es un símbolo, un símbolo del capitalismo autoritario y depredador.

Peña-Trup

El verdadero problema
El problema serio no es el muro, sino la amenaza de deportación de esos, no sé cuántos millones de mexicanos indocumentados, ¿cinco, diez, veinte? Cualquiera que sea el número, ese sí que sería un verdadero problema. Pero no va a suceder. Y no va a suceder porqué allá nos necesitan: necesitan quién haga el trabajo duro, honrado y a “buen precio”.
Y entonces ¿qué es lo qué pasa? Pues nada que estamos ante un gran embustero, un fanfarrón de esos que al estilo fascista engañan a los más ilusos, aquella gran masa de norteamericanos, no sé si de clase baja o media (porque allá la clase baja vive como la media alta de acá), o si son esos “palurdos”, toscos y rústicos que lo único que desean es su comodidad, su seguridad.

Trump el fanfarrón
Y es que la seguridad es precisamente lo que está ofreciendo Trump en su campaña. La prepotencia, el racismo, la burla, en suma, la fanfarronería, no son otra cosa más que poses teatrales que buscan hipnotizar al que se deje. Su oferta es eliminar las “amenazas” a su nicho de confort: que no les toquen su televisor, su futbol, sus palomitas y sus cervezas. ¿Y quiénes encarnan esas “amenazas”? Pues los inmigrantes mexicanos que llegan con todas sus “pestes”.
 Trump es un engaño y por eso no va a ganar. Y no va a ganar porque la sociedad norteamericana es mucho más compleja. Porque no están nada más los “palurdos”, sino también los que estudian, los que tienen religión, ética y principios ciudadanos. Son siglos de educación democrática. Europa es la cuna de la democracia pero los Estados Unidos son su consolidación.
También está el hecho de que la sociedad norteamericana es un verdadero mosaico racial. Y como van las cosas, el voto de los negros, de los latinos, los musulmanes, orientales y demás, va a ser por Hilari Clinton, es decir, por la libertad, por su reconocimiento, por un bienestar social para todos.
Dos dioses se disputan el poder del imperio: la libertad y la seguridad. Paradójicamente la libertad que ofrece la Sra. Clinton significa la conservación del establishment modernizador, globalizador; mientras que la seguridad que promete Trump significaría una regresión histórica, sino al esclavismo, si hacia algo muy parecido: menos impuestos al gran capital y manos libres al capital financiero.

Para muros los mexicanos
Pero mientras tanto, ¿qué es lo que pasa de este lado, de nuestro lado? Pues al parecer pasa todo lo malo. No hemos aprendido a vivir en la democracia: no nos gobiernan los mejores. No hemos sabido aprovechar el poder del voto. También tenemos nuestros “palurdos”, los que votan inducidos por la televisión, por la limosna, por la ignorancia.
Sin embargo las cosas están cambiando. La gran cloaca está abierta y ahora todo se sabe (Krauze). El abuso, el despilfarro, la corrupción, la impunidad, la inseguridad,… son los grandes muros internos que empezamos a ver los mexicanos con toda claridad. Son muros que impiden el desarrollo, la buena educación, la sana convivencia.
Sobre el sainete del presidente mexicano, “invitando a la bestia para calmarla”, son muchas las hipótesis explicativas: la falta de oficio político, la desesperación, la ingenuidad, la mala asesoría, el síndrome de hybris, etcétera. Pero de todo esto lo que más me inquieta es que huele a un profundo desprecio y desdén hacia lo mexicano, hacia nuestros valores, nuestra historia, en suma nuestra dignidad nacional.
En la ante sala de las fiestas patrias nuestra máxima autoridad se deja humillar ante el público global por el “tirano en ciernes”. Lo que urge es corregir el rumbo, dejar a un lado la cauda de escándalos y con un golpe de timón iniciar programas serios de seguridad, educación,  salud y trabajo; en un ambiente de verdadera transparencia y democracia. Lo veo difícil, ¿acaso los dioses de la libertad y la seguridad nos han abandonado?

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