Alejandro Mario Fonseca
Ahora que estoy
retirado de la vida profesional, del ejercicio de la docencia en la
universidad, por razones de salud que ya he comentado en otros escritos, decidí
dedicarme al Yoga. Y fue en los diplomados que estudié en la Gran Fraternidad
Universal, donde redescubrí la importancia de la ética para el desarrollo
humano.
Antes de
graduarme como profesor de Yoga, como aficionado y practicante confundía la
disciplina con las ásanas (posturas). Muy pronto descubrí que el Yoga es mucho
más que eso. Incluye ocho disciplinas, de las cuales la tercera es ásana. La
primera es yama, que significa restricción y la segunda niyama, que a su vez
quiere decir práctica y observancia. Ambas son la base ética del Yoga.
Enrique Peña Nieto |
La base ética del Yoga
Yama o los mandatos morales son: no violencia, veracidad, no robar,
continencia y libertad frente a la avaricia. Mientras que la observancia de
limpieza, contento, disciplina, estudio espiritual y devoción a Dios,
constituyen niyama, son los principios contrarios a yama y deben ser
contrarrestados con conocimiento y
percepción consciente.
Se trata de la raíz, de la base de las disciplinas yóguicas, son
tradicionales en el yoga y las encontramos de una u otra manera en prácticamente
todas las culturas humanas. Están en la sangre de las personas, “se maman”. No
son otra cosa más que lo que les decimos a nuestros hijos: lo que no deben
hacer (yama) y lo que sí deben hacer (niyama). Existen desde el momento en que
nacemos.
Y como ya he comentado también en otras ocasiones, como la mayoría
de los mexicanos fui educado en el seno de una familia católica. Así que no me
costó mucho trabajo entender y asimilar yama y niyama. De hecho los Diez Mandamientos
de la tabla de Moisés, mutatis mutandis, están incluidos en yama y niyama.
El problema no es
sencillo
Yo siempre les digo a mis alumnos de Yoga que es muy fácil cumplir
con los requerimientos éticos de la disciplina, basta con ser un buen católico,
un buen cristiano. Sin embargo, algo está sucediendo en las instituciones
educativas, de gobierno y de todo tipo, porque la cosa no es tan sencilla,
¿realmente los mexicanos somos buenos católicos, buenos cristianos?
Llegados a este punto, vale la pena hacer una breve reflexión sobre
la religión cristiana y sus posibilidades de satisfacer los requerimientos
éticos y morales del yoga. Muy probablemente sea más fácil para los seguidores
de Calvino y Lutero, en sus múltiples expresiones de culto, adaptarse al rigor
y disciplina requeridos; sobre todo para los presbiterianos cuyos principios
éticos son muy estrictos: su creencia en la doble predestinación, su contacto
directo con Dios, la ausencia del perdón de los pecados, su actitud ante la
muerte, etcétera.
Sin embargo para los católicos me surgen serias dudas sobre su
capacidad para adaptarse a un código de conducta estricto y severo como el que
requiere nuestra disciplina. No sé, tal vez la orden mendicante de los
franciscanos, que para mi gusto son los más fieles a las enseñanzas del Maestro
Jesús, sea el grupo de católicos con mayor solvencia moral para adaptarse a los
requerimientos éticos del yoga.
La ética es gradual
El mundo moderno es complejo y está lleno de tentaciones y resulta
que no es nada sencillo cumplir a cabalidad, al cien por ciento con una base
ética, cualquiera que esta sea. Para un monje tibetano o para un sacerdote
católico la observancia de la ética debe ser estricta, no así para los
practicantes de yoga, o para los humildes feligreses de una iglesia cristiana:
la ética se va aprendiendo poco a poco, gradualmente, a lo largo de la niñez y
de la primera juventud.
Así como tampoco es lo mismo ser un maestro que un estudiante ya que
el maestro es el modelo y el joven está aprendiendo, así en el caso de los servidores públicos, no
es lo mismo ocupar un humilde puesto burocrático en cualquier oficina pública,
que ser el presidente municipal, el gobernador o el presidente de la república.
Mientras más alto sea el cargo, más estricto debería ser el escrutinio de la
solvencia moral y ética del funcionario, que no deja de ser un servidor
público: sus responsabilidades son muy grandes.
Posdata
Y aunque suene paradójico, no me gusta el linchamiento moral que se
pretende hacer al presidente Peña Nieto por el supuesto plagio de su tesis de licenciatura,
ya bastante tiene con todo lo demás. Plagiar es “copiar o apropiarse en lo
sustancial de obras ajenas” (Diccionario del español moderno; Alonso Martín;
Aguilar). Habría que revisar el escrito minuciosamente, pero en todo caso el
responsable es el asesor de la tesis, quien debió haber corregido en su momento
al estudiante.
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