viernes, 18 de septiembre de 2020

AMLO combatiendo a los cacos

Alejandro Mario Fonseca

Dedicado a mi amigo Virgilio Ledesma

“Caco” significa ladrón, diestro; también significa hombre cobarde. Desde niño supe que “caco” es el abusivo, el que le quita los dulces o los juguetes al otro niño.

 

Ya un poco mayor supe utilizar el término como apodo despectivo, pero también admirativo: “caco” era el que sabe robar. Hace no muchos años tuve un amigo que tenía un tío que se dedicaba a vender fayuca, su apodo era “Don Caco”.

 

Caco es el monstruoso ladrón de ganado que aparece en el capítulo VIII  de la Eneida de Virgilio, que trata de su captura y muerte, en manos de Alcides (Hércules), hijo del rey Anfitrión. Veamos algunos párrafos:

 

Aquí estuvo la gruta, escondida en vasto abrigo, que la figura terrible del medio humano Caco ocupaba inaccesible del sol a los rayos, y siempre estaba tibio el suelo de sangre reciente y de sus soberbias puertas pendían cabezas humanas, pálidas de triste podredumbre. Era Vulcano el padre de este monstruo: con inmensa mole avanzaba arrojando sus negras llamas por la boca.


                                     ¿Cacos los expresidentes?

Mas quiso un día la ocasión satisfacer nuestro deseo y brindarnos ayuda y la llegada de un dios. Y el gran vengador orgulloso de la muerte del triple Gerión y sus despojos, Alcides, llegó trayendo hasta aquí, vencedor, los toros enormes, y llenaban sus bueyes el valle y el río.

 

 

Santiago Nieto: el Alcides mexicano

Pero la mente fiera del ladrón Caco, por nada dejar de crimen o engaño sin osar o probar, sacó de sus pesebres cuatro toros de hermosa figura y otras tantas novillas con mejor aspecto, y a todos ellos, para no dejar huellas de la marcha de sus pasos, arrastrados por la cola a la cueva y con las marcas de las patas al revés, los ocultaba el raptor en su ciega guarida; ninguna señal llevaba al que buscase a la cueva.

 

Mientras tanto, cuando ya sus ganados saciados sacaba de sus corrales el hijo de Anfitrión y preparaba la marcha, mugieron al partir los bueyes y se llenó el bosque entero de sus quejas y con tal clamor dejaban las colinas.

 

Con su voz contestó una de las vacas y en la vasta caverna mugió y, aun guardada, defraudó la esperanza de Caco. Entonces la cólera de Alcides se inflamó de furia y de negra bilis: coge sus armas y la maza cargada de nudos, y se marcha corriendo a lo alto del monte elevado.

 

 Vieron en ese momento por vez primera los nuestros a Caco temblar y con ojos turbados: escapa al punto más rápido que el Euro y busca su gruta; el terror en sus pies puso alas. Cuando se encerró y liberó las cadenas rompiendo el enorme peñasco que colgaba con hierros y el arte paterna y protegió con su mole la firme entrada, aquí llega el Tirintio con ánimo furioso y toda la entrada recorre, llevando aquí y allá su mirada, los dientes rechinando.

 

 

El botín negado con perjurio

Así apareció la gruta y sin techo la enorme morada de Caco, y se abrieron del todo las sombrías cavernas, no de otro modo que si el suelo, abierto por completo por alguna fuerza, ofreciera las mansiones infernales y mostrase los pálidos reinos, odiosos a los dioses, y desde lo alto se viera el inmenso abismo, y temblasen los Manes por la luz recibida.

 

Así pues, pillado de improviso por el resplandor repentino, y encerrado en su cavo peñasco y rugiendo como nunca, Alcides lo acosa desde arriba con sus dardos y echa mano de todas sus armas y ramas y piedras le arroja como de molino.

 

El otro, que ya no puede escapar del peligro, de sus fauces ingente humareda (asombra decirlo) vomita y en ciega calígine envuelve la casa ocultando su visión a los ojos, y llena su gruta de una noche de humo con tinieblas mezcladas de fuego.

 

No lo aguantó Alcides y él mismo se lanzó de cabeza a través del fuego, por donde más espeso el humo agita sus ondas y bulle la enorme cueva de negra niebla. Sorprende aquí a Caco en las tinieblas vanos incendios vomitando y lo abraza en un nudo y lo ahoga con los ojos fuera y seca de sangre la garganta.

 

Se abre al punto la negra mansión arrancadas sus puertas, y las vacas robadas y el botín negado con perjurio se muestran al cielo y por los pies el informe cadáver es arrastrado. No pueden hartarse los corazones de mirar los ojos terribles, el rostro y el velludo pecho de cerdas de la medio fiera, y los fuegos apagados de su fauces.

 

 

México estaba lleno de cacos en los más altos niveles de la administración pública

 Virgilio Marón, fue un Poeta latino. Aunque hijo de padres modestos, Virgilio estudió retórica, lengua y filosofía griegas en Cremona, Milán, Roma y Nápoles. Vivió del 19 al 70 a. C.

 

Si bien no intervino de modo directo en la vida política, desde muy pronto Virgilio disfrutó del apoyo de mecenas y amigos, como Cayo Mecenas, el poeta Horacio e incluso Octavio (el futuro emperador Augusto). En parte propiciado por el éxito de su primera obra mayor, las Bucólicas, en las que desarrolla muchos temas de la tradición pastoril, escribió la Eneida, una historia mítica de Roma.

 

¿Verdad que es una delicia leer la Eneida de Virgilio? Aproveche el encierro al que todavía nos tiene condenados la pandemia del coronavirus y léala completa, me lo va a agradecer.

 

Mientras tanto, permítame intentar una analogía con lo que sucede en el ambiente político de nuestro país. Los mexicanos estamos ávidos de justicia, los casos del cancerbero del expresidente Felipe Calderón, Genaro García Luna; y el del exdirector de PEMEX, durante el gobierno de Peña Nieto, Emilio Lozoya; están por hacer historia.

 

 Se trata de un baile millonario sin precedentes. Las noticias son terribles, miles de millones van, miles de millones vienen. ¿Dónde quedaron? Como dice el presidente AMLO, por lo menos que regresen lo robado. Yo no creo que los expresidentes involucrados lleguen a la cárcel, la justicia mexicana todavía es muy tortuosa.

 

 Ya veremos qué pasa. Pero lo que sí está pasando, es que los bonos políticos del PRI y del PAN siguen a la baja. Seguramente van a tener muchos problemas para designar candidatos confiables, honestos y con arrastre popular.

 

Y mientras la tan anhelada justicia llega, por lo menos los militantes de dichos partidos lo que deberían hacer es guardar silencio y dejar de mentir e insultar en las redes sociales de Internet y en algunos medios informativos. Están haciendo el ridículo: no les ayuda.

 

Es una lástima porque nuestro país necesita tanto un partido liberal  como uno conservador que sepan representar con honestidad y seriedad a millones de mexicanos que, querámoslo o no, todavía creen en sus respectivas ideologías. Insisto, ya veremos qué pasa.

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