domingo, 14 de mayo de 2017

Nacionalismo abierto al mundo

Alejandro Mario Fonseca
Cuando estudiaba la secundaria, a mediados de los años 60, cayeron en mis manos los comics franceses de Astérix. Cómo me reía: era una verdadera delicia leerlos.
Astérix el Galo (en francésAstérix le Gaulois) es una serie de historietas cómicas creada por René Goscinny (guion) y Albert Uderzo (dibujo), aparecida por primera vez el 29 de octubre de 1959 en la revista Pilote antes de ser publicadas como álbum. La serie fue concebida en el suburbio de Bobigny (Sena-San Denis), Francia.
Traducida a multitud de idiomas (incluyendo latín y griego antiguo), está disponible en otros muchos países, lo que la convierte probablemente en la historieta francesa más popular del mundo.
Ahora que busco información sobre este comic en la Wikipedia, me doy cuenta de la necesidad de releerlo ya como adulto.
Y es que un elemento clave para el éxito de Astérix, es el hecho de que contienen elementos cómicos para lectores de distintas edades: a los niños suelen gustarles las peleas y otros gags (humor a través de imágenes).
 Mientras que los adultos solemos apreciar las alusiones a la cultura clásica, las figuras contemporáneas y los juegos de palabras, y también nos gustan  las parodias.

Ernest Hemingway (1899-1961) y su esposa

Una parodia del chovinismo francés
A primera vista el argumento del comic es profundamente nacionalista, estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor...
La resistencia de estos aldeanos se debe a la fuerza sobrehumana que adquieren tras beber una poción mágica preparada por su druida (una especie de chamán) Panorámix.
Casi todos los cuentos de Astérix tienen como trama principal el intento del ejército romano de ocupar la aldea y evitar que el druida prepare la poción o de conseguir algo de ella para su propio beneficio.
Estos intentos son frustrados siempre por Astérix el héroe, y Obélix su lugar teniente y además el más gracioso de todos los personajes. La aldea francesa, el último reducto de la resistencia a la Pax romana, resulta ser una parodia del chovinismo francés.
Se trata de la preferencia excesiva por todo lo nacional con desprecio de lo extranjero, pero al mismo tiempo de una  imitación burlesca de la propia cultura francesa y de las culturas que la rodean.

Paris era una fiesta
Por otra parte París era una fiesta es una hermosa novelita del escritor norteamericano Ernest Hemingway (1899-1961) publicada póstumamente en diciembre de 1964 en los Estados Unidos.
La novela que es una delicia, se consigue fácilmente. Pero también puede usted ver la película de Woody Allen Media noche en Paris, que además de  ser muy buena, lo hará reír a placer.
El libro es autobiográfico y trata de las memorias de Hemingway en París, donde él y su primera esposa eran “muy pobres, pero muy felices”. Originalmente fue publicado en Canadá en forma de artículos periodísticos.
Narra las aventuras y desventuras del joven escritor en el continente europeo, en Francia un país revolucionario y en Paris, una ciudad que acompañará a todos aquellos que la hayan visitado, toda su vida, por ejemplo a Octavio Paz y a  Mario Vargas Llosa, por citar a dos latinoamericanos.
Hemingway pertenece a la “generación perdida”, que no es más que un grupo de intelectuales marcados por  las secuelas de haber “sobrevivido” a la Primera Guerra Mundial, el gran hecho histórico de principios de siglo XX.
Los diversos personajes de la novela Gertrude Stein (pionera de la literatura modernista), Scott Fitzgerald (el autor de El Gran Gatsby), Ezra Pound (poeta pionero del imaginismo), entre otros, no hacen más que confirmarnos la gran influencia que tuvieron sobre la escritura de este hombre de letras y periodista.
Tal como dijo Hemingway alguna vez, “París es una fiesta que nos sigue”. Como ya mencioné arriba, el libro ha servido de referencia para el guion de la película de Woody Allen  Medianoche en París filmada en el 2011, que también se consigue fácilmente.

Francia: un nacionalismo abierto al mundo
El comic Asterix el galo y la novelita Paris era una fiesta resultan ser dos obras emblemáticas de la historia y  de la cultura francesas que nos permiten entender el acontecer político de la Francia de nuestros días.
No es lo mismo Francia que Paris. En el Paris de Hemingway aplastó Macron con el 90% de los votos; mientras que en el norte de Francia, donde se ubica la aldea ficticia de Astérix, están las dos únicas provincias donde ganó Le Pen por un escaso margen: Pas de Calais (52.05%) y Aisne (52.91%).
A contracorriente del neoconservadurismo en ciernes, los franceses se abren paso hacia el siglo XXI demostrando por qué Francia es la cuna de la razón, de la democracia y de los derechos humanos.
Emmanuel Macron, un joven liberal que simpatiza con la izquierda, significa ni más ni menos que el desafío frontal a los políticos tradicionales, a la empresa capitalista depredadora, a la crítica destructiva, a la xenofobia, a los populismos tanto de derecha como de izquierda,  y a un largo etcétera.
Muy pronto veremos cómo la República Francesa, encabezada por este joven filósofo de la política, le pone el ejemplo a un mundo en crisis de valores. Ya veremos cómo destruye paradigmas conciliando la empresa capitalista con el cuidado del medio ambiente; y lo más importante, cómo preserva lo valores nacionales sin cerrarse al mundo y consolidando la Unión Europea.

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