Alejandro Mario Fonseca
Cuando estudiaba la secundaria, a mediados de los años 60, cayeron en
mis manos los comics franceses de Astérix. Cómo me reía: era una
verdadera delicia leerlos.
Astérix el Galo (en francés, Astérix
le Gaulois) es una serie de historietas cómicas creada por René Goscinny (guion)
y Albert Uderzo (dibujo), aparecida por
primera vez el 29 de octubre de 1959 en la
revista Pilote antes de ser publicadas como
álbum. La serie fue concebida en el suburbio de Bobigny (Sena-San
Denis), Francia.
Traducida a multitud de idiomas
(incluyendo latín y griego
antiguo), está disponible en otros muchos países, lo que la
convierte probablemente en la historieta francesa más popular del mundo.
Ahora que busco información sobre
este comic en la Wikipedia, me doy cuenta de la necesidad de releerlo ya como
adulto.
Y es que un elemento clave para el
éxito de Astérix, es el hecho de que
contienen elementos cómicos para lectores de distintas edades: a los niños
suelen gustarles las peleas y otros gags (humor a través de imágenes).
Mientras que los adultos solemos apreciar las
alusiones a la cultura clásica, las figuras contemporáneas y los juegos de
palabras, y también nos gustan las
parodias.
Ernest Hemingway (1899-1961) y su esposa |
Una parodia
del chovinismo francés
A primera vista el argumento del
comic es profundamente nacionalista, estamos
en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos…
¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre
al invasor...
La resistencia de estos aldeanos se
debe a la fuerza sobrehumana que adquieren tras beber una poción mágica
preparada por su druida (una especie de chamán) Panorámix.
Casi todos los cuentos de Astérix
tienen como trama principal el intento del ejército romano de
ocupar la aldea y evitar que el druida prepare la poción o de conseguir algo de
ella para su propio beneficio.
Estos intentos son frustrados siempre
por Astérix el héroe, y Obélix su lugar teniente y además el más gracioso
de todos los personajes. La aldea francesa, el último reducto de la resistencia
a la Pax romana, resulta ser una parodia del chovinismo francés.
Se trata de la preferencia excesiva
por todo lo nacional con desprecio de lo extranjero, pero al mismo tiempo de
una imitación burlesca de la propia cultura
francesa y de las culturas que la rodean.
Paris era
una fiesta
Por otra parte París era una fiesta es una hermosa
novelita del escritor norteamericano Ernest Hemingway (1899-1961) publicada
póstumamente en diciembre de 1964 en los Estados Unidos.
La novela que es una delicia, se
consigue fácilmente. Pero también puede usted ver la película de Woody Allen Media noche en Paris, que además de ser muy buena, lo hará reír a placer.
El libro es autobiográfico y trata de
las memorias de Hemingway en París, donde él y su primera esposa eran “muy
pobres, pero muy felices”. Originalmente fue publicado en Canadá en forma de
artículos periodísticos.
Narra las aventuras y desventuras del
joven escritor en el continente europeo, en Francia un país revolucionario y en
Paris, una ciudad que acompañará a todos aquellos que la hayan visitado, toda
su vida, por ejemplo a Octavio Paz y a Mario
Vargas Llosa, por citar a dos latinoamericanos.
Hemingway pertenece a la “generación
perdida”, que no es más que un grupo de intelectuales marcados por las secuelas de haber “sobrevivido” a la Primera
Guerra Mundial, el gran hecho histórico de principios de siglo XX.
Los diversos personajes de la novela Gertrude
Stein (pionera de la literatura modernista), Scott Fitzgerald (el autor de
El Gran Gatsby), Ezra Pound (poeta pionero del imaginismo), entre otros,
no hacen más que confirmarnos la gran influencia que tuvieron sobre la
escritura de este hombre de letras y periodista.
Tal como dijo Hemingway alguna vez, “París
es una fiesta que nos sigue”. Como ya mencioné arriba, el libro ha servido de
referencia para el guion de la película de Woody Allen Medianoche
en París filmada en el 2011, que también se consigue fácilmente.
Francia: un
nacionalismo abierto al mundo
El comic Asterix el galo y la novelita Paris
era una fiesta resultan ser dos obras emblemáticas de la historia y de la cultura francesas que nos permiten
entender el acontecer político de la Francia de nuestros días.
No es lo mismo Francia que Paris. En
el Paris de Hemingway aplastó Macron con el 90% de los votos; mientras que en
el norte de Francia, donde se ubica la aldea ficticia de Astérix, están las dos únicas provincias donde ganó Le Pen por un
escaso margen: Pas de Calais (52.05%) y Aisne (52.91%).
A contracorriente del
neoconservadurismo en ciernes, los franceses se abren paso hacia el siglo XXI
demostrando por qué Francia es la cuna de la razón, de la democracia y de los
derechos humanos.
Emmanuel Macron, un joven liberal que
simpatiza con la izquierda, significa ni más ni menos que el desafío frontal a
los políticos tradicionales, a la empresa capitalista depredadora, a la crítica
destructiva, a la xenofobia, a los populismos tanto de derecha como de
izquierda, y a un largo etcétera.
Muy pronto veremos cómo la República
Francesa, encabezada por este joven filósofo de la política, le pone el ejemplo
a un mundo en crisis de valores. Ya veremos cómo destruye paradigmas
conciliando la empresa capitalista con el cuidado del medio ambiente; y lo más
importante, cómo preserva lo valores nacionales sin cerrarse al mundo y
consolidando la Unión Europea.
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