Alejandro Mario Fonseca
Estimado lector, esta es la cuarta
entrega de un largo ensayo en el que me propuse, una contribución al análisis
conceptual del Yoga. Mi interés es compartir con usted, mi experiencia en la práctica de esta disciplina, sus
conceptos básicos y sus inobjetables beneficios.
En la tercera entrega introduje el
tema del óctuple sendero, el Astanga
Yoga, a continuación le presento una breve explicación de las primeras
cinco disciplinas.
Yama o los mandatos
morales son: no violencia, veracidad, no robar, continencia y libertad frente a
la avaricia [Y S II.30). Mientras que la observancia de limpieza, contento,
disciplina, estudio espiritual y devoción a Dios, constituyen niyama [Y S II.32], son los principios
contrarios a yama y deben ser contrarrestados
con conocimiento y percepción consciente.
La ética en el
núcleo duro de todas las actividades humanas: el Yoga no podía ser la excepción
Yoga(4) |
Se trata de la raíz, de la base de
las disciplinas yóguicas, son tradicionales en el yoga y las encontramos de una
u otra manera en prácticamente todas las culturas humanas. Están en la sangre
de las personas, “se maman”. No son otra cosa más que lo que les decimos a
nuestros hijos: lo que no deben hacer (yama) y lo que sí deben hacer (niyama).
Existen desde el momento en que nacemos.
Llegados a este punto, vale la pena
hacer una breve reflexión sobre la religión cristiana y sus posibilidades de
satisfacer los requerimientos éticos y morales del yoga.
Muy probablemente sea más fácil para
los seguidores de Calvino y Lutero, en sus múltiples expresiones de culto,
adaptarse al rigor y disciplina requeridos; sobre todo para los presbiterianos
cuyos principios éticos son muy estrictos: su creencia en la doble
predestinación, su contacto directo con Dios, la ausencia del perdón de los
pecados, su actitud ante la muerte, etcétera.
Sin embargo para los católicos me
surgen dudas sobre su capacidad para adaptarse a un código de conducta estricto
y severo como el que requiere nuestra disciplina.
No sé, tal vez la orden mendicante de los
franciscanos, que para mi gusto son los más fieles a las enseñanzas del maestro
Jesús, sea el grupo de católicos con mayor solvencia moral para adaptarse a los
requerimientos éticos del yoga.
Ásana (postura) es la disciplina más popular del Yoga,
la más conocida.
Ásana, la tercera
disciplina, es tan popular que comúnmente se confunde con el yoga mismo, además
de que para algunos críticos
especialistas Patanjali no se ocupa del cuerpo humano, es decir del yoga
físico.
Por lo que nos recomiendan para estudiar ásana
otros textos clásicos, como el Gheranda
Samhita o el Shiva Samhita. Iyengar no lo ve así y nos propone irnos al
Sutra 47 del tercer capítulo: “…la riqueza del cuerpo consiste en belleza de
forma, gracia de movimientos, fuerza, o extensión magnitudinal al ejecutar la
ásanas, y fuerza magnitudinal y percepción consciente al respirar y meditar, en
la compacidad, firmeza y luminosidad de un diamante y en la suavidad de un pétalo.”
Los críticos tienen razón, los Yoga
Sutras no son exhaustivos ni en la taxonomía ni en la descripción de la
práctica correcta de ásana, sin embargo si nos ofrecen lo esencial, un aparato
conceptual claro y preciso y su relación con los valores humanos; hay que
recordar que se trata de un paradigma filosófico, no de un manual para la
práctica del yoga.
Pero regresando al capítulo II,
Ásana es firmeza corporal perfecta, estabilidad de inteligencia y benevolencia
de espíritu [Y S II.46]. Se logra la perfección en ásana cuando el esfuerzo por
realizarla se torna no esfuerzo y se alcanza el ser infinito interior [Y S
II.47]. A partir de entonces, el practicante no es perturbado por las
dualidades [Y S II.48].
El control de la respiración y de las emociones
La cuarta disciplina, Pranayama, es el control del flujo
respiratorio entrante y saliente [Y S II.49]; consta de tres movimientos;
inspiración, retención y espiración profundas y delicadas, todas ellas
reguladas según la capacidad torácica, tiempo y precisión [Y S II.50].
Hay un cuarto tipo de pranayama, no
deliberado y carente de esfuerzo, trasciende los tres tipos anteriores y
restringe los movimientos del pensamiento (externos e internos) [Y S II.51].
Pranayama aparta el velo que cubre la luz del conocimiento y anuncia el
amanecer de la sabiduría: la mente entonces se vuelve apta para la
concentración [Y S II.52-53].
No es algo que se pueda enseñar;
tienes que descubrirlo tú solo, porque cada persona tiene un ritmo respiratorio
distinto. Haz una gráfica de tu respiración, conócete.
Descubre qué ritmo adopta tu
respiración cuando estás enojado, furioso, lleno de ira; después observa cómo
es cuando estás tranquilo, relajado; por último descubre como respiras cuando
estás lleno de dicha, cuando eres uno con el universo, cuando te sientes uno
con los árboles y las aves, con los ríos y las rocas, con el mar y la arena
Pratyahara, la quinta
disciplina, es el desenlace natural del amanecer de sabiduría: la mente
controla los órganos de acción y los sentidos de percepción, y los conduce a un
viaje interior hacia el que ve [Y S II.54]. Mediante este control la mente se
torna madura y ávida por realizar a su hacedor, el que ve [Y S II.55].
Significa volver, retornar…, entrar,
volverse hacia dentro, regresar a casa. Sólo ahora es posible practicarlo, una
vez que pranayama te ha dado el ritmo. Ahora conoces toda la gama de ritmos;
sabes con qué ritmo estás más cerca de casa y con qué ritmo está más lejos de
ti mismo. Verás que cuando te sientas violento, lujurioso, enfadado, celoso,
posesivo, estás muy lejos de ti, mientras que la compasión, el amor, la
creación y la gratitud te acercarán a casa.
Así, el segundo capítulo concluye
con la descripción precisa de las primeras cinco disciplinas, dejando las tres
últimas, las disciplinas sutiles, para el tercer capítulo, Vibhuti, que significa, poderes, propiedades del yoga. Y es que la
concentración, meditación y absorción total, pueden llevarnos, ya sea a la
liberación de los diversos poderes naturales, o a la realización del Sí-mismo.
(Continuará).
No hay comentarios:
Publicar un comentario