Tlaloc abandonado |
Aurelio Cuevas (Sociólogo)
En el extremo poniente de Tlatelolco -cerca de la Avenida Insurgentes Norte-, en un espacio ubicado entre el edificio Pedro Moreno y el estacionamiento de la torre triangular (vieja sede de BANOBRAS), se halla una escultura de Tlaloc, deidad azteca de la lluvia, que tiene una altura de alrededor de dos metros y está colocada sobre dos plataformas de piedra de poca altura. Una malla metálica sostenida por barras del mismo material rodea la escultura, lo cual permite al transeúnte común o fortuito mirarla integralmente si disminuye un poco su paso.
Al frente de la primera -y más grande- plataforma que sirve de base a la imagen hay unos nichos que durante algún tiempo contuvieron lámparas eléctricas que al caer la noche iluminaban al monolito. En el perímetro delantero de la estatua, a ambos costados de la misma, hay unos grandes macetones para plantas destinados a dar ornato a la misma.
El material del que está hecha la efigie parece fibra de vidrio y su color es como de un café o amarillo claro; la estatua tiene un orificio no muy grande en la punta de uno de sus dos brazos. Aunque no hay placa o letrero cercano a la obra que aluda a su autor ni a la fecha de su creación al parecer fue realizada por el escultor Tomás Chávez Morado, hermano del pintor José Chávez Morado.
Al observarse con detenimiento al Tlaloc su descuido se hace evidente antes que cualquier otra cosa. Encima de la estatua –sobre todo en la parte de atrás- se apila una enorme cantidad de basura caída de los árboles, tales como hojas grandes o ramas cuyo color naranja-amarillo da la impresión de que han permanecido ahí por largo tiempo. También los nichos para la iluminación nocturna de la escultura se hallan vacíos y sin protección externa, y los citados macetones que bordean a la misma contienen una vegetación escasa y descuidada.
Además, entre la parte posterior de la estatua, el muro sobre el que se encuentra apoyada y el piso que la sostiene se forma un pequeño túnel donde puede caber recostada una persona de estatura normal; así, por no estar a simple vista, es común que dicho espacio sea ocupado durante largo tiempo por indigentes o gente sin casa que busque resguardarse de la intemperie.
Encontrarse frente al Tlaloc de Tlatelolco es como contemplar algún mausoleo abandonado en el lugar más recóndito de un panteón, sea por olvido de los familiares de quienes ahí yacen o debido a que el tiempo borró todo vestigio de su descendencia, desvaneciéndose en cualquier caso la remembranza de algo o alguien que fue importante para un grupo humano.
A pesar de la notoria dejadez en que se encuentra esta escultura de la deidad prehispánica sigue de pie en un lugar recóndito de la Unidad. ¿No será este el momento en que sea posible la rehabilitación del lugar donde está plantada? O bien ¿Está fuera de lugar considerar su traslado a otro sitio de Tlatelolco donde pueda ser más visible y apreciada?
Buena informacion , es importante considerar estos pequeños detalles de nuestra ciudad. Gracias.
ResponderEliminarsaludos de una Tlateloca que vive en Montreal Qc. Canada
ResponderEliminarHola Viva Tlaloc y Tlalocas!!!
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