Por Miguel Ángel Márez Tapia *
AMLO en el Monumento a la Revolución Foto: elobservadordiario.com |
Evocó la sentencia de Pablo Romo Cedano, el 24 de marzo de 2010 en el Seminario Movimientos sociales desde la comunicación y la política realizado por la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Xochimilco: “la izquierda se ha preocupado únicamente por la apropiación de la clase trabajadora de los medios de producción, mientras tanto la derecha se ha apropiado de los imaginarios”. AMLO es consciente de ello, la frase “un peligro para México” potencializó la adjetivación negativa a través de los imaginarios de las personas, interiorizó los miedos más sensibles y las emociones más elementales, materializándose en votos en su contra.
La izquierda mexicana históricamente ha sido reacia a adentrarse a hacer un análisis teórico serio del humanismo, donde localizamos a la subjetividad, los imaginarios, símbolos y emociones, como instrumentos que potencian la transformación revolucionaria. Al no contar con una concepción correcta del símbolo, la izquierda ha llegado a reducirlo únicamente a idealismo, eliminando su soporte transformador con bases materiales. A partir de esta premisa, se puede argumentar que no hay nada que le sea ajeno al símbolo, y al tocar las cosas, genera una mutación cualitativa. Cuando el símbolo satisface la necesidad deseada, es sólo motivo que encuentra otro “cuerpo” para nutrirlo de nuevas cualidades, y así sucesivamente. El símbolo no tiene fin, nunca termina, ahí encuentra su potencialidad y utilidad para una transformación verdadera.
El antropólogo peruano Abilio Vergara (véase El resplandor de la sombra, Navarra, 2006) exploró el desafuero de López Obrador entre el simbolismo, humor e imaginación política. El autor afirmó que AMLO se transformó en un símbolo, por cualidad intrínseca de este artefacto cultural absorbió en su beneficio todo lo que ocurría, revirtiendo los ataques en capital propio, potenciándose por las simpatías y adhesiones “irracionales”, configurando un escenario político inédito.
Esto nos da pié para introducirnos a los fundamentos para una república amorosa de AMLO. ¿Qué es al amor? “El amor es un ideal moral”, señaló el político tabasqueño, pero además: “lo material es importante, pero no basta: hay que fortalecer los valores morales”, concluye. La pregunta que resulta de estas respuestas es: ¿La izquierda habrá aprendido la lección de 2006? Tal parece que López Obrador da avisos de un cambio en la estrategia política propuesta para los próximos comicios, no es únicamente electoral, sino también humanista, moral, filosófica y ética.
Aquí es necesario hacer un matiz, debemos diferenciarlo de las estrategias del marketing político, en donde se enfoca a aspectos subjetivos, a través de la frase mediática: “En política, percepción es realidad”. Algunas fuentes afirman que Beatriz Gutiérrez, esposa de López Obrador, quien tiene especialidad en comunicación y manejo de imagen, es la operadora de este cambio en su estrategia mediática. Es innegable que el voto, un gran porcentaje de la decisión del sufragio final es por aspectos subjetivos y emotivos, modificar la percepción de las clases medias es un elemento clave para ganar la elección por la presidencia.
Regresando al punto de la república amorosa, el amor es un sentimiento, es también una emoción, por ello el gran reto de López Obrador es consolidar su noción de “felicidad profunda y verdadera” que no consiste en los placeres momentáneos y fugaces, esto lo separa radicalmente de la derecha, que privilegia una sociedad de consumo, a través de una satisfacción fugaz e inmediata. Las principales críticas de sus adversarios políticos y mediáticos es cuestionar la nueva imagen de “AMLOve”, muchos de ellos apuestan que es sólo cuestión de tiempo para que Andrés Manuel retorne al discurso beligerante de hace cinco años.
Sí retomamos lo dicho por Vergara, sus adversarios no han tomado en consideración que “AMLOve”, puede llegar a ser un germinador de nuevos imaginarios, convertirse en un nuevo símbolo que puede tener la capacidad de impulsar a López Obrador. Por lo observado hasta este momento, es una equivocación sólo limitarlo a una imagen mediática y propagandística. Esta nueva estrategia tiene la capacidad de replicar los efectos de los otros motes: “Sr. López” y “Peje”, utilizados inicialmente en su contra y posteriormente capitalizados por él, a su favor.
“AMLOve” es la mejor estrategia política para erradicar la imagen beligerante que la derecha y élite empresarial tuvo capacidad de impregnarle en los comicios pasados, al mismo tiempo sirve también para contrarrestar el imaginario de miedo, que el sexenio de Felipe Calderón ha impuesto a causa de su guerra contra el narcotráfico. La mejor forma de contrarrestar ambas estrategias es por medio de implantar discursos simbólicos de concordia, paz, felicidad y amor.
La lucha por llegar a la silla presidencial está iniciando en el Distrito Federal, "AMLOve" ha ligeramente incrementado su intención de voto. Sin embargo, la estrategia política de MORENA y la república amorosa de Andrés Manuel López Obrador apenas se está empezando a gestar. Habrá que observar con detenimiento sí la izquierda mexicana, como mencioné anteriormente, realmente recupera los imaginarios como instrumentos políticos dentro de sus discursos y propuestas de transformación verdadera, nutriéndolos de elementos morales, filosóficos, éticos y humanistas, o por otro lado, le dará la razón a sus adversarios al afirmar que sólo es una estrategia mediática electoral. Sólo el tiempo cuando inicie la campaña presidencial nos dará los elementos para resolver este enigma.
* Antropólogo
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