Por Miguel Ángel Márez Tapia
(antropólogo)
Ciudad
Tlatelolco volvió a un resplandor que parecía lejano, un protocolo emulado sólo
cuando en esa torre se respiraba una Secretaria de Estado, el 15 de diciembre a
las seis de la tarde, Tlatelolco ya tenía su museo, el llamado Museo
de Tlatelolco abrió sus puertas. Por ello, rescato las palabras en la
inauguración del Dr. José Ramón Narro Robles, rector de la UNAM, cuando hizo
referencia al tiempo, para vivir el presente de Tlatelolco, se vive volteando
al pasado para así mirar el futuro.
Inauguración del Museo Tlatelolco Foto: Miguel Angel Márez Tapia |
La
crónica que presento lo hago en primera persona, lo hago como un habitante de
Tlatelolco, como un periodista que cubre un evento, como un antropólogo que no
puede dejar de dirigir la mirada a esos detalles significativos que
redimensionan un fenómeno social. La
narración que hago es una puesta en escena de tres actos, evoco las figuras
teatrales como lo hiciera el antropólogo Víctor Turner al abordar la noción de performance (véase Antropología del ritual, INAH-ENAH, 2009). La obra está lista, sus
personajes entran en escena, se encuentran los altos funcionarios de la UNAM y
el INAH, invitados especiales, pero quiénes robaban miradas eran los senadores
Diego Fernández de Cevallos y Francisco Labastida Ochoa, también había
habitantes de Tlatelolco y quizás algún curioso que se asomó. El marco era
espectacular, la inauguración fue todo un éxito, como nunca el Centro Cultural
Universitario Tlatelolco había podido reunir una expectativa de esas
dimensiones
Senadores Fernández de Cevallos y Labastida en su ingreso al Centro Cultural Foto: Antonio Fonseca |
Primer acto: Un evento
desbordado
El
“drama social”, como dijo Turner, comenzó al momento de iniciar el camino hacia
la exposición, personal de Vigilancia, Protección Civil UNAM y elementos del Centro Cultural no
pudieron manejar esos mares de personas, sus oleadas desbordaron la logística contemplada para el evento, es así
cuando personal de la UNAM me impide el paso, porque dejé pasar a los guaruras
de los senadores que me interrumpían dirigirme para allá.
Un mar humano desbordado al intentar entrar. Foto: Miguel Angel Márez Tapia |
Se
escuchaban voces: -“Sólo entrarán grupos de veinte personas”-, nadie les hizo
caso, esto implicó una medida de restringir el acceso. ¿Qué papel debo
implementar en la obra? Cada uno de nosotros, tenemos distintos papeles en la vida cotidiana, estamos
llenos de diferentes situaciones, el
antropólogo Ulf Hannerz (véase su obra Explorando
la ciudad, FCE, 1986) lo ha
planteado así, no actuamos igual cuando estamos en la situación de la casa, ahí
tengo el papel de hijo, cuando doy clases, soy el profesor, al estar en clases
me convierto en estudiante, etc. Yo contaba con doble invitación, personal del
Centro Cultural me había dado una invitación por ser miembro de la revista Vivir en Tlatelolco para cubrir el
evento, pero también al ser docente y estudiante de posgrado en la escuela del
INAH, contaba con otra invitación personal.
Decidí
no utilizar de principio esos papeles y mejor usar la fachada, una actuación como lo dice Erving Goffman (véase el libro La presentación de la persona en la vida
cotidiana, Amorrurtu, 1981), simplemente fui un habitante de Tlatelolco, me
quedé parado porque ahí estaba la nota, el olfato del periodismo cultural, no
es simplemente conseguir la imagen o el audio del personaje célebre. La nota se
empezó a escribir cuando los distintos personajes hicieron uso de sus
diferentes fachadas, las voces eran: -“Vengo con el senador Labastida, me está
esperando”-, -“Soy invitada del Dr. Stavenhagen, ¿Quieres que él venga?”-, -“Soy
de la prensa”. La orden para los elementos de seguridad UNAM y el personal de
playera rosa del Centro Cultural, se repetía: -“nadie pasa”-. Los medios de
comunicación que llegaron tarde, se les dio acceso por otra entrada, pero esas
órdenes se diluyeron muy fácilmente por el “protocolo”.
Las personas con algún tipo de “distinción”
como lo planteó el sociólogo Pierre Bourdieu, pasaron sin ninguna dificultad.
Mientras tanto, exhortaban a los que no tenían credenciales, irse formando en
dos filas para ir poco a poco dejándolos ingresar a la exposición, dichas filas
llegaron hasta afuera del Centro Cultural.
Segundo acto: El performance en el patio central
Performance en el patio central Foto: Antonio Fonseca |
Me
dirigí al patio central, ahí se observaba una conglomeración de personas que
presenciaban un performance, una
actividad artística que complementó la inauguración, donde se mezclaron sonidos
armoniosos, una imagen proyectada al mármol de la torre que servía como
pantalla, ya que era difícil poder observar el show por la cantidad de
personas.
Se
introdujo la palabra RESISTENCIA en
el espejo de agua que se localiza en el centro del patio, la resistencia es la
noción central donde se focaliza el nuevo museo, para muchas personas esto fue
el único evento que presenciaron, la actividad artística permitió ser una válvula
de escape para la conglomeración que insistía ingresar a la exposición del
museo.
Senador Diego Fernández de Cevallos, observando la exposición Foto: Antonio Fonseca |
Tercer acto: El
escenario del poder
Regresé
al punto inicial, ya en ese momento estaba en mi papel de periodista, saqué mi
grabadora e inicié el registro de testimonios que se hacían en el límite donde
estaba restringido el acceso, mi ingreso a la exposición se dio en unos
minutos, amablemente el personal de logística me permitió la entrada, volteé y
la fila se hacía inmensa mientras entraba a la exposición.
Dra. María Teresa Uriarte explica la exposición al rector de la UNAM Foto: Antonio Fonseca |
El
Estado nación como lo dijo Benedict Anderson (consulte su obra Comunidades Imaginadas, FCE, 1993), encuentra en el museo un
elemento central como instrumento de su poder, se legitima así mismo, remembrando
esta definición ante mis ojos, contaba con la escena privilegiada: personajes
celebres de dos instituciones centrales en el Estado mexicano, miembros de la
élite política. La visita guiada que se le brindó al rector de la UNAM en las
salas del museo de sitio, estuvo a cargo de la Dra. María Teresa Uriarte,
miembro de la Junta de Gobierno e investigadora de Estéticas de la máxima casa
de estudios, quién además es esposa del Senador Labastida. Uriarte con gran elocuencia
hacía mención de la importante labor del arqueólogo Salvador Guilliem y Lucía
Sanchez de Bustamante en la investigación de la zona arqueológica de
Tlatelolco, Narro luego de escuchar ese nombre constantemente, dijo: ¿Quién es
ese Salvador Guilliem, me lo pueden presentar? Un breve encuentro amigable
entre esos personajes fue el colofón de ese momento. El rector estaba muy
atento de las explicaciones, le pidió al director del INAH, Alfonso de María y
Campos, que le dijera cuantos siglos habían pasado de la caída de la Gran Tenochtitlán, un dislate al estilo de un político cuando evoca los libros que
le marcaron su vida, el funcionario dubitativamente dijo: -¡cuatro!-.
Inmediatamente una suave voz femenina le corrige: “la caída de Tenochtitlán fue
el 13 de agosto de 1521”, el director del INAH se da cuenta del error y voltea a ver al rector de la UNAM: -"Ah sí claro, fue el 13 agosto de 1521"-.
Alfonso de María y Campos, director del INAH y Senador Francisco Labastida Foto: Antonio Fonseca |
Lucía Sánchez de Bustamente, en medio de blanco, Arqlogo. Salvador Guilliem, pensativo a la derecha en plática amena. Foto: Antonio Fonseca |
Las
caras conocidas, miradas amigables se replicaban en voces cordiales, la mayoría
eran para hacer felicitaciones por el museo inaugurado. Pero, también fue el
momento de la pequeña charla, el intercambio de datos, algunos teléfonos y
correos electrónicos, ambos senadores mantuvieron una cordial actitud con todos
los presentes, las miradas sigilosas de sus cuerpos de seguridad era lo único
que desentonaba de esa imagen, no importa el sector social al que perteneciera, se diluía ligeramente
esa “distinción” que había dado entrada a los presentes, fotos del recuerdo con el Dr. Rodolfo Stavenhagen que
se encontraba extasiado por el éxito de la inauguración, la Dra. Mercedes de la
Garza, quién hizo la curación de su colección en el segundo piso de la torre,
hizo la explicación del último recorrido de la visita. El tiempo pasó, fue una
larga visita, varios asistentes buscaron un asiento al finalizar el recorrido,
el momento de despedida y la foto del recuerdo, el rector aceleró su salida del
recinto dentro de un acordonamiento por los elementos de Seguridad UNAM.
Dr. Rodolfo Stavenhagen y su señora esposa Foto: Antonio Fonseca |
El
Museo de Tlatelolco, abrió sus puertas, su exposición está a nivel de las
mejores muestras museográficas del mundo, esas piezas almacenadas por décadas, hoy han
encontrado su morada para dejar un testimonio, una muestra que sintetiza lo que
significa Tlatelolco. Felicitaciones a nombre de Vivir en Tlatelolco al equipo de trabajo del etnólogo Sergio Raúl
Arroyo, director y Yuridia Rangel de educación del Centro Cultural, sobre todo
a esos rostros sin nombre, pero que hicieron su mayor esfuerzo por contener e
intentar ser buenos anfitriones en la manera de sus posibilidades de una marea humana desbordada que deseó estar presente
en un acontecimiento de esta envergadura.
La foto del recuerdo. Fin de recorrido Foto: Antonio Fonseca |
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