Bomberos: Una lucha por la dignidad |
Aurelio Cuevas (Sociólogo)
Al inicio de septiembre, en un costado del Zócalo capitalino, se instaló un campamento de 10 bomberos en huelga de hambre, que fueron despedidos arbitrariamente el mes de julio por autoridades del Gobierno del D.F. en contubernio con el líder sindical: Ismael Figueroa Flores; demandaban ser reinstalados así como la reposición de salarios caídos.
¿El motivo de su despido? El más inmediato, según los huelguistas ocurrió tras solicitar equipo para protección personal, herramientas de trabajo y capacitación adecuada para ejercer su trabajo. Pero en el fondo está el hecho de que la mayoría de ellos integran el comité renovador de la representación del Sindicato del Heroico Cuerpo de Bomberos del D.F. (con 1,500 miembros), y que en agosto del 2011 –arguyen los despedidos- ganó la titularidad del contrato colectivo de trabajo al grupo de Figueroa Flores.
En derredor del campamento había colgadas varias mantas de plástico, en una de las cuales aparecía la figura de un apagafuegos crucificado y la siguiente frase: “No estoy cansado, es que me pesa tu indiferencia”; dentro del mismo se hallaban mesas con propaganda, botes para recibir cooperación monetaria, botellas de agua y tiendas de campaña para los huelguistas. En intervalos de tiempo irregulares la gente se detenía a observar las mantas y a recibir volantes con información sobre los motivos de la huelga de hambre.
Debido a los festejos patrios el plantón se traslado unos días al Monumento a la Revolución para de nueva cuenta regresar al Zócalo, donde permanecía aún hasta fines de septiembre. A pesar del deterioro de su salud por falta de alimento, y la promesa postergada del gobierno ebrardista de atender sus peticiones, los huelguistas no han cejado en su lucha.
Lo expuesto es un pequeño laboratorio del panorama general habido desde hace varios años en la relación entre las clases trabajadoras y la clase gobernante en nuestro país, o sea una marcada falta de respeto a los derechos laborales (aún en gobiernos “de izquierda” como el del D.F.).
Todo esto ocurre mientras el gobierno de Felipe Calderón promueve una “reforma laboral” cuyo foco de interés, cabe recalcarlo, no afecta un ápice el llamado “charrismo”, esa enfermedad perniciosa – ¿el SIDA del movimiento obrero?- que mantiene postradas desde hace largo tiempo las organizaciones de trabajadores a los gobernantes en turno.
Antes de las fiestas del 15 y 16 de septiembre los granaderos y policía del D.F. desalojaron a los tragahumo del Zócalo destruyendo y robando sus pertenencias. A pesar de ser golpeados por los “guardianes del orden” y ver destruidos por estos sus celulares con cámara al grabar lo ocurrido, varios integrantes del movimiento Yo soy # 132 protegieron a los bomberos en huelga durante su retirada del Zócalo.
Al término de septiembre la junta local de conciliación y arbitraje ordenó el recuento de la votación realizada hace un año para elegir comité de representantes del sindicato de bomberos. Esperamos que el curso futuro de los sucesos sea a favor de la justicia y la dignificación de las condiciones laborales de los apagafuegos, un gremio cuyo valor es ampliamente reconocido por la ciudadanía defeña.
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