Aurelio
Cuevas (Sociólogo)
Cambio de uso de un cuadro en 2a sección de Tlatelolco ¿Fue con consulta o sin ella? |
El 11 de noviembre de 2012 se realizó la votación para
que los barrios y colonias en la capital determinaran los rubros en que se ejercerá
el 3% del presupuesto por asignarse para 2013 a las delegaciones del Distrito
Federal, porcentaje que el gobierno local ha dado el nombre de “presupuesto
participativo”. Tanto la asistencia a las urnas en los diversos sitios de la
urbe como la votación por Internet fue ínfima (según registro oficial solo acudió
un 2% de los inscritos en el padrón electoral).
La jornada fue organizada en un tiempo muy corto por el gobierno ebrardista y el instituto electoral local, tuvo escasa difusión (prácticamente nula en la radio y la televisión), y careció de información sobre qué rubros abarca dicho ramo presupuestal. En Tlatelolco, la difusión de la consulta se dio a través de carteles colocados a fines de octubre en lugares públicos.
En toda la Unidad se emitieron 251 votos (78 por Internet, o sea 3 de cada 10 sufragios), correspondiendo a la 3ª sección -que abarca del Eje Central a Av. Reforma- el 56% de las opiniones. Por las 3 secciones hubo solo 2 votos nulos. Obtuvieron más aprobación los siguientes “Proyectos”: “Red vecinal de alarmas” (68% de votos de la 3ª sección), “Bombas sumergibles para achique cimentación” (84% de los votos de la 2ª sección), y “Banquetas y guarniciones” (59% de preferencias en la 1ª sección).
¿Qué cabe deducir de lo señalado? En primer término la carencia de proyectos de integración comunitaria (grupos culturales, lúdicos o artísticos) que den identidad a los habitantes de Tlatelolco; en segundo término la fragmentación espacial de los rubros o proyectos presentados como opciones de renovación urbana; y en tercer lugar, la reducción de las opciones presentadas al renglón de “obras y servicios”.
Ante tal panorama cabe plantear si el diseño del “presupuesto participativo” atiende a los requerimientos sustantivos de la gente que vive en los barrios y colonias, o si –al contrario- fue producto de la voluntad de la alta burocracia pública defeña. Hasta donde sabemos se presentaron proyectos ciudadanos en 9 de cada 10 colonias, pero el hecho determinante es que las leyes vigentes están diseñadas para favorecer las decisiones cupulares de gobierno.
Cabe decir que la consulta del 11 de noviembre se enmarcó con sucesos de amplia cobertura mediática: la inauguración de la Línea 12 del Metro (que atraviesa el sur del D.F. de oriente a poniente), la polémica en torno a la Supervía que cruza las delegaciones Álvaro Obregón y M. Contreras, el escándalo por la estatua del dictador de Azerbaiyán en el bosque de Chapultepec, y la campaña consumista de “El Buen Fin”. Ni que hablar del bombardeo informativo por el cambio de gobierno federal.
La postura oficial sobre los resultados de la
consulta, a través de Claudia Zavala (Instituto Electoral del D.F.), fue esta:
“pese a la unión de esfuerzos para promover el ejercicio de participación, su
difusión no logró penetrar en todos los sectores de la población…”. ¿Cuál sería
nuestra conclusión?: Ante una jornada organizada en acato solo a directrices
burocráticas la respuesta lógica fue una apabullante apatía ciudadana (a pesar
de la novedad del voto por Internet). En fin, toca al lector hacer un balance
propio de la cuestión expuesta.
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