Colaboración especial
Miguel Angel Márez
Tapia*
Jesús Flores y Escalante en su oficina de la XEB Foto: Archivo familiar |
Gracias
a la generosidad de la familia de “Don Jesús”, Blanca Lidia su esposa y sus
hijas, Mónica y Lilian, su nieta Frida, asistimos el 27 de noviembre pasado, al
homenaje en las instalaciones del Instituto Mexicano de la Radio (IMER), él era gerente de la “XEB, La B Grande de
México”, 1220AM, el programa fue conducido por su cómplice y compañero de toda
la vida al crear la Asociación
Mexicana de Estudios Fonográficos A.C, el doctor Pablo Dueñas,
iniciando así:
Señoras y señores sean ustedes
bienvenidos a este programa especial. El motivo que nos reúne el día de hoy es
la figura de un hombre que se entregó por completo a la tarea de difundir
nuestra cultura popular, en especial: nuestra música, nuestra gastronomía,
nuestra historia. El profesor Jesús Flores y Escalante cumplió ayer un mes de
su ausencia física; hoy cumpliría 68 años de vida. El Instituto Mexicano de la
Radio le rinde un merecido homenaje. Por eso estamos aquí para hablar de una
labor comprometida con algo muy importante para el maestro: el amor a su país,
a su gente, a su cultura… (IMER, 27 de noviembre de 2012).
Jesús
Flores y Escalante, era una persona que adoraba dominar la plática, comer bien
y disfrutar de una buena compañía. Recuerdo la primera vez que platicamos,
compartimos intereses e inquietudes literarias, fue un destello inmediato,
parecía conocernos de mucho tiempo, así era de generoso como ser humano. Sin
embargo, hubo una frase, además de varios consejos que no se me olvidan: “Tú me
recuerdas a mí, cuando era joven, cuando inicié con mi primera revista, mis
primeros libros”, me dijo don Jesús, esas frases marcan la memoria de cada uno
de nosotros, algo similar me pasó años antes, cuando Carlos Monsiváis comentaba
un trabajo de Carlos Puig, luego de una tertulia amena, sin ni siquiera
pensarlo, Carlos me dijo al encontrarme enfrente de él: -“estudia periodismo”-,
yo estaba realizando mis estudios de periodismo en la UNAM, -“en eso ando,
Carlos”-, le respondí, por lo que me escribió de su puño y letra “Para Miguel
Angel, próximo periodista”. Esos encuentros con maestros son los efímeros
momentos que dan sentido a una vida.
The Daily Picayune de Nuevo Orleans, jueves 16 de julio de 1846 Foto: Archivo |
Rescato
un pasaje de su libro “Breve historia de comida mexicana” (Editorial
Debolsillo, 2004), donde nos narra la historia del corresponsal de guerra más sobresaliente en 1846 a
través del periódico New Orleans Picayune en plena invasión de Estados Unidos
a nuestro país, George
Wilkins Kendall, su figura es rescatada por Jesús Flores y Escalante, al
considerarlo uno de los pocos norteamericanos que supieron degustar las
delicias de la gastronomía mexicana, desde el menú carcelario que vivió por una
temporada: “a pan y agua” en las
bartolinas de Santiago Tlatelolco y después en el leprosario de San Lázaro,
donde Madame Calderón de la Barca lo visitó a finales
de 1842. Una vez libre, Wilkins Kendall “pudo extasiarse a gusto con espumeantes tazas
de chocolate, biscochos, dulces, galletitas de almendra, y como devoción, manducar casi con
erotismo las soletas de las monjas del colegio de niñas” (Flores, 2004: 173).
George Wilkins Kendall, corresponsal de guerra (1848) Foto: Internet |
Además de ser periodista, Wilkins Kendall hizo
una labor importante de espionaje por medio de sus corresponsalías, en el tiempo
libre, salía a las calles a admirar el colorido, la vida cotidiana y la
importante diversidad culinaria de la capital del siglo XIX: "Fruteros,
hombres y mujeres, con inmensas cestas de deliciosas naranjas, melones, limas,
plátanos y zapotes, sostenidas en la cabeza, caminaban gallardamente y a toda
prisa en dirección de los mercados", como narró estupendamente Artemio de
Valle Arizpe en su gran obra Calle Vieja
y Calle Nueva (Editorial
Jus, 1949), un mercado que Wilkins evitó mencionar en sus mensajes fue la
memorable Plaza del Volador, (donde
se localiza hoy la Suprema Corte de Justicia), espacio de abasto popular, pese
a que los lugares que frecuentó el periodista, muchos de ellos de gran lujo,
como la hostería La Gran Sociedad, estaba muy cerca del dicho mercado.
Plaza del Volador, siglo XIX Foto: Tomada del texto La cocina mexicana a través de los siglos |
Estas breves palabras, homenaje a la
memoria del maestro. Entre muchas otras historias, se esboza la manera de Jesús
Flores y Escalante, su sensibilidad de
rescatar y difundir a través del perpetuar en tinta sobre papel, la vida cotidiana
y cultura popular de nuestro país.
*Antropólogo
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