Por Alejandro Castillo
“A
Raúl le acaban de publicar un libro”, me dice “Mine”, con esa manera alegre que
tiene para comunicar lo que le parece trascendente.
De
manera inevitable, recordé a Raúl de la Torre. Su colaboración en esta revista,
su terquedad, su empeño por hacer un poco mejor la vida en la comunidad
tlatelolca; su participación organizando el estudio de árboles, plantas y aves
en Tlatelolco, realizado por los estudiantes de la UNAM y el Politécnico; su
Museo Itinerante, la marcha contra el uso de motocicletas en los andadores; las
conferencias sobre la historia de Tlatelolco, y sobre el idioma zapoteco,
también; además de su gusto por los boleros y su admiración hacia los
trovadores callejeros.
Por
decisión propia, Raúl ya no se encuentra en esta publicación.
Con
Raúl se fue, de Vivir en Tlatelolco, esa parte que enlaza la teoría con la
práctica, y un fragmento del optimismo, tan necesario en estos tiempos de
oscuridad.
De
su libro “Las preguntas del espejo”, me encantaron algunas reflexiones que
aparecen en el capítulo Diccionario
mínimo de la estupidez en México.
“Mexicano:
Individuo que porta genéticamente la propensión a corromper y ser corrompido.
“Peatón:
Obstáculo al libre tránsito”
Raúl
es un poeta de lo cotidiano, que sensibiliza todo lo que mira y tiene la virtud
de pensarse en colectivo.
ja ja ja
ResponderEliminarLa portada es el reflejo del interior del libro, el escritor le hace preguntas al espejo que refleja al interlocutor, la imagen en el espejo no tiene cabeza y me imagino que tampoco cerebro y el sombrero solo lo tiene para adorno, Como el grandilocuente vocabulario que usa el escritor de este libro, ya que me dijo anonadado pues soy un modesto lector, En su irreverente y para mi fallido "diccionario "solo refleja la interlocutor que se ve así mismo. Cuando le pregunta al espejo: Trabajo el cual contesta lo que ve diciendo : Muerto de hambre. Cuando le pregunta: honestidad. Contesta: pendejo Cuando le pregunta: Mexicano, El espejo contesta viendo al que le pregunta y contesta, genéticamente corrupto por lo que se aprecia que no le sirvió que lo bautizaran total que el escritor se proyecta así mismo con su fallido e incongruente "diccionario" Después sigue con su monologo grandilocuente con su vocabulario dominguero que solo el se entiende, considero que si un adolecente inquieto quiere crearse el habito de la lectura leyendo este libro estoy seguro que nunca mas intentara volver a leer convencido que la lectura solo es para los intelectuales. Darwin decía que cuando un tema es muy complejo cundo se expresa de manera sencilla es como se demuestra que realmente se a entendido. Como lo dije anteriormente el sombrero como el vocabulario el escritor lo usa como adorno porque posiblemente no tiene sincronía con lo que expresa difusamente, termina el libro como critico de pintura al parecer para agradar a los que le publicaran el libro, termino recomendándole al escrito que mejor se aleje de sus sueños de intelectualoide, que busque otro espejo, Al parecer su amigo el que escribe arriba le pueda recomendar uno menos ficticio como lo ve el, Mejor siga siendo alegre como dice su amigo .
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