Aurelio
Cuevas (Sociólogo)
En
marzo del 2013 la Asamblea Nacional priísta modificó sus documentos básicos
para impulsar cambios legislativos en dos puntos centrales: la privatización
energética y la reforma impositiva. En el segundo punto se plantea sobre todo extender
el Impuesto al Valor Agregado (que asciende al 16% sobre el costo de los
productos) a los alimentos procesados y medicinas; para suavizar el impacto
público de tal propuesta se exentó de la misma a alimentos básicos (como
frijol, tortillas, leche y huevos) así como a medicinas de uso frecuente.
A
pesar de que el partido tricolor se opuso de manera tajante a la reforma fiscal
planteada por los dos gobiernos del Partido de Acción Nacional, ahora retoma
tal bandera como propia lo cual demuestra que la estrategia de ganar votos está
en relación directa con la capacidad de cambio de piel para que, una vez
reconquistado el poder, se dé la espalda al electorado.
La
clase gobernante y sus corifeos repiten sin cesar que esta reforma aliviará la falta
de recursos para solventar el gasto público en áreas prioritarias: educación,
salud, obras viales, etc. Pero se ha descuidado la recomendación hecha por
organismos como la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) de que otra
opción de reforma es que se establezca un impuesto progresivo (aumento del
Impuesto sobre la Renta) a los grupos con más ingresos, lo cual debe
acompañarse con medidas que aminoren las exenciones tributarias y la evasión
fiscal.
Respecto
a las exenciones (o privilegios) fiscales el régimen actual ni por asomo
menciona que -desde hace varios años- la autoridad hacendaria ha condonado a
cientos de grandes empresas de efectuar sus cargas impositivas, creando así un “gran
hoyo” en las arcas públicas. El más claro ejemplo al respecto es la empresa
TELEVISA cuyo impuesto anual más
reciente ascendió a ¡menos de 100 pesos!
En
las elecciones de julio para gobernador en Baja California, a pesar de declarar
inicialmente el PRI que su candidato aventajaba a su contrincante panista, tras
la intervención de Gustavo A. Madero (líder del blanquiazul) la autoridad
electoral avaló el triunfo del segundo. ¿Cómo entender lo que pasó? Se trata en
el fondo de mantener la alianza entre el PRI y el PAN para que – a través del “mayoriteo”- las dos
Cámaras del Poder Legislativo efectuen, en lo que resta del año, las reformas que
avalen por un lado la plena entrada de capital transnacional a PEMEX, y por
otro lado, mayores ingresos al fisco sin afectar a las corporaciones
empresariales.
Ante
lo señalado es de vital importancia dar más resonancia a las voces que no son partidarias
de extender el cobro del IVA a las capas pobres de la población, y que aprueban
la justeza de aplicar un impuesto con base en una escala ascendente de ingresos
o ganancias. Su planteamiento es que las ganancias de Petróleos Mexicanos ya no
sean acaparadas por la Secretaría de Hacienda, y que sean aplicadas para
invertir en extracción y diversificación de petroquímica mexicana. De este modo
–concluyen- se apuntalaría la inversión en el sector energético sin
desnacionalizar la renta petrolera. ¿Hay en todo esto algo ilógico o
irrealizable?
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