"Siempre vivirán todos en nuestro recuerdo" Foto del Diario Excelsior |
Por Gloria Elizabeth Amador Bautista
Para mí el terremoto de 1985 fue un antes y un después. Yo era una
jovencilla en los quince’s y me dedicaba a estudiar. Los temblores no eran algo
nuevo para mí pues en mi infancia los viví muchas veces, sin embargo, éste fue
completamente distinto, inusual. No tenía precedentes, era impresionante la
fuerza del movimiento, yo no podía mantenerme en pie, mi mamá tampoco. Los
azulejos caían uno a uno y se escuchaban como vidrios que junto con lo que se
desquebrajaba en el interior de los ductos, golpeaban con un sonido
estruendoso que penetraba en los oídos.
Como sucede en situaciones como ésta, el tiempo parece correr lento.
Parecía interminable, cada segundo largo, yo pensaba que no la librábamos, mi
mamá y yo llorábamos muy asustadas, yo decía que se caería el edificio y
moriríamos.
Cuando dejó de moverse el edificio un poco, ya había pasado el temblor,
me asomé por la ventana y me impresionó mucho ver como se desbordaba el agua de
la alberca del Cinco de Mayo. Del otro lado, una señora corría desesperada por
el estacionamiento del edificio Arteaga por completo fuera de sí, se caía y se
levantaba, gritaba con fuerza agarrándose las mejillas, era una escena muy
desgarradora, al salir nos enteramos que se había caído el edificio Nuevo León
y que su hija y tres nietos estaban bajo los escombros. Sólo se salvaron 2
nietos de esa pobre mujer, una sobreviviente y otra que no se encontraba ahí.
Fueron momentos de mucha angustia y terror, no nos reponíamos aún cuando
llegó una réplica de ese terrible sismo en una magnitud muy fuerte: 7.3 grados
Richter sacudía el Distrito Federal otra vez. Aunque era considerablemente
menor, el pánico era mayor. La conciencia de sabernos tan vulnerables nos
sacudía el alma. Después de tantos años a mí todavía se me pone la piel chinita
a revivir esa experiencia.
Pero no todo fue traumático en esa historia. México vivió con vehemencia
la solidaridad, la hermandad, la consideración, la empatía con los damnificados,
la compasión, fueron momentos llenos de colaboración y ayuda impregnados de esa
nobleza de sentimientos; esa actitud fue ejemplar, son de las cosas bellas que
se vivieron y que están en la memoria de los capitalinos. También algo positivo
fue el surgimiento de la protección civil el 6 de mayo de 1986 en donde se crea
el Sistema Nacional de Protección Civil.
México empezó tarde en esta actividad, estamos retrasados en ponernos al
parejo de países bien consolidados en este tema como lo es Japón, pero fueron
los sismos de 1985, los que evidenciaron la necesidad de crear una institución
nacional para encarar una emergencia, crear protocolos de actuación y que se
involucre a la población en estas tareas. Para mí, al igual que para mi querido
Tlatelolco, para la Ciudad de México y para el país entero, el 19 de septiembre
es un parteaguas. Yo soy antes y después del 19 de septiembre, tuve la gran
fortuna de comenzar a participar socialmente después de esta fecha en el
movimiento de los damnificados que fue un movimiento social hermoso, lleno de
creatividad, de gente linda, inteligente y luchadora.
En mi corazón siempre están esos luchadores sociales, vecinos y vecinas
con los que tuve el privilegio de comenzar a impulsar actividades de protección
civil en el Grupo Tlatelolco 19 de Septiembre, como Alicia Mendoza, Luvia
Thompson, Lupita Cital (que en paz descanse); otros como Margarita Del Río,
José Luis Muñoz (desde el gobierno delegacional) y otros vecinos ejemplares y
comprometidos con su comunidad, hicimos los primeros simulacros vecinales en
Tlatelolco y en la Ciudad de México en 1997, los cuales repetimos en 1998 y que
han seguido en el Distrito Federal.
Como siempre, también tiene sus puntos obscuros y es de las cosas que
hay que resaltar, aquellos vecinos que se han beneficiado de “abanderar”
nuestras causas y que desde entonces no se han molestado en trabajar, que viven
lucrando de Tlatelolco y de otras causas nobles. Eso también debemos tenerlo
presente para no permitir que ese tipo de personajes oportunistas se aprovechen
de la gente.
Hoy tengo el privilegio de estar al frente de Protección Civil en la
Dirección Territorial Santa María Tlatelolco, el Jefe Delegacional en Cuauhtémoc
nos ha dado la instrucción de dar prioridad en este tema en la zona de
Tlatelolco y con gran gusto sé que este conjunto urbano volverá a dar ejemplo
en contar en cada edificio con su Programa Interno de Protección Civil.
Gracias por leer este testimonio que realizo con el amor tan grande que
le tengo a Tlatelolco y como una orgullosa tlatelolca que deseo que mi
comunidad mejore y vivamos en mejores condiciones. Viví con angustia, dolor y
miedo el 19 de septiembre de 1985, como tantos otros tlatelolcas, pero eso
mismo me dio la fuerza interior de sensibilizarme y construirme como una
luchadora social.
¡Les envío un abrazo tlatelolca!
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