· Vive feliz y tranquilo con su familia en Tlatelolco
Por Ignacio
Arellano Mora
Roberto G. Rivera Foto: Ignacio Arellano Mora |
En la década
de los 80s, las películas italianas “Cinema Paradiso”, de Giuseppe Tornatore y
“Splendor” de Ettore Scola, aventuraron profecías sobre el fin de los cines
enormes en México.
En “Cinema
Paradiso”, 1988, con Philippe Noiret y Salvatore Cascio, donde el cine del
pueblo termina abandonado y luego lo derrumban para dar paso a un
estacionamiento. En “Splendor”, 1989, con Marcello Mastroianni y Marina Vlady, cuenta
como un cine ubicado, en un pueblito de los alrededores de Italia, termina como
tienda de departamentos.
Pero el cine
no se acabó, sólo se transformó en sus formatos de preproducción, producción,
post producción y exhibición. Llegaron las grandes plazas comerciales y se
construyeron en ellas las multisalas.
Cabe
recordar que William O. Jenkins Biddle y los hermanos Espinosa Yglesias crean
la “Cadena de Oro” y más adelante la “Compañía Operadora de Teatros” (COTSA),
controlando en su momento el 80 por ciento de los cines en la República
Mexicana, entre ellos, el Cine Tlatelolco. Así mismo, se encargaba de la
producción cinematográfica nacional a la que financiaba casi en su totalidad.
Mal
administrada, la Operadora de Teatros fracasa. Entonces la visión de Enrique
Ramírez Miguel, propietario de Organización Ramírez con cines en Michoacán, da
nacimiento en 1994 a la marca Cinépolis, operando más de dos mil salas, no sólo
en México sino en el centro y Sudamérica, constituyéndose en el primer operador
de salas de cine, seguido de Cinemex con 48 complejos y de Cinemark administrando
31. Son tres las empresas que controlan la exhibición de películas, dulcerías y
adyacentes.
PARA EL
CORTOMETRAJE
Con la
presencia de Víctor Pulido
Esteva y Daniel Roca Hurwitz, afinando luces y videocámara, arrancamos con el clásico “¡¡¡Cámara!!! ¡¡¡aaaacción!!!”, la entrevista para el cortometraje
“Del Olvido a la Memoria… ¿Adiós al Cine Tlatelolco?”, del cineasta Roberto G.
Rivera -actor, productor y director fílmico- nos habló, entre otros temas. Y sin tardanza
externo su aprecio por: “el Cine
Tlatelolco era mi preferido, veíamos buenas películas… ¡claarooo!, estamos
hablando de 1967 y 1970”.
El
intérprete de la canción ranchera evocó cuando cantó “Granada” de Agustín Lara,
el 4 de marzo de 1945, y de ahí en adelante tuvo su esplendor hasta 1975.
Actualmente, vive feliz y tranquilo con su familia en Tlatelolco.
En su departamento ubicado en la tercera sección,
Roberto -próximo a cumplir 87 años de edad- expresó: “al perderse el interés de ir a
los cines, estos se cierran. Ante esto,
el Cine Tlatelolco quedó en el olvido. Entonces buscamos otros lugares como las
salas de arte, pero estas eran pequeñas”.
El guionista
Roberto -nacido el 1 de abril de 1927, en la colonia Santa María la Ribera- sentado en la silla que lo acompañó para
dirigir más de 100 películas mexicanas.
Entre su
magnífica obra cinematográfica y la primera taquillera en su momento, están “El
mil Usos (1981)” y “El mil Usos II (1984)”.
Asimismo,
“La Tierra Prometida”, “La Escuela de Rateros”, “El Enmascarado de Plata”,
“México, México, ra, ra, ra”, “Prisión de Sueños”, entre otras.
REVIVIRLO
Y TRATAR DE RENACER
El director
de cine, expresó que Alberto Sabas “como haciendo
una cosa de ayuda al pueblo, compra el Cine Tlatelolco para tratar de revivirlo
y renacer con las mil cien butacas que tenía” además “…adquiere el Cine Soto para hacer negocios. Y como éramos amigos, me
hace el favor de invitarme y nos juntamos para hacer algo por el cine. Particularmente,
me interesaba el Cine Tlatelolco”. Y, a su amigo Alberto, le externó: “me interesa renacer la industria del cine mexicano en Tlatelolco. Para
lo cual, le propongo proyectar las
películas antiguas, de la década de los 40, 50 y 60… -de aquellas, las
populacheras…”
LAS
FAMILIAS Y EL CINE
Mientras
tanto, comentó: “actualmente no vemos el
cine mexicano, no tenemos forma de hacerlo. El cine lo sostenían las familias
mexicanas, era cine para las familias y cine barato, porque las familias iban
tres o cuatro veces a la semana, cuando costaba dos pesos”.
“El cine en sí es un espectáculo: ver, reírme
y hasta llorar con la gente que está alrededor. Eso es un cine de espectáculo
de mucha gente”, reflexionó el
experimentado productor
LEVANTAR
LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA
En tanto, el
vecino tlatelolca propuso: “hay que
levantar la industria cinematográfica pero con la ayuda del Gobierno Federal, y
con ello, al Cine Tlatelolco”. Y, Don Roberto G.Rivera, agregó: “se divide en pequeñas salas y se proyectarían
películas para el pueblo, con precios accesibles para que el pueblo pueda
asistir”.
Don Roberto…
se queda viendo fijamente la lente de la videocámara y emotivamente parece
decirse: ¡¡Coooorrrrteeee!! …¡se queda!
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