Aurelio Cuevas
(Sociólogo)
A
medio siglo de haberse fundado esta Unidad Habitacional es un momento propicio
para realizar una reflexión sobre el significado de “vivir en esta ciudad
dentro de la ciudad”;tal ejercicio abarca una diversidad de aspectos sobre lo
que fue -y en alguna forma sigue siendo- un modelo de modernización urbana no
superado por ningún otro proyecto de índole similar habido en la ciudad de
México. En este sentido interesa destacar ciertos aspectos relacionados con la singularidad
de Tlatelolco en la vida de la capital desde la segunda parte del siglo XX.
El
Tlatelolco actual surgió como un proyecto de cambio del rostro de la ciudad al
reunir en un territorio relativamente reducido (alrededor de 1 km. cuadrado)
miles de viviendas verticales con un equipamiento integral de servicios
públicos: escuelas, áreas de juego, comercios, amplias zonas verdes, centros
recolectores de basura, etc. Tales características representaron en su tiempo
una innovación en la calidad de vida de un importante sector social en la gran
metrópoli.
En
las décadas posteriores la vivienda vertical siguió proliferando en los cuatro
puntos cardinales del medio defeño, modificando la forma de vida de una extensa
población: creciente privacidad y anonimato, moradas reducidas y uniformes, uso
del automóvil particular, introducción de la vigilancia privada, etc. Como
contraparte a tales “desarrollos habitacionales” el trazo urbano de Tlatelolco se
caracterizó por guardarun equilibrio entre las necesidades de vivienda con el
goce de los espacios abiertos.
Otra
característica singular del Tlatelolco moderno fue la edificación de vivienda para
diferentes sectores sociales (desde los que percibían ingresos relativamente
modestos como los burócratas públicos, hasta aquellos con solvencia económica
elevada, como los profesionistas independientes), lo cual acrecentó
notoriamente la presencia de la clase media en la capital. Posteriormenteenla
ciudad de México predominaron los proyectos de viviendas para grupos
restringidos (con ingresos bajos), o bien para “gente selecta” (lo que se llama
gentrificación
de la ciudad).
Pero
el laboratorio tal vez más significativo de esta Unidad Habitacional ha sido la
presencia de importantes experiencias colectivas: el movimiento estudiantil de
1968, la auto administración vecinal de los años 70´s, la reconstrucción tras
el sismo de 1985, podrían considerarse las más relevantes. Evaluar el medio
siglo de existencia del Tlatelolco moderno implica, entre otras cosas, el
rescate de la memoria local acerca de la relación entre gobernantes y
gobernados. Tal iniciativa solo es posiblea través de un debate horizontal y
plural entre los grupos de vecinos organizados en torno deciertos temas
centrales: la obra pública, el control administrativo y los proyectos de financiación en la zona.
Pensar
el Tlatelolco de los años venideros implica considerar si aún puede ser
consistente como un proyecto de integración social en una metrópoli que, con el
paso de los años, se ha hecho más grande, más compleja y…más ingobernable. En
este último sentido los consejos de vecinos, redes participativas o grupos
comunitarios existentes en la zona pueden ser canales de expresión ciudadana
directa que impulsen cambios democráticos profundos en la vida de la capital.
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