Alejandro Mario Fonseca
28 de octubre de 2015
El linchamiento de dos jóvenes en Ajalpan hace unos cuantos
días, me dejó claro, para decirlo con suavidad, que nuestros políticos están en
la luna. Los que ya de plano están alucinando, son los diputados de Puebla, qué
les pasa, qué es eso de proponer un iluso código de ética para resolver el
gravísimo problema de la corrupción en los municipios. Yo creo que les está
haciendo daño ganar tanto dinero y contar con tantos apoyos para asesores,
viáticos, etcétera. Se les nubla la vista y no ven lo que todos vemos. O peor
aún no lo quieren ver, no les conviene.
El Portal de San Pedro Cholula. Foto tomada de Internet |
Lo primero que hay que decir, aunque sea una obviedad, es que
la corrupción y la impunidad no son exclusivos de las autoridades municipales,
es más, viene de arriba, incluye a los tres órdenes de gobierno, federal,
estatal y municipal. Y tampoco es un problema exclusivo del poder ejecutivo, el
legislativo y sobre todo el judicial también están involucrados.
Pero el problema es todavía más grave, la corrupción también
incluye a la ciudadanía, claro que no a toda, por eso es que sí hay
solución. Pero tampoco es cierto que
todos los políticos, llámense presidentes municipales, gobernadores, diputados,
jueces, sus colaboradores, etcétera, sean todos corruptos, no, no todos lo son.
Y todavía más, el problema de fondo es que la corrupción está creciendo y ya es
urgente pararla. Que no va a ser fácil. No, por eso hay que empezar ya.
Si el crimen organizado, el no organizado, y la consecuente
inseguridad, son producto de la corrupción y se retroalimentan en una especie
de círculo vicioso; entonces lo primero que hay que cambiar es el enfoque, el modelo
de seguridad que tenemos y convertirlo en un círculo virtuoso.Ya estamos en el
siglo XXI y no es posible que en México las autoridades estatales y municipales
sigan utilizando a los cuerpos policiácos con discrecionalidad: prácticamente
son policías al servicio de un virrey, llámese este alcalde o gobernador.
Vivimos en plena era de la mundialización o para que me
entiendan, de la globalización. Y no es muy difícil aprender de lo que sucede
en otros países, la información y la literatura está disponible para el que la
quiere. Hay que ver lo que sucede en Europa, en los Estados Unidos, o incluso
en otros países más parecidos al nuestro, como Chile o Colombia. Nos urge un
cambio de paradigma, de modelo de seguridad.
El modelo de seguridad
nacional enfocado hacia la protección de las instituciones del Estado es
obsoleto, incluso es parte del problema ya que protege la corrupción “oficial”.
Urge cambiarlo por un modelo de seguridad
humana, en el que la prioridad sea la seguridad del individuo y de su
comunidad.
Claro que para que este cambio de modelo se dé, se requiere
un Estado consistente, coherente, predecible y legítimo: basado en controles
ciudadanos. Es posible un Estado así, sí pero hay que construirlo desde abajo,
desde los municipios, o desde las delegaciones para el caso de la capital del
país. Ahí tenemos un área de oportunidad
para gobiernos de “izquierda”, con “participación ciudadana”,
como por ejemplo para San Pedro Cholula de Puebla o para la Delegación
Cuauhtémoc del Distrito Federal.
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