Alejandro Mario Fonseca
La “guerra del huachicol” se torna
muy difícil y delicada. El día de hoy domingo 20 de enero, el diario Reforma destacó a ocho columnas la
“incapacidad” del ejército para contener a un pueblo enardecido: Tlahuelilpan
en el estado de Hidalgo. Vale la pena desmenuzar la noticia.
No obstante haber llegado horas antes
que los pobladores al sitio de la fuga en el kilómetro 226 del ducto
Tuxpan-Tula, los soldados no pudieron evitar la ordeña ni dispersar a los
habitantes del pueblo antes de la explosión.
La noche del sábado la tragedia había
cobrado la vida de 76 personas y además de otros 71 heridos, casi todos de
extrema gravedad. ¿Quién fue el responsable? A primera vista el pueblo mismo.
Los soldados
sí pusieron orden, querían detener a la gente, pero era mucha gente. Nada más
que somos necios. Si querían poner orden pero no se pudo. La gente no
obedecemos, se burla uno de ellos. Comentó un albañil de la colonia San Primitivo de
Tlahuelilpan.
Actuar con responsabilidad ante el huachicol |
Fuente
Ovejuna
Fuente Ovejuna es una obra de
teatro del Siglo de Oro español del dramaturgo Lope
de Vega. Está considerada, con Peribáñez
y el Comendador de Ocaña y El mejor alcalde, el rey, uno de los tres dramas
"municipales" que constituyen lo mejor de su vasta obra dramática.
Fue compuesta en tres actos hacia
1612-1614 y publicada en Madrid en 1619. Tomada de un hecho
histórico, la trama se desarrolla en el pueblo cordobés de Fuente
Ovejuna en tiempos de los Reyes Católicos (1474-1516).
El drama se presenta con un
protagonista colectivo, el pueblo, como en la Numancia (1585) cervantina o en Los persas de Esquilo.
Como ocurre con gran parte de los dramas de Shakespeare, el Fuente Ovejuna de Lope ha
llegado a conseguir categoría de símbolo, el del prototipo iconográfico-teatral
de "la unión del pueblo contra la opresión y el atropello".
Escrita entre 1612 y 1614, desde la
perspectiva del siglo XVI, Fuente
Ovejuna aparece como una obra de contenido social y
reivindicativo, en la que se representa la rebelión del pueblo llano, unido
ante la tiranía y la injusticia en el contexto histórico del Renacimiento.
Un análisis superficial muestra el
esquema de un conflicto social entre poderosos y oprimidos. En un
triángulo representado por tres personajes (Fernán Gómez, Laurencia y
Frondoso), el desencadenante de la acción es la violación de Laurencia,
prometida de Frondoso, en un acto de brutal feudalismo del comendador Fernán
Gómez.
Un trasfondo
político
Según la Wikipedia varios analistas de la obra observan que tras el pretexto
del abuso sexual del Comendador mayor de Calatrava, la rebelión tiene como
fondo la lucha del partido de Juana la Beltraneja con los partidarios
de Isabel la Católica.
La tesis elemental es que el pueblo
no se propone cambiar el sistema social, tan solo quiere justicia y
dado el panorama decide tomarse la justicia por su mano, confiando en que la
autoridad real avale su acción.
La clave de su triunfo final es la
unidad de todo el pueblo. No hay ningún vecino que, aun siendo sometido a tortura,
delate al autor directo de las muertes. Ante la pregunta repetida del juez, la
respuesta siempre será la misma:
¿Quién mató
al Comendador? Fuente Ovejuna, Señor. ¿Quién es Fuente Ovejuna? Todo el pueblo,
Señor.
El amor cristiano de
Frondoso por Laurencia frente al deseo lascivo del Comendador, es el argumento
de peso que permite a Lope hacer creíble su interpretación del hecho histórico,
con la llegada de los Reyes Católicos, que restablecen el orden y reconocen la
justicia popular. La comedia se cierra con un apoteósico final feliz entre
vítores a los reyes y gritos contra la tiranía. La realidad histórica que
provocó el suceso era menos romántica.
Solidaridad
como trasfondo filosófico
Un análisis más profundo revela
propuestas arraigadas en la tradición del "pueblo soberano", capaz de
desafiar todos los poderes institucionales y vencerlos con la fuerza de un arma
tan ancestral como pacífica: la solidaridad.
Dicho en lengua que entiendan todos
los públicos, o sea con palabras del propio Lope de Vega:
Haciendo
averiguación del cometido delito, una hoja no se ha escrito que sea en
comprobación; porque, conformes a una, con un valeroso pecho, en pidiendo quién
lo ha hecho responden: Fuente Ovejuna.
Esta interpretación filosófica, que
también tomé de la Wikipedia, nos ofrece una clara explicación de porqué el
ejército mexicano se vio rebasado en la tragedia de Tlahuelilpan.
Sencillamente la turba enardecida
obligó al repliegue de los soldados. Así que está clarísimo que el gobierno
federal que encabeza López Obrador está actuando con suma cautela, con una
prudencia extrema.
“El pueblo no se equivoca” se cansó
de repetir AMLO durante su campaña por la presidencia. Y lo que estoy diciendo
no es un intento de justificar un hecho a todas luces criminal. No, pero se
trató de casi todo un pueblo involucrado.
Y esto sucedió al día siguiente en
que el poder legislativo aprobó la reforma constitucional que le da legalidad a
la Guardia Nacional, misma que muchos críticos y expertos ven como la
preservación de la impunidad militar.
¿Responsabilidad
de quién?
Así que AMLO está obligado a ser muy
cuidadoso con las acciones de las fuerzas armadas. Pero además, y aquí viene lo
más importante, de ninguna manera se trata de un “pueblo criminal”. No es el
pueblo de Tlahuelilpan el culpable de la tragedia.
Seguramente y espero que así lo
demuestren las investigaciones, se trató de una acción más de sabotaje. Y en
una operación planeada el pueblo fue utilizado, a sabiendas de que ni el
ejército ni las policías podían reprimirlo.
La apuesta del crimen organizado
sigue siendo perforar los ductos no para ordeñarlos sino para prolongar el
desabasto y obligar a la opinión pública a presionar al gobierno para que
suspenda el operativo en su contra.
Y en el caso que nos ocupa, debido a
un desafortunado accidente se llevaron al pueblo entre las patas. Y ya para
finalizar, insisto en algo que ya he comentado en otros escritos: si algo tiene
que cuidar el gobierno de la Cuarta Transformación, es la responsabilidad.
Parafraseando a Max Weber en uno de
sus aforismos más lúcidos, que también es un diagnóstico sumario del sino
político que vivimos los mexicanos en la actualidad dice: “El político debe
tener amor apasionado por su causa; ética de su responsabilidad; mesura en sus
actuaciones”.
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