jueves, 17 de enero de 2019

Corregir PEMEX: prueba de fuego para AMLO

Alejandro Mario Fonseca

Cuando yo tenía 17 años hice mis pininos en el mundo laboral. Trabajé como eventual en Petróleos Mexicanos, ocupando puestos de elevadorista, mensajero y oficinista de cuarta en el hospital de la paraestatal en Azcapotzalco. 

También trabajé en la refinería 18 de Marzo, haya mismo en Azcapotzalco. Y allí fue donde me curtí en puestos de trabajador doméstico y de vigilante.

En este último puesto tenía que cubrir turnos de 8 horas matutinos, vespertinos y nocturnos: mi instrumento de trabajo era un revolver Smith Wesson calibre 38.

Los turnos de noche eran los más agotadores. Aguantar toda la noche haciendo rondines o leyendo en una cabina de vigilancia en medio de una terrible soledad era difícil.

Pero yo era joven  estudiante y la eventualidad duraba escasamente tres o cuatro semanas y sucedía cada 6 meses. Cubría plazas de vacaciones de trabajadores de planta. Mi padre era jefe administrativo y le resultaba fácil conseguirnos a mi hermano Toño y a mí dichos contratos.

Así que desde muy joven conocí la empresa. Y aunque pagaban muy bien, nunca me gustó. Exceso de personal, simulación, displicencia, aviadores, vicios; en suma, abuso y corrupción.

Mi padre, que además de jefe administrativo había ocupado cargos en la dirigencia sindical, era muy crítico con lo que sucedía en la paraestatal. Entre otras cosas decía que PEMEX podía trabajar mucho mejor con la mitad del personal que tenía.

Y cuando nos graduamos en la UNAM, Toño de químico y yo de ingeniero químico, aunque tuvimos la oportunidad de trabajar en PEMEX, los dos  preferimos dedicarnos a la docencia. Yo no me arrepiento y creo que Toño tampoco.

PEMEX
Una fábula que viene muy bien a cuento
Había una vez un granjero muy pobre llamado Eduardo, que se pasaba todo el día soñando con hacerse muy rico. Una mañana estaba en el establo -soñando que tenía un gran rebaño de vacas- cuando oyó que su mujer lo llamaba.
-¡Eduardo, ven a ver lo que he encontrado! ¡Oh, éste es el día más maravilloso de nuestras vidas!

Al volverse a mirar a su mujer, Eduardo se frotó los ojos, sin creer lo que veía. Allí estaba su esposa, con una gallina bajo el brazo y un huevo de oro perfecto en la otra mano. La buena mujer reía contenta mientras le decía:

-No, no estás soñando. Es verdad que tenemos una gallina que pone huevos de oro. ¡Piensa en lo ricos que seremos si pone un huevo como éste todos los días! Debemos tratarla muy bien.

Y así fue, Eduardo y su mujer se volvieron ricos, compraron más tierras y más vacas. Pero sabían que tenían que esperar mucho tiempo antes de llegar a ser muy ricos.
-Es demasiado tiempo -anunció Eduardo una mañana-, estoy cansado de esperar. Está claro que nuestra gallina tiene dentro muchos huevos de oro. ¡Creo que tendríamos que sacarlos ahora!

Su mujer estuvo de acuerdo. Ya no se acordaba de lo contenta que se había puesto el día en que había descubierto el primer huevo de oro. Le dio un cuchillo y en pocos segundos Eduardo mató a la gallina y la abrió.

Se frotó otra vez los ojos, sin creer lo que estaba viendo. Pero esta vez, su mujer no se rio, porque la gallina muerta no tenía ni un solo huevo.

-¡Oh, Eduardo! -gimió- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos, por mucho que esperemos. Y desde aquel día, Eduardo ya no volvió a soñar con hacerse rico.


Pero la gallina no estaba muerta, andaba de parranda
A principios de 2017 el ex presidente Peña Nieto declaró: “La gallina de los huevos de oro [Pemex] se secó. Cantarell se nos fue secando. Mantener un precio artificial en 2017 habría significado un gasto adicional de más de 200 mil millones de pesos”.

Y agregó: “Hemos disminuido nuestra plataforma de producción, hoy producimos menos petróleo que antes, se acabó la gran plataforma”. Su argumentación iba en el sentido de exponer sus razones para explicar el aumento al precio de las gasolinas.

Abundó: mantener el “precio artificial” de la gasolina este año equivaldría al costo de todos los servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) durante cuatro meses; más del doble de los apoyos que entrega el programa Prospera; el triple de lo que destina el Seguro Popular a la salud; el sueldo de la mitad de los maestros y cinco veces el programa Pensión para Adultos Mayores.

Sonaba “muy bonita” la argumentación del ex presidente, pero a ver a ver ¿cómo estaba la cosa? Si ya la gallina estaba muerta, si ya se habían secado los mantos petrolíferos, entonces ¿por qué la reforma energética, “la madre de todas las reformas”?

Si lo que decía el ex presidente era cierto, entonces ¿quién en su sano juicio se iba a interesar en invertir en México, si ya no había materia prima? Simple lógica ¿no le parece?


Los huachicoleros le declaran la guerra a AMLO
Los mexicanos no nos chupamos el dedo, sí había y hay riqueza petrolera, incluso contamos con excelentes recursos humanos, técnicos e ingenieros que pueden explotarla. Además la tecnología para hacerlo está disponible en los mercados internacionales. ¿Entonces qué pasaba?

Pues que a Peña Nieto y sus aliados les urgía hacer dinero rápido. La gallina no estaba muerta, de lo que se trataba era  que cambiara de manos. Desde el salinato intencionalmente dejaron de invertir en el sector y se fue deteriorando.

 Y todavía peor las pocas refinerías que operaban, con el mínimo mantenimiento, lo hacían a menos de la mitad de su capacidad, algunas hasta cerraron. Lo que les interesaba es que el todavía monopolio PEMEX se adelgazara y le resultara una ganga a la iniciativa privada invertir en el sector.


Y así, ya enriquecidos los directivos de la paraestatal y los líderes sindicales, ahora vendrían las corporaciones internacionales aliadas con la plutocracia del poder ejecutivo para hacer dinero rápido.

Pero no contaban con que López Obrador ganaría la presidencia de la República. La gran reforma energética resultó pírrica, la gasolina se encareció y el robo de combustible se exacerbó. Y al destaparse la cloaca del huachicol institucional, no tardaran en rodar las cabezas de los más altos funcionarios y líderes sindicales de PEMEX.

Y es que esto ya es la guerra: los huachicoleros ahora perforan los ductos no para ordeñarlos sino para prolongar el desabasto y obligar a la opinión pública a presionar al gobierno para que suspenda el operativo en su contra.

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