Alejandro Mario Fonseca
Trastabillar es golpear
involuntariamente con el pie contra un obstáculo o contra el suelo al ir
caminando o corriendo, de modo que se pierde el equilibrio. También es hablar
con pronunciación entrecortada y repitiendo algunas sílabas y sonidos.
AMLO habla lento, lentísimo, tanto
que a mí me duerme y a muchos los hipnotiza, cosa que es algo parecido, pero su
discurso es coherente. Aunque apela
demasiado a las emociones y para algunos, resulta demagogo.
Pero en cuanto a sus políticas, sí que tropieza
(trastabillea). Y es que se ha impuesto tareas muy difíciles y complejas y los
obstáculos son muchos: sí, muy difíciles pero no imposibles.
Y uno de sus mayores obstáculos, la
madre de todos los obstáculos, es la debilidad del Estado mexicano. Sé que a muchos
les va a sonar esta última afirmación a malinchismo, ese término que se utiliza
en la cultura mexicana como referencia a un complejo social que rechaza lo
propio y más bien, favorece lo extranjero.
Pero darse cuenta de las debilidades
de la organización política de la sociedad mexicana, no es ser malinchista.
Todo lo contrario, es asumir una realidad adversa para intentar superarla.
A pesar de los tropiezos la 4 T avanza |
El problema de fondo es que el Estado
mexicano siempre ha estado muy alejado de la sociedad a la que representa. Tan
es así, que las instituciones de gobierno son el Estado. Y en las etapas de
debilidad esto se traduce en abuso, corrupción e impunidad.
Y de las débiles instituciones del
gobierno mexicano, las más sensibles a la crítica son aquellas que encarnan el
núcleo duro de sus responsabilidades, las que tiene que ver con el monopolio de
la legítima violencia: las de la seguridad.
El debate
sobre las fuerzas armadas
¿Cuál es el papel que juegan las
fuerzas armadas en la sociedad mexicana? Ese debería ser el tema de debate
central sobre la 4 T de AMLO. Pero no lo es. ¿Por qué? Porque criticar, “hablar
mal” del Ejército mexicano es un
tabú.
Un tabú es la prohibición de hacer o
decir algo determinado, impuesta por ciertos respetos o prejuicios de carácter
social o psicológico. En nuestro país la mayoría de los críticos les tienen un
respeto reverencial a los militares.
La razón es muy sencilla. El Estado
mexicano “moderno”, laico, el de la pos
revolución, nace del Ejército. El PRI desde sus orígenes estuvo bajo la tutela
y hegemonía de las fuerzas armadas. Los generales Obregón, Calles y Cárdenas
fueron los artífices del ogro filantrópico.
Y desde los años 40 el Ejército “por
las buenas” renunció a la política. Bueno, no renunció, se hizo a un lado y
aparentemente dejó la política en manos de civiles. Lo que realmente pasó es
que se dio una relación simbiótica entre el gobierno laico y el Ejército.
La simbiosis es una asociación íntima
de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su
desarrollo vital. También es una relación de ayuda o apoyo mutuo que se
establece entre dos personas o entidades, especialmente cuando trabajan o
realizan algo en común.
Y así fue que desde el alemanismo la
organización política de la sociedad mexicana (el Estado) se fue debilitando en
aras del abuso y corrupción de las élites gobernantes. A la par, las fuerzas
armadas también se fueron debilitando.
Lo que hoy tenemos es un Estado
débil, es decir instituciones gubernamentales débiles. Y de todas, la más sensible
a la debilidad tal vez sea el Ejército. Y no nos dábamos cuenta porque su
protagonismo era marginal. Sólo sabíamos de su existencia en casos de desastres
nacionales: el famoso Plan DN-III-E.
Las nuevas
funciones del Ejército
Y en consecuencia, hay un gran
escepticismo entre los analistas sobre el debate acerca de la función actual de
las fuerzas armadas en México. Sin embargo el debate se impone porque el
Ejército ha adquirido un gran protagonismo y grandes responsabilidades.
Y sus responsabilidades son
inconmensurables en relación con las que tenía antes. En lo que va de este
siglo, las fuerzas armadas poco a poco se fueron convirtiendo, si no en el
principal protagonista del devenir político mexicano, sí el más difícil de
conceptualizar.
Hoy más que nunca está muy claro que
la seguridad (tanto interna como externa) de los mexicanos está en manos del Ejército.
Además sus nuevas responsabilidades van desde la conformación de la Guardia
Nacional, hasta la de garantizar la seguridad de más de 500 tanques o pipas
para transportar gasolina.
Pasando por la construcción de un
nuevo aeropuerto civil, continuar con el combate al narcotráfico, evitar la
entrada y la salida de México de decenas de miles de migrantes centroamericanos,
cubanos y africanos, y por si fuera poco, impedir el acceso de Uber a los
aeropuertos de México.
Y así fue como a la vuelta de dos
sexenios, el de Calderón y el de Peña Nieto, y lo que va del de AMLO, el
Ejército se convirtió en una institución radicalmente distinta a la que tuvimos
a lo largo del siglo XX. Visto así, no resulta nada extraño que sus nuevas
responsabilidades creen expectativas que rebasan en mucho sus capacidades.
El mecanismo
del chivo expiatorio
En la misma lógica, no debe
sorprendernos que los operativos militares como el de Culiacán el pasado jueves
17 de octubre fracasen. Se trató de un operativo muy mal planeado, sin
imaginación, que puso en evidencia la falta de experiencia de los soldados y de
sus jefes.
En la mismísima cuna del narcotráfico
mexicano, Culiacán Sinaloa, con muchos cabos sueltos, como el del papel de las autoridades
locales y estatales y hasta el de las agencias norteamericanas como la DEA y la
CIA; el operativo de captura del hijo del Chapo resultó, por decirlo con
suavidad, improvisado.
Y lo que a todas luces debería ser
estudiado y explicado cabalmente desde la óptica de la geopolítica, hoy resulta
decepcionante, después de la exigencia de AMLO de responsabilizar a un solo jefe
militar.
La explicación racional del fracaso en
Culiacán, debería dar paso al
reconocimiento de las debilidades del Ejército abriendo un gran debate
nacional, convirtiéndolas en áreas de oportunidad. En contrapartida, la
decisión de utilizar el mecanismo del chivo expiatorio desvía la atención del
verdadero problema.
En suma, la obstinación por cerrarse
al reconocimiento de las debilidades de la organización política de la sociedad
mexicana puede convertirse en el mayor obstáculo para las enormes tareas que se
ha impuesto la 4 T del Presidente AMLO. Espero que sepa corregir a tiempo.
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