Alejandro Mario Fonseca
Entre los clásicos del teatro
político destaca Calderón de la Barca, uno de los grandes exponentes del Siglo
de Oro español. Una de sus obras que, aun cuando usted no lo crea, resulta de
sorprendente actualidad es En la vida
todo es verdad y todo es mentira.
En Trinacria, Focas es el padre
atormentado que debe resolver el enigma que le angustia: encuentra dos jóvenes
salvajes, de los cuales uno es su hijo y el otro es el hijo del emperador
Mauricio, su desaparecido enemigo al que derrotó y usurpó el trono. Ante el
peligro que se plantea para su propia sucesión, tendrá que averiguar cuál de
los dos es su hijo o matar a ambos.
Un sucesor y un enemigo potencial, la
duda y la certidumbre, la razón de Estado y la legitimidad, el amor y el odio
hacen de esta obra una de las más grandes expresiones del teatro político. Esta es la sinopsis de una obra nada sencilla
como usted podrá ver.
Suspenden asambleas de Morena en Tlaxcala |
Una vida
vale más que un reino
Para comprender cabalmente una obra
de teatro compleja hay que recurrir a un experto, y quién mejor que un
experimentado director como Ernesto Caballero que la puso en escena en el Festival de Artes Escénicas de Alcalá de Henares en el 2012. Él nos
explica:
Se trata de una trama alegórica
construida sobre una obsesiva estructura de dos miembros en la que el autor
levanta un vibrante retablo cargado de simbología que rehúye toda pretensión de
verosimilitud realista.
De un refinado dispositivo escénico
donde las imágenes, las palabras y la música se amalgaman en los cuerpos
transfigurados de los actores. Los románticos alemanes lo llamaron teatro
total. Es una obra eminentemente
política que aborda abiertamente la cuestión de la legitimidad del poder y de
la razón de Estado.
La tesis que se desprende del drama, contraria
a la teoría maquiavélica que recomienda al gobernante que se valga de cualquier
medio, lícito o ilícito, para lograr sus objetivos políticos, se decanta hacia
las doctrinas probabilistas, defensoras de favorecer al acusado en caso de
ausencia de culpabilidad; el principio jurídico in dubio pro reo. Heraclio, el príncipe legítimo lo enunciará con
claridad: “una vida vale más que un reino”.
Un drama filosófico,
emparentado con La vida es sueño,
donde la problemática barroca entre apariencia y realidad se encarna en la
figura del tirano Focas, incapaz a lo largo de toda la obra de alcanzar una
certidumbre que oriente sus acciones.
Esa suspensión de juicio irá
abismando al protagonista en un creciente estado de desasosiego que le llevará
a recurrir a las artes del mago Lisipo para que disponga una representación
dentro de la representación y así poder vislumbrar alguna evidencia capaz de
aquietar su ánimo.
La izquierda
y la derecha se confunden
Y acaso no es eso precisamente lo que
estamos viviendo los mexicanos en estos tiempos de la Cuarta Transformación.
Una farsa política en la que no sabemos qué es verdad ni qué es mentira. ¡Vaya
cosa!
En la actual contienda electoral al
interior de Morena, el partido en el poder, ni siquiera sabemos quién es quién.
La izquierda y la derecha se confunden, no sabemos a ciencia cierta quiénes son
los candidatos. Van y vienen del PRI, del PAN, o del PRD; también los hay que se
dicen independientes.
Los “militantes” de Morena están prácticamente
en la incertidumbre total. ¿A quién le creen? Están como Focas, en total
desasosiego, paralizados por la duda, por eso recurren a los gritos y
sombrerazos.
Acaso necesitan desesperadamente un
brujo, un mago como Lisipo (¿AMLO?) para que les monte una farsa dentro de la
farsa y les ayude a dilucidar quién de los candidatos es el legítimo, el que de verdad se merece
dirigir al partido.
Pero mejor preguntémosles a ellos, a los
candidatos y candidatas ¿quién de ustedes está dispuesto a renunciar al reino por la vida? ¿Quién está dispuesto a
renunciar al dinero, a la corrupción, a la impunidad, por el bienestar social?
¿Quién de ustedes es Heraclio? Y ya para rematar la farsa, todos contestan a
coro: ¡Yo!
Morena
¿partido o movimiento?
Ocurrió antes de 2018: conforme se
consolidaba la figura de Andrés Manuel López Obrador como candidato
presidencial, millones de personas se acercaron al Movimiento de Regeneración Nacional para afiliarse a un partido en
ascenso, nacido apenas en 2014.
Se estima que más de 3 millones de
personas fueron registradas como militantes entre 2014 y 2017, año en el que
Morena cerró las afiliaciones.
El proceso estuvo a cargo de Gabriel García Hernández, secretario de
Organización de Morena y hoy coordinador general de Programas
Integrales de Desarrollo en el gobierno federal; un hombre de todas las confianzas
de López Obrador que, en los hechos, es el jefe de los llamados súper delegados
de AMLO en las 32 entidades y responsable de crear la estructura de “servidores
de la Nación”.
En enero de 2019, cuando el INE
aprobó un acuerdo que daba a los partidos un plazo de un año para depurar,
sistematizar y actualizar sus padrones de militantes (del 1 de febrero al 31 de
enero de 2020) en Morena había, solamente, 317 mil 595 militantes.
El pasado 7 de julio, en una sesión
del Consejo Nacional de Morena, el encargado de despacho de la Secretaría de
Organización de dicho partido, Francisco de la Huerta Cotero, informó que en
los registros que dejó Gabriel García existían 3 millones cien mil afiliaciones.
¿Morena:
partido de masas?
Ese mismo día, la presidenta en funciones, Yeidckol Polevnsky, aseguró que el padrón
legítimo de Morena era de 317 mil registros; se quejó de que Gabriel
García ni siquiera le había dejado el padrón en orden, y consideró inaceptable
que se le diera validez a 3 millones 100 mil afiliaciones probablemente manipuladas.
“No nos entregaron el padrón, lo
hemos pedido por casi un año y ahora de repente te dicen sí está. Ya lo manipularon, ya lo manejaron de alguna manera,
¿cómo voy a creer en ese padrón?”, expuso la lideresa interina, según nota de
Proceso del 8 de julio.
En el otro extremo, el consejero morenista Alejandro Rojas
Díaz-Durán también rechazó el padrón de 3.1 millones, pero por otras
razones: según él, el padrón de Gabriel García se queda muy corto, pues durante
2018 y 2019 se habrían afiliado al partido 7 millones de seguidores, a quienes
se anotó en formatos, pero no se les entregó una credencial o constancia,
porque la afiliación formal se cerró desde finales de 2017. (Cfr. Aristegui Noticias 14/7/2019).
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